Dos ministros se divierten en en el Real

Las aficiones rocieras de las folkl¨®ricas no son novedad. De Lolas y Lolitas, Roc¨ªos Jurado, Pantojas, Paquitas Rico, Polacas y aprendices de tales est¨¢ el Real rebosante cada a?o: es su medio. Pero no abunda el personal pol¨ªtico. Hubo este a?o dos notables excepciones: el ministro de Hacienda, Jaime Garc¨ªa A?overos, y Rodolfo Mart¨ªn Villa, ministro de Administraci¨®n Territorial. Turolense el primero y leon¨¦s el segundo, ambos han sucumbido al encanto de esta fiesta rural, pese a su adscripci¨®n urbana

Martin Villa, un leon¨¦s entre los almonte?os

Mart¨ªn Villa es la primera vez que se,dio a ver por el.Real en estas fechas, aunque ya conoc¨ªa la aldea rociera. El asalto de los almonte?os al paso de la Virgen le dej¨® muy impresionado, seg¨²n confesi¨®n de Marip¨ª, su esposa. Seg¨²n propia confesi¨®n del ex ministro del Interior -vale la pena recordarle en este cargo-, estaba totalmente pasmado del trasiego de desconocidos por casas ajenas, sin-ning¨²n tipo de control previo. La noche del s¨¢bado al domingo es la noche de la furia verbenera. La planta baja de la casa de F¨¦lix P¨¦rez Miyares, en la que se hospedaba, fue abandonada a la suerte de los buscadores de fino.Por m¨¢s que le insistieron unas y otros el leon¨¦s se resisti¨® a arrancarse por sevillar¨ªas. Su mujer, que luc¨ªa de flamenca como la que m¨¢s, le disculpaba: ?Rodolfo tiene que empezar por aprenderse el pasodoble. Lo de las sevillanas es para nota?. Marip¨ª llustr¨® a la concurrencia con los pases aprendidos en una escuela de baile semanas antes de embarcarse para el Roc¨ªo.

Garc¨ªa A?overos, rociero viejo

Por lo que hace a Garc¨ªa A?overos, es rociero viejo, miembro de la hermandad de Triana. Su esposa, Sisina, y sus hijas bicieron el camino desde Sevilla. Al ministro de Hacienda le agradeci¨® la hermandad de Triana sus buenas gestiones cerca del Banco de la Construcci¨®n. Vestido de traje corto campero, Garc¨ªa A?overos no desdice nada de un se?orito de porte jerezano. Pero de sevillar¨ªas, nada. Se le sugiere la idea como reclamo publicitario, de cara a las pr¨®ximas elecciones, que no anda muy sobrada UCD de iniagen por esos pagos. Sin embargo, se resiste: ?Yo no he venido a hacer campa?a al Roc¨ªo, que conste ?.Quien se marc¨® un buen n¨²mero fue una autoridad inilitar que, pese a no llevar el sable de rigor, no dud¨® en pasar revista a una treintena de flamencas, formadas en pelot¨®n de a dos. A la voz de mando, las damas mostraban parte de sus atributos en un revuelo de volantes.