La comunidad aut¨®noma madrile?a en la nacion espa?ola
El bello recinto del castillo de Manzanares el Real, cuya construcci¨®n inici¨® en 1435 el marqu¨¦s de Santillana -el gran hombre de armas y letras, autor de las Serranillas-, fue escenario ayer del inicio formal del proceso auton¨®mico de Madrid. Con la presencia de los parlamentarios madrile?os, la excelent¨ªsima Diputaci¨®n asumi¨® la iniciativa de promover el autogobierno de la provincia, abri¨¦ndose de este modo un plazo de seis meses, dentro del cual habr¨¢n de pronunciarse sobre el tema sus 178 municipios. Desde ahora. mismo,cabe prever que la respuesta de los concejos carpetanos ser¨¢ globalmente positiva y que los m¨ªnimos constitucionales fijados (dos tercios de los municipios, representantivos de la mayor¨ªa del censo electoral) quedar¨¢n ampliamente desbordados.El Estatuto de Autonom¨ªa,de la provincia de Madrid -o si se prefiere ya desde ahora de la regi¨®n de Madrid- habr¨¢ de ser elaborado, conforme al art¨ªculo 146 de la Constituci¨®n, por una asamblea en la que se integrar¨¢n los miembros de la excelent¨ªsima Diputaci¨®n y los 36 diputados y senadores de la provincia. Una vez elaborado el proyecto, se elevar¨¢ a las Cortes Generales para su tramitaci¨®n como ley.
Seg¨²n las expectativas m¨¢s fundadas, en 1982 Madrid acceder¨¢ a su autonom¨ªa, que habr¨¢ de estructurarse en torno a una asamblea, un consejo de gobierno y un presidente, L¨®gicamente, la Diputaci¨®n Provincial ser¨¢ solemnemente disuelta, y su patrimonio y sus actuales funciones ser¨¢n asumidas por la comunidad aut¨®noma de Madrid.
?Cu¨¢les son las ventajas de disponer de una autonom¨ªa provincial en Madrid? Aparte de otras posibilidades de inserci¨®n en una regi¨®n m¨¢s amplia -en las que no voy a insistir, y para las cuales remito al lector al art¨ªculo que con el t¨ªtulo de Reflexiones sobre la Autonom¨ªa de Madrid publiqu¨¦ en EL PAIS del 14 de septiembre de, 1980-, me parece que hay serias razones para que los madrile?os hagamos uso del derecho que tenemos a la autonom¨ªa.
Primero de todo, hay una cuesti¨®n de dignidad pol¨ªtica al responsabilizarnos del gobierno en el horizonte de la provincia. Porque el autogobierno, en contra de lo que algunos piensan cuando se habla de ¨¦l en relaci¨®n los dos archipi¨¦lagos y las distintas nacionalidades y regiones de la Pen¨ªnsula, no es un primer paso en la p¨¦rdida de poder por el Estado. Superando esa visi¨®n acendradamente centralista, hay que verlo como un cambio en la estructura del Estado, precisamente para la mayor participaci¨®n de todos en ese Estado. Por eso, las autonom¨ªas bien entendidas, en vez de ser un movimiento de desintegraci¨®n, pueden ser el definitivo avance a la, vertebraci¨®n de la naci¨®n espa?ola, al asumir todas sus partes la corresponsabilizaci¨®n que les corresponde.
Ahora, al iniciar la senda de nuestra propia autonom¨ªa, los madrile?os -los ¨²ltimos que qued¨¢bamos por hacerlo- vamos a colocar en su sitio lo que los arquitectos llaman la piedra clave, que consolidar¨¢ el arco constitucional del proyecto auton¨®mico espa?ol.
Al asumir las competencias que le permite el juego de los art¨ªculos 143 y 148 de la Constituci¨®n sin caer en necios localismos, y cooperando con el Gobierno de la naci¨®n y con la Administraci¨®n general del Estado, la comunidad aut¨®noma de Madrid tendr¨¢ la responsabilidad principal en temas muy importantes: ordenaci¨®n del territorio, urbanismo y vivienda; sector agrario; gesti¨®n del medio ambiente; cultura y patrimonio monumental; promoci¨®n del turismo, del deporte y del tiempo libre; fomento del desarrollo econ¨®mico en sus diversos aspectos dentro de los objetivos marcados por la pol¨ªtica econ¨®mica nacional, y coordinaci¨®n de las polic¨ªas locales.
Todo lo anterior significa para la comunidad aut¨®noma de Madrid un amplio trabajo a realizar, en el cual todos los esfuerzos ser¨¢n pocos si queremos evitar los pesados aparatos burocr¨¢ticos, las manifestaciones ostentosas y las inepcias pol¨ªticamente c¨® nsentidas. Habr¨¢ que ser realistas e inflexibles para impedir que prosperen esas malas hierbas y para no permitir que surjan duplicaciones con la Administraci¨®n central.
La autonom¨ªa es algo demasiado serio para dejarla al albur de improvisaciones y fantas¨ªas, que tienen muy poco que ver con el estudio profundo de los problemas y con la imaginaci¨®n creadora. Sobre todo cuando la prbvincia de Madrid est¨¢ en un momento cr¨ªtico de su propio devenir, por la Presi¨®n de su recrecida poblaci¨®n, camino ya de los cinco millones de habitantes, sobre un territorio bien menguado de poco menos de 8.000 metros cuadrados. .
Casi todo est¨¢ en peligro. Las sierras de Guadarrama y de Somosierra se ven acosadas por la continuada invasi¨®n de las urbanizaciones de segundas residencias, los espacios naturales, como el Monte de El Pardo y su entorno, o el Soto de Vi?uelas, o el Pinar de Oriol, todav¨ªa no cuentan con verdaderas protecciones contra la contaminaci¨®n y la especulaci¨®n. Por lo dem¨¢s, en los espacios rurales -vegas del Jarama, del Taju?a y del Tajo, valles del Guadarrama y del Alberche-, lo que queda de agricultura se debate entre la contaminaci¨®n de las aguas y el abandono de tierras que se degradan a er¨ªales, solares y vertederos, a la espera de ser soporte de urbanizaciones o de una industrializaci¨®n an¨¢rquica que en parte est¨¢ comi¨¦ndose el mejor suelo agr¨ªcola de la provincia, cuando hay secanos en que podr¨ªan establecerse los nuevos pol¨ªgonos industriales y residenciales de forma racional y ordenada.
Pero hay otros muchos problemas: el paro, la educaci¨®n, la sanidad, la cultura. Por eso hay que preguntarse: ?a d¨®nde va Madrid? ?Va a seguir en su ritmo de crecimiento a no se sabe d¨®nde, o vamos a crear las condiciones para una mejor calidad de vida para todos los que viven y trabajan en esta provincia? Y si se qui ¨¦re dar una respuesta sensata a esta pregunta, no cabe duda de que habr¨¢ de tenerse en cuenta nuestra posici¨®n geogr¨¢fica. Por eso recuerdo, para terminar, las ¨²ltimas palabras de mi art¨ªculo en EL PAIS el 14 de septiembre del a?o pasado. Optando Madrid por el art¨ªculo 143 de la Constituci¨®n es evidente que esta macroprovincia, con casi el 12% de la poblaci¨®n espa?ola, y con niveles a¨²n superiores de producci¨®n e ingresos, no puede aislarse -ni f¨ªsica, ni econ¨®mica, ni socialmente- de las regiones de Castilla-Le¨®n y Castilla-La Mancha. Ser¨¢ necesario establecer un tri¨¢logo en base al art¨ªculo 145 de la Constituci¨®n, concluyendo convenios de desarrollo econ¨®mico, transportes, turismo, conservaci¨®n de espacios naturales, planes directores territoriales, etc¨¦tera. De esta forma, sin perder cada comunidad aut¨®noma su propia personalidad, el resultado ser¨¢ que Madrid desempe?ar¨¢ el papel de regi¨®n bisagra.
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