En torno al manifiesto sobre el uso del catal¨¢n
El editorial de EL PAIS Recelos anticatalanes, del 4-5-1981, tiene como tema ¨²nico el Manifiesto por la igualdad de derechos ling¨¹¨ªsticos en Catalu?a. No el problema de esa igualdad de derecho, los hechos que la vulneran y la pol¨ªtica nacionalista que as¨ª lo propugna, sino exclusivamente un texto y la intenci¨®n y ficha pol¨ªtica de sus Firmantes. Cabr¨ªa esperar de la importancia y actualidad del asunto una valoraci¨®n del tema, de los hechos y, en ¨²ltima instancia, una valoraci¨®n de las diversas posturas p¨²blicas manifestadas ¨²ltimamente al respecto. As¨ª sol¨ªa hacer los editoriales. EL APSI cuando los hac¨ªa a mano y as¨ª se le apreciaban. En esta ocasi¨®n, no s¨®lo hace lo contrario de lo que acostumbra y predica, sino que tergiversa, de modo expreso y literal, un texto y ofende a los firmantes y a los miles de personas que -bien en p¨²blico, bien en privado, por temor a las represalias pol¨ªticas y laborales- se han solidarizado con ellos, cuando se les acusa de pedir p¨²blicamente la vuelta del franquismo.Si todo ello es falso, si el Manifiesto no es lo que EL PAIS dice que es, ni dice las cosas que le atribuye, ni los firmantes han pedido o piden en ¨¦l un golpe fascista, y si el Manifiesto no ataca el uso oficial y p¨²blico del catal¨¢n, sino que pide sencillamente, en cumplimiento de la Constituci¨®n y del Estatuto de Autonom¨ªa, la igualdad en el uso oficial, escolar y laboral, del castellano, lengua propia de la mitad de la poblaci¨®n de Catalu?a, EL PAIS debe hacer -o, cuando menos, permitir- una reparaci¨®n a esas personas y una explicaci¨®n a sus lectores de toda Espa?a. A nadie honrar¨ªa m¨¢s que al mismo peri¨®dico la rectificaci¨®n razonable de unos juicios emitidos en un momento de crispaci¨®n evidente y excesiva., tanto en lo pol¨ªtico como en le period¨ªstico, situaci¨®n explicable, pero que en nada ayuda a mejorar la pu?alada trapera o la rabieta ideol¨®gica. Porque cualquiera, cualquiera que no sea un nacionalista obtuso, puede f¨¢cilmente comprobar, pasando simplemente un d¨ªa fuera de las alfombras de la Generalidad, que la cuesti¨®n ling¨¹¨ªstica es hoy, en todas las clases sociales, el principal motivo de inquietud. Y esa realidad, que ni la ha inventado ni la ha provocado el Manifiesto, es lo que el editorial citado no aborda siquiera, limit¨¢ndose a atacar a quienes tienen poco con que defenderse.
No querr¨ªamos tener que hacernos, tras esta radical toma de postura de un peri¨®dico tan estimable por otras razones, ciertas preguntas, ahora obligadas: ?Por qu¨¦ el Manifiesto, objeto de editorial dos meses despu¨¦s, no fue publicado, ni aun rese?ado parcialmente en el momento de su aparici¨®n? ?Por qu¨¦ se escamote¨® al lector cualquier informaci¨®n sobre el texto, la identidad y las intenciones de los firmantes, a pesar de que le fue ofrecido a EL PAIS el primer resumen del texto y una serie de datos in¨¦ditos acerca de su elaboraci¨®n a las veinticuatro horas de publicado? El ¨²nico peri¨®dico nacional que no ha dado noticia del Manifiesto es EL PAIS. ?Por qu¨¦? Resulta dif¨ªcil de aceptar que sea, simplemente, por haber sido publicado en exclusiva por Diario 16. Tambi¨¦n resulta dif¨ªcil de aceptar que sea la posible pr¨®xima edici¨®n de EL PAIS en Barcelona lo que hiciera que, en cambio, s¨ª se publicasen las r¨¦plicas oficiales de la Generalidad al Manifiesto -excluyendo los insultos, que da?ar¨ªan la imagen de ciertos pol¨ªticos catalanes en toda Espa?a-, as¨ª como que posteriormente, y en las p¨¢ginas de ?Opini¨®n?, se hayan sucedido un mont¨®n de art¨ªculos contrarios al Manifiesto, tanto de turistas madrile?os con empleos auton¨®micos como de cargos p¨²blicos de la Generalidad o representantes de posturas pol¨ªticas coincidentes en su asimiismo anticastellano. Ni un solo art¨ªculo ha podido expresar una opini¨®n diferente, favorable al Manifiesto. Como alarde de liberalismo, no est¨¢ nada mal. Esa creciente campa?a de parcialidades culmina en el editorial de marras. All¨ª se dice que el llamado manifiesto (?este es el estilo editorial de EL PAIS?) va firmado por ?2.300 intelectuales, ni uno menos?. Lo que demuestra que el editorialista no ha querido o podido leer ni siquiera el comienzo del mismo. All¨ª s¨¦ dice: ?2.300 intelectuales y profesionales, que viven y trabajan en Catalu?a?, porque resulta que son profesionales, trabajadores, obreros, la mayor parte de los firmantes y adherentes. El grupo m¨¢s numeroso fue precisamente el de los 1.500 trabajadores de Seat, mayoritariamente socialistas, que, cuando la Prensa en castellano -propaganda y negocio obligan- del nacionalismo catal¨¢n comenz¨® su campa?a contra nosotros, quiso hacernos llegar de modo expreso su solidaridad. As¨ª que no firmaban en papel de barba, ni eran funcionarios. ?Pero es que va a resultar ahora que cualquier funcionario del Estado, excepto algunos reciclados del franquismo al pujolismo es, por principio, franquista? ?Es que s¨®lo van a tener derecho, siquiera a hablar, los funcionarios escogidos a dedo por el nacionalismo? ?Es que cualquier maestro nacional que no sea flexible de cerviz o acepte irse es un enemigo p¨²blico de Catalu?a?
Invitamos al lector a procurarse un Manifiesto y a encontrar una sola, una sola de las afirmaciones que se nos atribuyen contra el uso p¨²blico o institacional del catal¨¢n. Anecd¨®tica es la preocupaci¨®n exclusiva del editorialista por la publicaci¨®n del Bolet¨ªn de la Generalidad. exclusivamente en catal¨¢n. ?Creer¨¢ tan imb¨¦ciles a los que llama ? f¨¢ciles o¨ªdos de Madrid? como para pensar que esa an¨¦cdota es la ¨²nica, y que no significa toda una pol¨ªtica? ?Es una an¨¦cdota tambi¨¦n que s¨®lo media docena de diputados al Parlamento catal¨¢n, de m¨¢s de 130, hablen en castellano, cuando la mitad de la poblaci¨®n es de esta lengua? ?Es una an¨¦cdota que incluso los partidos estatales cambien el nombre de pila de sus candidatos, bautiz¨¢ndolos catalanes, o que expedienten a los que se oponen a la pol¨ªtica asimilista? ?Cu¨¢ntos castellanohablantes hay en los cargos de poder pol¨ªtico en Catalu?a? ?Eso son an¨¦cdotas o s¨ªmbolos indudables de una discriminaci¨®n real y creciente?
?Es una an¨¦cdota sin valor la carta del ex presidente Tarradellas, en la que no s¨®lo se confirma y se denuncia la discriminaci¨®n contra los espa?oles de otras partes afincados en Catalu?a, sino que se hace directamente responsable a la Generalidad actual, empezando por Pujol, que es quien nombra a sus ministros, de la destrucci¨®n de ese ambiente de tolerancia o discrepancia civilizada que durante la transici¨®n y hasta no hace muchos meses exist¨ªa en Catalu?a? ?C¨®mo es posible, fuera de un impropio ajuste de cuentas period¨ªstico, del que el Manifiesto ha sido v¨ªctima propiciaton¨ªa, que EL PAIS quiera ignorar el profundo significado cultural y pol¨ªtico de esa crisis ling¨¹¨ªstica que hasta el ni m¨¢s ciego puede observar?Y lo que resulta vergonzosamente injusto, por ser falso a sabiendas, es que se llegue, y en un editorial nada menos, a pintarnos como ?los firmantes que se atreven a pedir la restauraci¨®n de una situaci¨®n que a tantos espa?oles, catalanes y no catalanes, nos mantuvo en el exilio o la desesperaci¨®n?. Es decir, que se nos acusa p¨²blicamente de pedir la vuelta al franquismo, que se acusa a una serie de personas conocidas y a miles de otras que, a pesar del aut¨¦ntico terrorismo laboral catalanista, les apoyan, de fascistas.
Muchos insultos y calumnias se han vertido en Catalu?a contra el Manifiesto de Barcelona, empezando por el enemigo o adversario p¨²blico de la Constituci¨®n espa?ola se?or Barrera (el que afirm¨® en el Congreso que no reconoc¨ªa m¨¢s patria que Catalu?a ni m¨¢s bandera que la catalana; el que ha dicho p¨²blicamente: ?Catalu?a no debe nada a los emigrantes?, am¨¦n del ?quien no est¨¦ contento, que se vaya?; el que hoy, como parad¨®jico protector constitucional de todos los ciudadanos de Catalu?a, predica el desprecio contra los firmantes del Manifiesto) hasta los que pescan en la ruin barca de los escritores catalanes en castellano compungido, que predican a los dem¨¢s lo que ellos no son capaces de aplicarse a s¨ª mismos, para ver si se les ?agradecen los servicios prestados? con alguna prebenda del germano-zamorano indepenentista Max Cahner. Mucho se ha dicho, pero ni los catalanistas m¨¢s tronados se han atrevido a editorializar como EL PAIS, acus¨¢ndonos directamente defachas.
Aqu¨ª el ¨²nico fascismo de acci¨®n y de opini¨®n ser¨ªa el de los que enarbolan el eslogan t¨ªpicamente franquista: ?Si no te gusta lo que hay, fuera?, pol¨ªtica de hechos consumados a la que quiere plegarse y plegarnos un ¨®rgano supuestamente liberal y espa?ol. ?Ya se ha volvidado c¨®mo y cu¨¢nto se us¨®, en el reciente pa-
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Viene de p¨¢gina 11sado, esa divisa ?el que no est¨¦ conforme, que se vaya? como para que hoy la acepten desde los ministrillos pujolistas que afirman que ?los emigrantes no tienen cultura? hasta los neonacionalistas como Aranguren o Savater, defensores de oficio de las minor¨ªas que dan alg¨²n provecho?
?La desesperaci¨®n y el exilio? es lo que intentan provocar los que pintan insultos -eso s¨ª, en catal¨¢n normalizado- en nuestros lugares de trabajo o en las puertas de nuestros domicilios -en alg¨²n caso hasta tres noches consecutivas- Fascismo sin careta es el de las amenazas de muerte a quienes presiden centros adheridos al Manifiesto. An¨¦cdota, no muy anecd¨®tica, pero muy fascista, es la expulsi¨®n de uno de los fundadores del Frente de Liberaci¨®n Homosexual de Catalu?a, por cierto de los que hablan catal¨¢n, por haber firmado el Manifiesto. Y es que la reacci¨®n contra ¨¦ste ha sido la mejor demostraci¨®n de esa situaci¨®n de intolerancia feroz hacia todo el que no asuma el dogma de la catalanizaci¨®n ling¨¹¨ªstica impuesta por el nacionalismo.
Que encima de estar pasando todo esto, se nos llame ahora en Madrid, aunque sea dictado desde Barcelona, fascistas 1 nosotros es algo que clama al cielo. ?Y qui¨¦nes son esos golpistas? ?Los socialistas y sindicalistas que son el grupo mayor del Manifiesto se han convertido de represaliados por el franquismo en sus restauradores? ?Los obreros de la Seat son el ej¨¦rcito de ocupaci¨®n neofranquista? ?Tarradellas es el cerebro de la conspiraci¨®n anticalana?
Fascismo, cre¨ªamos, es perseguir al que disiente, expulsarlo de un territorio; impedir que, incluso fuera de ¨¦l, pueda contarlo. Exactamente lo que, por poner an¨¦cdotas frescas, consiguieron, para verg¨¹enza del PSOE aragon¨¦s, Carlos Barra? y otros dem¨®cratas a la catalana, vetando a un representante del Manifiesto en el congreso Problemas del biling¨¹ismo en Espa?a, celebrado el 9 y 10 de mayo en Zaragoza. ?Pero no, somos nosotros, los que en algunos casos tendremos que irnos a empujones, despu¨¦s de muchos a?os en Catalu?a, los fascistas!
Que todav¨ªa hay una parte de escolares de lengua catalana que no pueden recibir toda la ense?anza en su lengua materna es todav¨ªa, tristemente cierto; pero que ya hay miles de escolares de lengua castellana que, adem¨¢s de la ense?anza obligatoria del catal¨¢n que la Generalidad reconoce superior al 95 %,ya no pueden recibir toda la ense?anza en su propia lengua, sin que ni la Generalidad ni el Estado tengan intenci¨®n de garantizar lo que la Constituci¨®n y el Estatuto dicen, es, repetimos, ya, un hecho flagrante y sangrante, que no tiene nada de anecd¨®tico y todo de anticonstitucional. Que todav¨ªa no haya acabado de repararse una injusticia no es motivo, que pueda justificar el que ya haya empezado otra.
Nosotros hemos pedido un censo ling¨¹¨ªstico, un mapa l¨ªng¨¹¨ªstico escolar y la explicaci¨®n de c¨®mo la Generalidad va a garantizar efectivamente, y empezando por la escuela y la universidad, esa igualdad de derechos ling¨¹¨ªsticos exigida por las leyes de nuestra democracia. Se nos ha respondido con insultos, amenazas y provocaciones. Ya los hemos o¨ªdo. Ahora esperamos razones y explicaciones. Y si EL PAIS no es capaz de ofrecer en su editorial las segundas, deber¨ªa evitar su participaci¨®n con los primeros en la ?caza del firmante?, por m¨¢s honorables que se titulen sus cazadores. Mientras no se demuestre lo contrario, y no se demuestra, los ¨²nicos dem¨®cratas somos los que exigimos el cumplimiento de la Constituci¨®n, y los ¨²nicos totalitarios o fachas son los que, por acci¨®n u omisi¨®n, impiden que se cumpla. En este mismo peri¨®dico, para mayor escarnio, est¨¢n publicados textos en nuestra l¨ªnea y con nuestro nombre hace no mucho tiempo. Ah¨ª est¨¢n y ah¨ª est¨¢ el Manifiesto para que el lector juzgue si ese editorial no es acaso el m¨¢s desoladoramente injusto de los cinco a?os de EL PAIS. Eso, si es que todav¨ªa no han convencido al lector de que criticar la pol¨ªtica ultranacionalista de un departamento de la Generalidad es desestabilizar la democracia espa?ola, y no, como pensamos nosotros, defenderla.
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