Mitolog¨ªa para todos
Cuando una pel¨ªcula se presenta ?para todos los p¨²blicos? se entiende que va dirigida fundamentalmente para un p¨²blico infantil, no importa de qu¨¦ edad. Tal sucede con esta especie de repaso a la mitolog¨ªa griega, en la que las costumbres licenciosas de los dioses -licenciosas para la moral de los humanos, se entiende- tan s¨®lo se mencionan de paso para contarnos sus consecuencias en esta tierra humilde y pecadora.Y es el caso que los ni?os siguen con atenci¨®n las aventuras de Perseo, un robusto gal¨¢n, mezcla de Raphael y Urtain, que, a lomos de Pegaso, cruza en la barca de Caronte la laguna Estigia para cortarle la cabeza a la Medusa, en singular combate. Cada triunfo es recibido con juveniles aclamaciones, tal como deb¨ªa de suceder en tiempos de los griegos, en los mismos teatros alzados para representar sus avatares.
Furia de titanes
Gui¨®n: Beverly Cross. Direcci¨®n: Desmond Daves. Efectos visuales: Ray Harryhavsen. Int¨¦rpretes: Harry Hamilin, Judi Bowker, Burgess Meredith, Maggie Smith, Ursula Andress, Claire Boom, Sian Philiphs, Flora Rosson, Lawrence Olivier. EE UU. 1981. Mitol¨®gica. Locales de etreno: Palafox y Arlequ¨ªn.
Tras de agotar el fil¨®n de la Biblia, en versiones que han ido desde De Mille a Huston, el cine parece haber vuelto sus ojos a los cielos y los mares de Grecia, haciendo de sus inmortales h¨¦roes de ciencia-ficci¨®n con alusiones claras a historias anteriores. As¨ª, el falso b¨²ho de Minerva recuerda dema siado al peque?o robot de La guerra de las galaxias, parecido que no pasa desapercibido ni a los adolescentes ni a mayores que, por su cuenta y riesgo, miran y escuchan sin el pretexto de acompa?ar a los peque?os.
Realizada con todo el lujo de efectos visuales que hoy el cine ofrece y exige, su Olimpo lleno de nombres estelares es buena muestra de como los antiguos dioses eran inmarchitables, contemplando y reconociendo a Lawrence Olivier y Claire Boom, imprescindibles en tales cometidos, e, incluso, a una Ursula Andress, con sus rostros rejuvenecidos con la ayuda de un eficaz maquillaje.
Burgess Meredith -al fin y al cabo mortal- acusa en cambio el paso de los a?os a lo largo de esta especie de antolog¨ªa en fasc¨ªculos, brillante serial editado con todo lujo de detalles, cr¨®nica de un tiempo en que dioses y hombres, esclavos de un destino com¨²n, solventaban entre el cielo y la tierra su problemas del mundo, los demonios y la carne.
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