El director de un colegio mayor de Valladolid expulsa a todos los alumnos
Un episodio similar a La Casa de la Troya, pero con tintes m¨¢s dram¨¢ticos y surrealistas, han vivido recientemente los alumnos del Colegio Mayor San Juan Evangelista, de Valladolid. En la tarde del viernes, el director, Antonio Rom¨¢n, agregado de Derecho Civil, les anunci¨® que ten¨ªan tres horas de plazo para abandonar el colegio, puesto que ¨¦ste se iba a cerrar ?por la situaci¨®n de emergencia creada?.
La noticia que comunicada a los ochenta estudiantes que permanec¨ªan en el centro despu¨¦s de haber avisado a la polic¨ªa. La direcci¨®n acusa a los colegiales de promover graves disturbios e incluso de ?un grave atentado contra el vicedirector, Jaime Grufau; de tener p¨®lvora en cantidades peligrosas y de prender fuego al primer piso y romper la convivencia?.Pese a todas las gestiones llevadas a cabo por los alumnos y la mediaci¨®n de algunas autoridades, el colegio se cerr¨® y muchos alumnos, en plena ¨¦poca de ex¨¢menes, tuvieron que pasar la noche a la intemperie o buscarse acomodo en casas de amigos y conocidos. El gobernador civil y el alcalde hicieron ver a la direcci¨®n que no se pod¨ªa dejar en la calle a los estudiantes, que adem¨¢s hab¨ªan pagado hasta el 30 de junio. El vicario general trat¨® de mediar, puesto que el colegio depende del Arzobispado, pero todo fue in¨²til.
Los estudiantes reconocen que algunos -?y ellos saben qui¨¦nes?- pusieron petardos en la puerta de la habitaci¨®n del vicedirector y que hicieron pintadas contra la direcci¨®n, que ?uno quem¨® un peri¨®dico en el patio interior la noche de San Juan? y que en la habitaci¨®n de un estudiante de qu¨ªmicas hab¨ªa p¨®lvora?; pero muchas de estas acciones son gamberradas que suceden en todos los colegios sin la importancia que les han dado. ?Adem¨¢s?, a?aden, ?todo esto se ha producido despu¨¦s de que la actitud del director rompiera la convivencia en el centro ?.
En concreto acusan al director de actuar autoritaria y desp¨®ticamente, de no consultarles para nada, de amenazarles con expedientes acad¨¦mico-administrativos constantemente y de no permitir actividades culturales ?que intent¨¢bamos organizar y s¨®lo se hac¨ªan si ven¨ªan las personas que ¨¦l quer¨ªa. De su manera de actuar dan prueba estos tres datos: en una ocasi¨®n nos dijo que la democracia podr¨ªa estar bien para fuera, pero no dentro del colegio; otra vez expuls¨® a un alumno por bajar a ver la televisi¨®n en pantalones cortos, y en otra ocasi¨®n dijo p¨²blicamente que habr¨ªa que echar bromuro en las comidas y bebidas porque est¨¢bamos alterados. Su opini¨®n de la democracia, seg¨²n nos dijo una vez, es la siguiente: en una localidad, la mitad dice blanco; la otra, negro, y al final decide el tonto del pueblo?.
Para los alumnos este clima, mantenido a lo largo del a?o, ?desemboc¨® en una situaci¨®n tensa que ¨¦l no quiso solucionar, puesto que muchas veces intentamos dialogar y no nos escuch¨®. Adem¨¢s podr¨ªa haber depurado a los tres o cuatro responsables de los disturbios que denuncia, pero no tratar a ochenta se?ores, algunos de los cuales llevaban varios a?os en el colegio, como delincuentes potenciales?.
Los estudiantes, que se han visto obligados a dejar el centro, van a entablar acciones legales contra el director.
Por su parte, el director, cuando fue consultado sobre los hechos, expuls¨® a gritos a un informador, no sin antes decirle que ?no quiero saber nada de los periodistas?.
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