Los nuevos cohetes, entre el gigantismo y la versatilidad
S¨®lo dos pa¨ªses, Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica, disponen en este momento de lanzadores capaces de colocar sat¨¦lites de un peso superior a una tonelada en ¨®rbita geoestacionaria, es decir, que puedan elevar mil kilos de equipo hasta 36.000 kil¨®metros, proporcionarles la aceleraci¨®n suficiente para transformar la ¨®rbita. naturalmente el¨ªptica, en circular, y adem¨¢s imprimir al objeto lanzado una velocidad tal que d¨¦ una vuelta completa a la Tierra en veinticuatro horas.Con lanzadores que podr¨ªamos denominar convencionales, la URSS, mediante su Zonda D-1, puede poner en ¨®rbita geoestacionaria sat¨¦lites de hasta 1.600 kilos, cien m¨¢s que los alcanzados por Estados Unidos con su Tit¨¢n III- C. Llegados a este punto, sin embargo, los caminos a seguir por ambas potencias se separan.
Mientras que la NASA ha desechado totalmente la idea de construir lanzadores progresivamente mayores, la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en cambio, ha expresado su intenci¨®n de continuar en esta l¨ªnea e incluso ha anunciado proyectos de lanzadores con un empuje en el momento del despegue de hasta catorce millones de libras (6.440 toneladas), dentro de una pol¨ªtica destinada a disponer hacia el a?o 1986 de una estaci¨®n espacial con capacidad para doce personas. Para darse una idea de las gigantescas dimensiones de tal lanzador, que dispondr¨ªa de veinticuatro cohetes para impulsar su primera fase, basta con compararlo con el Saturno V, utilizado por los americanos para ir a la Luna: desarrollaba un empuje a la salida de siete millones y medio de libras (3.450 toneladas), apenas poco m¨¢s de la mitad que el programado por los rusos para su proyecto.
La estrategia de Estados Unidos es, por el contrario, la iniciada con el desarrollo del Space Shuttle, dirigida a abaratar los costes mediante un aumento de la capacidad de carga y la recuperaci¨®n del veh¨ªculo utilizado. Si bien las lanzaderas del tipo de la Columbia no podr¨¢n colocar directamente un sat¨¦lite en ¨®rbita geoestacionaria, su capacidad de carga les permitir¨¢ emplazar en ¨®rbita hasta treinta toneladas de equipo, que muy bien puede incluir un sat¨¦lite o varios con sus correspondientes cohetes que les permitan alcanzar la ¨®rbita elegida.
Nuevo proyecto sovi¨¦tico
Todo ello no quiere decir que la recuperaci¨®n del sistema impulsor no haya sido considerada por otros pa¨ªses. Se tiene noticias de que la URSS proyecta una peque?a lanzadera recuperable, aunque se desconocen totalmente sus caracter¨ªsticas, y que Francia se dispone a desarrollar otra (Proyecto Hermes). En el caso de la lanzadera francesa, su ¨²nico parecido con la Columbia reside en que, finalizada la misi¨®n, podr¨¢ aterrizar por s¨ª misma como un planeador.
La tercera potencia capacitada para situar un sat¨¦lite en la ¨®rbita geoestacionaria ser¨¢, con toda probabilidad, Europa, gracias al Ariane. Este lanzador, siguiendo el sistema iniciado por el Atlas-Centauro estadounidense, no va m¨¢s all¨¢, con el correspondiente ahorro energ¨¦tico, de una ¨®rbita de transferencia (perigeo, 200 kil¨®metros-, apogeo, 315.800 kil¨®metros), desde la que el sat¨¦lite pasa a la geoestacionaria mediante el impulso de los cohetes de que va dotado y que son del tipo del Intelsat V. Precisamente, no deja de ser significativo de la acogida dispensada al Ariane en el mercado internacional el hecho de que el Consejo de Administraci¨®n del Intelsat V haya decidido, en diciembre de 1978, incluir el lanzador europeo en su programa. En segundo lugar, la base de lanzamiento de Kourou, de la que partir¨¢n los Ariane, no ha sido elegida al azar. Dada su posici¨®n geogr¨¢fica (se encuentra pr¨¢cticamente en el ecuador terrestre), cualquier lanzamiento hacia el Este le permite obtener un aumento en la capacidad de carga ¨²til evaluado en un 17%, por ejemplo, con respecto al Kennedy Space Center, la base americana.
Pero a¨²n existe un tercer factor, pensado, como los anteriores, para conseguir una mayor competitividad comercial. Se trata del sistema SYLDA, ideado por la Agencia Espacial Europea para el lanzamiento simult¨¢neo de dos sat¨¦lites de tama?o mediano. Aunque a mucha menor escala que en la lanzadera, tambi¨¦n en este caso el reparto de costes es decisivo.
Tras Europa, con respecto a los lanzadores conocidos, se encuentran los proyectados por Jap¨®n, la llamada serie N con una capacidad mucho menor que la de su equivalente europeo y en una etapa de realizaci¨®n m¨¢s atrasada.
Todav¨ªa a mayor distancia habr¨ªa que situar los lanzadores indios. Pero lo que constituye una inc¨®gnita es el grado de desarrollo del transporte espacial de la Rep¨²blica Popular China. Se sabe que los chinos son capaces de recuperar sus sat¨¦lites -algo que Europa todav¨ªa no ha conseguido y para lo que seguramente tendr¨¢ que valerse de la lanzadera Columbia cuando ¨¦sta sea operacional- y que han construido sus lanzadores a partir de cohetes militares.
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