El terrorismo como problema internacional
El terrorismo produce crispaci¨®n, desaliento, irritaci¨®n, angustia y desmoralizaci¨®n en la poblaci¨®n civil. Ese es uno de sus objetivos, pues una sociedad desmoralizada es terreno abonado para la soluci¨®n de las soluciones m¨¢s irracionales que quepa imaginar. Se impone, en consecuencia, sustituir el estado emocional que los terroristas tratan de crear por un an¨¢lisis lo m¨¢s racional y fr¨ªo del fen¨®meno terrorista.En esa l¨ªnea, me parece que lo primero que habr¨ªa que se?alar es el car¨¢cter internacional del mismo. En un mundo donde la guerra nuclear es viable s¨®lo para las grandes potencias, y la guerra convencional ofrece peligros y repercusiones imprevisibles, el terrorismo ha venido, en parte, a sustituir a esta ¨²ltima. No s¨¦ si ser¨¢ exagerado decir que el terrorismo es la forma actual de hacer la guerra, pero al menos, en parte, resulta evidente que as¨ª es. Podemos decir, pues, que las f¨¢bricas de armamento son hoy en d¨ªa las grandes multinacionales del terror, y a ellas habr¨ªa que culpar en primer lugar. Este solo hecho arroja una responsabilidad grav¨ªsima sobre las empresas que producen armas o explosivos y los Gobiernos que comercian -o permiten que se comercie- con ellas. El problema parece ¨ªntimamente relacionado con la organizaci¨®n capitalista de la sociedad, y habr¨ªa que empezar a atajarlo por ah¨ª, pero eso nos llevar¨ªa a una cuesti¨®n compleja y dif¨ªcil que no es de este lugar.
Mientras las cosas no cambien, habr¨¢ que aceptar la situaci¨®n como es, y contar con el hecho a que antes me refer¨ªa de que el terrorismo es una de las formas de hacer la guerra internacional, lo cual nos lleva, l¨®gicamente, a la conclusi¨®n de que -si hay terrorismo en Espa?a- es porque hay fuerzas internacionales poderosas interesadas en que la democracia no se consolide. Desde este punto de vista, el golpismo, que pretende acabar con el terrorismo mediante el establecimiento de una dictadura militar, est¨¢ haciendo el juego no s¨®lo al terrorismo -como dec¨ªa en un art¨ªculo anterior-, sino a esas fuerzas internacionales que alimentan ¨¦ste. El mismo presidente del Gobierno lo dec¨ªa recientemente, en declaraci¨®n dram¨¢tica ante siniestros atentados, con palabras inequ¨ªvocas, que no admiten el menor resquirio para la duda, y que ahora conviene repetir: ?El Gobierno estima que hay que entender el terrorismo en Espa?a no s¨®lo en sus perfiles internos, sino en el campo de una acci¨®n internacional desde la que se intenta, solapadamente, que nuestro pueblo no culmine el objetivo de una vida civil pac¨ªfica y moderna, en una convivencia presidida por las libertades y ocupando el lugar que le corresponde entre las naciones libres. Los terroristas pretenden, por medio de sus calculadas acciones de provocaci¨®n, originar primero el dolor y la inquietud, y luego, el desorden y el caos?.
Ahora bien, si es cierto lo anterior, y yo no tengo ninguna duda sobre ello, me parece que resulta de importancia prioritaria el an¨¢lisis de esas fuerzas internacionales que alimentan tan siniestros prop¨®sitos. No se trata de hacer algunas acusaciones en falso contra algunos pa¨ªses, lo que exigir¨ªa tener una documentaci¨®n y unas pruebas de las que yo carezco, pero s¨ª de analizar las razones posibles que evidentemente tienen algunos pa¨ªses para que la democracia espa?ola no se consolide, y, si no hay m¨¢s remedio que transigir con ella, conseguir que se mantenga en un equilibrio lo m¨¢s inestable posible.
Empezaremos por Francia, nuestro inevitable vecino del Norte. Todo el mundo sabe que el sur de Francia es el santuario de ETA y que la frontera con el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s ha sido la salvaguardia de los terroristas espa?oles, cuyos cabecillas viven all¨ª en la m¨¢s absoluta impunidad, bajo la tolerancia o la indiferencia del Gobierno franc¨¦s. Por otro lado, las razones de esta complicidad tampoco son oscuras. El Gobierno franc¨¦s tiene miedo de que una actitud diferente contra los etarras pueda volverse contra ellos y crear en el Pa¨ªs Vasco franc¨¦s un problema similar al que existe en el espa?ol. De esta forma se ha producido un pacto t¨¢cito entre la polic¨ªa francesa y los terroristas espa?oles, en perjuicio de un sistema democr¨¢tico que en teor¨ªa los franceses dicen defender. No sabemos si con el nuevo presidente franc¨¦s las cosas van a cambiar, pero, si no ocurre as¨ª, mucho nos tememos que la situaci¨®n vaya degenerando gravemente y que Francia no pueda librarse de un problema que la afecta como a los dem¨¢s. Si el an¨¢lisis que hacemos es correcto y el terrorismo es un problema internacional, no habr¨¢ otro medio de luchar contra ¨¦l que la solidaridad de los Gobiernos y de los pueblos; si esa solidaridad no se establece por un ego¨ªsmo nacional al entendido, mucho nos tememos que acabe arroll¨¢ndonos a todos y que pronto entremos en una etapa de terror mundial indiscriminado.
Pero, naturalmente, no es Francia el ¨²nico pa¨ªs que favorece la debilidad de la democracia espa?ola. Sin que la situaci¨®n sea tan evidente y las razones no aparezcan en la superficie de la misma manera que en el pa¨ªs vecino, no parece extra?o que Estados Unidos viera con buenos ojos el establecimiento de una dictadura militar en nuestro pa¨ªs. Y bien patente lo dej¨® el actual secretario de Estado, mister Haig, cuando, ante el golpe militar de Tejero, coment¨® que eso era un problema interno de Espa?a; es verdad que luego se retract¨® de su comentario, pero no es menor cierto que de haber triunfado Tejero, al d¨ªa siguiente Estados Unidos habr¨ªa establecido relaciones diplom¨¢ticas con los golpistas. Las razones est¨¢n claras: un Gobierno t¨ªtere de la Administraci¨®n Reagan en nuestro pa¨ªs ser¨ªa altamente beneficioso desde el punto de vista econ¨®mico en la negociaci¨®n de las bases militares, puesto que la aprobaci¨®n de los tratados no tendr¨ªa que pasar por el Parlamento y someterse al control democr¨¢tico y las exigencias del mismo; por otro lado, las facilidades que dar¨ªa un Gobierno militar hipotecado al coloso americano en la disponibilidad de las bases ser¨ªa infinitamente mayor que la que podr¨ªa dar un Gobierno parlamentario. El Gobierno de Estados Unidos, que no ver¨ªa con malos ojos esa supuesta dictadura militar, tampoco ha de tener, l¨®gicamente, un gran inter¨¦s en que la democracia espa?ola -en el caso de que sea inevitable transigir con ella- sea una democracia fuerte y estable. La situaci¨®n se hace a¨²n m¨¢s evidente si tenemos en cuenta que el partido de la oposici¨®n es en Espa?a un partido socialista, que no ser¨ªa improbable que ganara las elecciones en un futuro pr¨®ximo. Habr¨ªa que o¨ªrlos comentarios de Prensa, la radio y la televisi¨®n americanas, como yo los o¨ª estando en el pa¨ªs, al producirse el triunfo de Mitterrand en Francia. Una victoria socialista en Espa?a les producir¨ªa la impresi¨®n de que Europa entera hab¨ªa ca¨ªdo en las garras del comunismo, lo que en este pa¨ªs de la libre empresa se considerar¨ªa intolerable. Si a¨²n tenemos en cuenta el ejemplo que dar¨ªa a los pa¨ªses latinoamericanos la existencia de un Gobierno espa?ol de car¨¢cter socialista dentro de una forma de gobierno mon¨¢rquica, resulta dif¨ªcil desechar la idea de que el T¨ªo Sam no har¨¢ todo lo posible para evitarlo. Sobre los m¨¦todos que vayan a utilizar para ello yo no puedo, l¨®gicamente, pronunciarme.
Por ¨²ltimo, analicemos la posible actitud de la Uni¨®n Sovi¨¦tica ante la democracia espa?ola. En principio, parece que a la URSS habr¨ªa de interesarle una democracia fuerte en Espa?a, para que ¨¦sta no se convirtiese en un simple pe¨®n de Estados Unidos. A despecho de esta opini¨®n, la realidad es que la Uni¨®n Sovi¨¦tica tiene otro punto de vista. Sin duda le preocupa por encima de todo la situaci¨®n estrat¨¦gica de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica dentro del ¨¢rea mediterr¨¢nea, y, desde esa perspectiva, la debilidad espa?ola en el conjunto de la estrategia mundial se ve que le interesa m¨¢s que su posible independencia respecto de la pol¨ªtica estadounidense. Por otro lado, es indudable que a la URSS le interesa, tanto o m¨¢s que Espa?a por s¨ª misma, su posible ascendiente sobre el bloque de pa¨ªses latinoamericanos. La situaci¨®n de injusticia social en que viven muchos de ellos es el mejor caldo de cultivo para una propagaci¨®n del comunismo y un elemento que juega a favor de la expansi¨®n sovi¨¦tica en el mundo hisp¨¢nico, como lo demuestran las fuertes inversiones que la URSS dedica a los programas educativos para Latinoam¨¦rica. Una democracia espa?ola s¨®lidamente establecida, con el l¨®gico y natural ascendiente que tendr¨ªa en aquellos pa¨ªses, es evidente que no habr¨ªa de favorecer esos objetivos sovi¨¦ticos expansionistas.
Como resumen de lo que llevamos escrito, podemos, pues, concluir que por lo menos a las tres grandes potencias se?aladas -Francia, Estados Unidos y la URSS- no les interesa una democracia fuerte en Espa?a. No estoy acusando a los Gobiernos de ninguno de esos pa¨ªses de provocar el terrorismo en el nuestro, pero tampoco ser¨ªa extra?o que hiciesen la vista gorda ante las fuerzas o las organizaciones que lo provocan o alimentan, como obviamente ocurre en el caso franc¨¦s. Si el golpismo es para algunos de ellos, como lo han evidenciado, un asunto interno nuestro, con mucha m¨¢s raz¨®n habr¨¢ de serlo el terrorismo, puesto que, como hemos dicho, uno y otro se apoyan mutuamente.
Aceptado que todo lo anterior es as¨ª, el resultado es que cualquier ambig¨¹edad o inhibici¨®n respecto a esos dos fen¨®menos -golpismo y terrorismo- es complicidad con las fuerzas internacionales que pretenden desestabilizar la situaci¨®n espa?ola. Y si esa ambig¨¹edad se produce por parte de instituciones espa?olas con fuerte responsabilidad en el pa¨ªs, la gravedad moral de esas inhibiciones no puede ser enfatizada. Me refiero a la actitud de silencio mantenida por la Conferencia Episcopal en el momento que se estaba produciendo el golpe militar y a la tibieza de su declaraci¨®n posterior. Me refiero tambi¨¦n a los posibles sectores militares o civiles simpatizantes con los golpistas. Todos ellos deben saber que, con sus actitudes, les est¨¢n haciendo el jue-
Pasa a p¨¢gina 12
El terrorismo como problema internacional
Viene de p¨¢gina 11
go a esas fuerzas internacionales reconocidas por el mismo presidente del Gobierno. No es necesario pensar en una conjura internacional contra Espa?a para defender lo que estoy diciendo; simplemente -como hemos visto en el an¨¢lisis realizado arriba- cada pa¨ªs defiende sus intereses, y el resultado de esa correlaci¨®n de intereses es que para algunos de ellos una democracia s¨®lida en Espa?a no es buena ni conveniente. En este momento crucial de la historia, los espa?oles responsables debemos ser conscientes de la situaci¨®n y obrar sin frivolidad ni miop¨ªa en favor de los intereses de nuestra patria. Como dec¨ªa recientemente Francisco Ayala, en un art¨ªculo publicado en este mismo, peri¨®dico, la destrucci¨®n de la actual democracia espa?ola no implicar¨ªa una simple involuci¨®n -en realidad, ¨¦sta ya se ha producido-, sino la destrucci¨®n de Espa?a misma; ?justamente lo contrario de aquello que sus presuntos salvadores pretenden?, a?ad¨ªa el ilustre profesor. Y a¨²n m¨¢s adelante segu¨ªa refiri¨¦ndose a todo posible intento golpista en estos t¨¦rminos que definen la meta a que hab¨ªan de conducirnos sus posibles protagonistas: ?Al fondo del cuadro se vislumbra el triste espect¨¢culo de la desintegraci¨®n nacional, que es precisamente lo que persiguen los terroristas; de ah¨ª su inequ¨ªvoca intenci¨®n de provocar el golpe de Estado. No es, pues, una mera involuci¨®n lo que nos amenaza con la supresi¨®n de la democracia; es el hundimiento del pa¨ªs?.
La situaci¨®n exige un llamamiento a la solidaridad nacional; s¨®lo si la inmensa mayor¨ªa de los espanoles est¨¢ dispuesta a la defensa de los interes nacionales, no confundi¨¦ndolos con los ego¨ªstas y particulares de un determinado cuerpo, podremos superar la situaci¨®n. Es la hora de la democracia espa?ola, porque s¨®lo un r¨¦gimen democr¨¢tico de gobierno podr¨¢ sacar al pa¨ªs adelante en los dif¨ªciles problemas que plantea la compleja sociedad industrial que hoy es Espa?a, en un momento de crisis mundial como el que estamos viviendo. Pero para ello es necesario que no le hagamos eljuego a esos enemigos externos que nos acosan, y no porque creamos en ning¨²n tipo de conspiraci¨®n judeo-mas¨®nica-marxista, como antes dec¨ªa; ni por un patol¨®gico delirio persecutorio a que a veces nos entregamos los espa?oles, sino porque los datos de la realidad nos lo presentan as¨ª. El hecho no debe sorprendernos tampoco demasiado, pues obedece a una constante hist¨®rica de nuestro territorio, que es su privilegiada situaci¨®n geo-pol¨ªtica, la cual nos ha colocado tantas veces en una posici¨®n m¨¢s envidiada que envidiable. A veces, uno piensa que lo ¨²nico que ser¨ªa envidiable es estar m¨¢s lejos del centro de los conflictos internacionales. Sin embargo, el destino geogr¨¢fico nos ha puesto en un lugar del planeta por donde pasa irrenunciablemente el r¨ªo de la historia. Es hora de no detenernos en cuestiones que no tienen soluci¨®n, sino de asumir nuestro papapel y hacerlo de la manera m¨¢s digna posible. Si lo hemos hecho otras veces en el pasado, no veo la raz¨®n por qu¨¦ no podamos hacerlo ahora. S¨®lo se necesita una cosa: alejar la miop¨ªa y el ego¨ªsmo; poner el ¨¦nfasis en la solidaridad nacional y construir la democracia espa?ola que el tiempo que nos ha tocado vivir nos exige imperiosamente -?como en Fuenteovejuna, todos a una?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.