Francia redescubre nuestra esperanza
Sorprendente Francia. Durante muchos a?os el t¨¦rmino petit-bourgeois surgido all¨ª precisamente para despu¨¦s trasladarlo al lenguaje pol¨ªtico en traducci¨®n universal, nos impactaba como imagen explicativa de por qu¨¦ la patria de la revoluci¨®n se dejaba acunar por un conservadurismo impenitente. La fascinante estatura de De Gaulle domin¨® el escenario durante varios a?os, pero ?despu¨¦s?Las victorias de la opci¨®n de cambio que representan Fran?ois Mitterrand y el partido socialista nos hace reflexionar sobre los sobresaltos profundos de esa naci¨®n y las influencias que ejercen en Europa, e, incluso, en el mundo
En momentos cenitales, la cita de Francia con la historia .-a pesar de mezquindades individuales y xenofobias compartidas- ha fecundado, afortunadamente, experiencias for¨¢neas. As¨ª, en 1789 -la Gran Revoluci¨®n-, en 1830 y en 1848, en 1870 -la Commune- y en 1936 -le Front Populaire-. Ahora estamos en trance de revivir esos momentos, lo que acarrea algunas reflexiones:
-El triunfo socialista en Francia reafirma deslumbradoramente, la opini¨®n integrista, el imperativo de la mutabilidad pol¨ªtica y social.
Sin embargo, bajo la corteza, aparentemente sosegada, de la dulce Francia azoriniana iban resurgiendo las fuerzas de la renovaci¨®n y, sobre todo, una juventud que harta de monoton¨ªas, trataba de encontrar mediante el trabajo solidario un ¨¢mbito de progreso, no conseguido por sus mayores de 1968 a trav¨¦s del vuelo ut¨®pico. Hab¨ªa que resucitar la mejor historia de Francia, la tradici¨®n, ejemplar que lleg¨® a conmover al mundo, el apasionamiento responsable oculto por un hieratismo casi versallesco, la libertad como muestra del futuro. Todo esto representa el sue?o de Fran?ois Mitterrand, y la labor de los hombres y mujeres del pueblo socialista que lo van a realizar.
Cambio con seguridad
Pero m¨¢s all¨¢ de las fronteras hexagonales ha ca¨ªdo en a?icos lo que comentaristas interesados contrabandeaban como maldici¨®n, y que no era sino ocasi¨®n: la imposibilidad del socialismo democr¨¢tico por reanudar, victoriosamente, su andadura europea.
Ya unos d¨ªas antes de estas impares victorias, el 7 de mayo, el Labour Party, al que muchos hab¨ªan enterrado, tan fr¨ªvola como prematuramente, conquistaba amplias mayor¨ªas en las elecciones locales brit¨¢nicas. Constitu¨ªa otro signo premonitorio el que, por primera vez desde hac¨ªa lustros discordantes, el Partido Socialista italiano, bajo la direcci¨®n de Craxi, sosten¨ªa la alternativa innovadora. Y es que ahora, en una sociedad en crisis y, por tanto, zozobrada, el socialismo democr¨¢tico ofrece el cambio en la seguridad, m¨¢s ¨¦sta no.en su angosta variante derechista del estricto orden p¨²blico, sino de la seguridad plena, en el empleo, en la reactivaci¨®n econ¨®mica, en la sanidad individual y colectiva, en el puesto educativo para los hijos, en la calle frente al terrorismo, en el desarrollo institucional dernocr¨¢tlco, en las relaciones internacionales, en la consecuci¨®n de tiempo para la cultura y el ocio, en la marcha serena hacia el cumplimiento de las aspiraciones. de libertad y justicia, tan fervorosamente ancladas en la conciencia de los trabajadores y de los hombres de bien.
El miedo ya no.favorece al conservadurismo. Se ha roto la leyenda de que en tiempos de crisis todas las gentes aceptaban lo que las gentes de orden sosten¨ªan. Los eternos defensores del privilegio deben retornar a sus habit¨¢culos a la espera de momentos m¨¢s . propicios. Los actuales corresponden a quienes se proponen cercar y detener el sufrimiento.
-En Francia, hasta ahora, la fuerza del partido comunista trocaba la tradicional sed de justicia en persistente suplicio de T¨¢ntalo.
Si el ejercicio del poder deb¨ªa constituir el resultado del progreso de la izquierda, al haber sido derrotada ¨¦sta en su empe?o cuando se present¨® unida, empujaba a la b¨²squeda de otras v¨ªas para lograr el cambio social. Por otra parte, el Partido Comunista franc¨¦s lo hac¨ªa cada vez m¨¢s dif¨ªcil, obstin¨¢ndose en considerar a los socialistas sus principales enemigos, y recobrando la car¨¢tula estaliniana al apoyar, incondicionalmente, la agresi¨®n sovi¨¦tica en Afganist¨¢n.
Mitterrand, en su libro Ma part de verit¨¦, ha escrito que: "Un partido comunista poderoso representa para los conservadores un seguro de permanencia en el poder".
Pues bien, el seguro ha quebrado, y la premonici¨®n de que tambi¨¦n aqu¨ª el hecho se repita, comienza a suscitar la penosa algarab¨ªa de los que vienen disfrutando el Gobierno con voluptuosa morosidad, mientras desde?an el crecimiento de las frustraciones colectivas.
S¨ª a las extradiciones
Por ¨²ltimo, se?alo casi, en ep¨ªgrafe tres repercusiones del triunfo del socialismo franc¨¦s, en Espa?a:
Como dem¨®crata, la existencia de un poder socialista en Francia equivale no s¨®lo al reforzamiento progresista del contexto internacional vecino, si no puede ser'asumido como impl¨ªcita advertencia por quienes pretendan retrotraernos a una etapa pasada, cuyos afanes imperiales comenzaron y terminaron en T¨¢nger.
Separando n¨ªtidamente los planos del refugio pol¨ªtico y la madriguera para asesinos, pensamos que la colaboraci¨®n francesa en la erradicaci¨®n del terrorismo va a ser importante. Por tanto, hemos de rechazar la posible negativa a extradiciones de personas cuya participaci¨®n en actos criminales ha sido debidamente probada, m¨¢s tambi¨¦n sabiendo que lo principal esterminar con el santuario etarra al Sur de Francia, debemos recabar, con firmeza y serenidad, la colaboraci¨®n del nuevo Gobierno en tal sentido. El estridente e interesado griter¨ªo de quienes subi¨¦ndose a los ¨¢rboles perturban la visi¨®n del bosque, perjudica m¨¢s que beneficia los intereses de la democracia espa?ola.
Estamos convencidos de que ese noble reencuentro del pueblo franc¨¦s con su mejor tradici¨®n no ha sobrevenido m¨¢gicamente, sino a causa de la indomable convicci¨®n y de la arraigada decisi¨®n de un gran partido y de su l¨ªder. Av¨ªsense por donde van las cosas, quienes en Espa?a, con buena intenci¨®n o con ingratos impulsos, proyectan fundar clubes o ¨¢mbitos semejantes, bas¨¢ndose en pretextada inoperancia de los partidos, pues quiz¨¢, y a su pesar, puedan ser aprovechadas por actitudes desestabilizadoras.
En cualquier supuesto, nuestros compa?eros franceses han puesto en pie la esperanza en Europa. Tambi¨¦n se realizar¨¢ en Espa?a.
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