Futuro de las telecomunicaciones en Espa?a
En 1975 el empleo en el sector alcanzaba el n¨²mero de 46.000 personas, 12.000 de las cuales trabajaban en empresas de menos de 250 trabajadores. En 1980 el n¨²mero total se ha reducido a 40.000, de los que 9.000 corresponden a las peque?as empresas. Han desaparecido, por tanto, 6.000 puestos de trabajo distribuidos equitativamente entre las empresas de m¨¢s y menos de 250 trabajadores.Los empresarios del sector, y principalmente los dirigentes del grupo ITT en Espa?a, parecen estar empe?ados en explicar la naturaleza del problema en base, ¨²nica y exclusivamente, a la reducci¨®n de las inversiones de Telef¨®nica.
Sin embargo, hay que se?alar que la ca¨ªda del n¨²mero de l¨ªneas telef¨®nicas que se fabricar¨¢n en 1981 con respecto a las que se fabricaron en 1975 se ve compensado principalmente con la ca¨ªda del empleo en el sector, de la que habl¨¢bamos anteriormente.
Existen, por tanto, razones diferentes de las coyunturales para explicar los problemas de empleo en el sector: las innovaciones tecnol¨®gicas que ya se est¨¢n produciendo y la preparaci¨®n del terreno para las que se producir¨¢n en los pr¨®ximos a?os con una tendencia a acelerarse.
La mayor¨ªa de las previsiones establecen que entre 1985. y 1990 se realizar¨¢ un 50% de la producci¨®n total, de acuerdo con las nuevas tecnolog¨ªas, lo que supondr¨ªa, si se mantuviese el resto de las condiciones actuales, una p¨¦rdida de 15.000 puestos de trabajo.
El impacto de las innovaciones y sus condiciones
El impacto de la renovaci¨®n tecnol¨®gica en el empleo se puede acentuar en el caso de Espa?a, y ello por tres razones:
a) La situaci¨®n de crisis econ¨®mica, superior en gravedad a la de otros pa¨ªses, que no permite ser optimista con respecto a posibles trasvases de mano de obra a otros sectores.
b) Una dependencia tecnol¨®gica mayor que la de los pa¨ªses de la CEE, que sit¨²a a Espa?a en una posici¨®n de extrema debilidad dentro del proceso de redivisi¨®n del trabajo que se est¨¢ produciendo en el plano internacional.
c) La ausencia de una pol¨ªtica clara de telecomunicaciones que se acent¨²a por la existencia del binomio Telef¨®nica-Gobierno, con un contrato de concesi¨®n del servicio absolutamente desfasado y con una falta de iniciativa del Gobierno para asumir la responsabilidad que puede ejercer como accionista mayoritario de CTNE.
Como consecuencia de estos dos ¨²ltimos puntos, las multinacionales se encuentran con un terreno en el que pueden campar por sus respetos.
La libertad de movimiento de las multinacionales en una situaci¨®n como esta puede conducir a dos tipos de actuaci¨®n por su parte:
a) Que decidan el desmantelamiento de sus plantas en Espa?a, concentrando la producci¨®n en otros pa¨ªses, funcionando en nuestro pa¨ªs ¨²nica y exclusivamente en el terreno de la comercializaci¨®n.
b) Que conviertan sus f¨¢bricas en plantas de ensamble sin aporte o con el m¨ªnimo aporte tecnol¨®gico nacional.
El primer caso es el m¨¢s improbable, porque forzada de alguna forma a un debilitamiento de la posici¨®n de algunas multinacionales en el mercado espa?ol, lo que ser¨ªa incompatible con su competencia.
El segundo caso es el m¨¢s probable y coincidir¨ªa de alguna forma con la tendencia observada en otros sectores como el del autom¨®vil.
Cualquiera de los dos casos supondr¨ªa un duro golpe a la industria espa?ola de telecomunicaciones y nos situar¨ªa en la pendiente del subdesarrollo en este campo.
El papel que puede jugar el Estado
El Estado puede influir en el futuro de la industria de telecomunicaciones sin necesidad de forzar los esquemas de mercado en los que actualmente se mueve la Telef¨®nica. Para ello deber¨ªa hacer uso de su condici¨®n de accionista mayoritario en dicha compa?¨ªa y del car¨¢cter de primer cliente nacional que ella tiene. No conviene olvidar que los planes de Telef¨®nica para los pr¨®ximos seis a?os suponen una demanda de equipos por un valor cercano a los 300.000 millones de pesetas.
El objetivo de esta presi¨®n a las multinacionales, en base a los criterios expuestos, ser¨ªa doble:
a) Que la industria fuese rentable y competitiva en el mercado mundial, y no s¨®lo una oficina de montaje para Espa?a.
b) Que en funci¨®n de lo anterior se asegurase a Espa?a un puesto aceptable dentro de la divisi¨®n internacional del trabajo dentro del sector y, especialmente, en el campo tecnol¨®gico.
La actitud de los sindicatos
Las multinacionales de telecomunicaciones que operan en Espa?a est¨¢n buscando financiaci¨®n del sector p¨²blico de formas variadas: ITT, a trav¨¦s de regulaciones temporales de jornada en Marconi, etc¨¦tera; la Ericksson, mediante despidos pactados con una indemnizaci¨®n y paso al seguro de desempleo y tambi¨¦n con regulaciones temporales.
La aportaci¨®n de financiaci¨®n p¨²blica en la forma que sea no se puede hacer si no existen contrapartidas, y ¨¦stas no pueden ser m¨¢s que las que expon¨ªamos en el punto anterior, y la aceptaci¨®n de unos puntos de negociaci¨®n que de alguna manera contribuyan a solucionar el futuro problema de empleo.
Los sindicatos no podemos oponemos a la renovaci¨®n tecnol¨®gica porque ello no s¨®lo no soluciona el problema, sino que lo agravar¨ªa, ya que la demanda, tanto nacional como de exportaci¨®n, tender¨¢ progresivamente a dirigirse a los productos m¨¢s evolucionados. Sin embargo, los sindicatos debemos exigir que exista una actuaci¨®n que solucione los problemas desde la perspectiva de una salida negociada.
En estas condiciones podemos discutir y estudiar cualquier alternativa; sin ellas no nos queda m¨¢s salida que la oposici¨®n.
Las bases de una negociaci¨®n
La salida que est¨¢n avanzando los sindicatos de la Europa comunitaria es la de los acuerdos negociados para la implantaci¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas. Nosotros pensamos que el tema debe ir por ah¨ª y que los puntos que se deber¨ªan abordar ser¨ªan los siguientes:
a) Acuerdo sobre implantaci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas en el servicio telef¨®nico nacional, haci¨¦ndola lo m¨¢s lenta posible y compatible con la penetraci¨®n en mercados de exportaci¨®n, que se har¨¢ necesariamente en los nuevos sistemas.
b) Acuerdo sobre homologaci¨®n de sistemas telef¨®nicos que fuerce a la necesidad de un grado de nacionalizaci¨®n lo m¨¢s alto posible de los productos, recortando tambi¨¦n al m¨¢ximo posible la importaci¨®n de sus componentes.
c) Evaluaci¨®n del exceso de mano de obra que se producir¨¢ en los per¨ªodos correspondientes.
d) Anticipaci¨®n de jubilaciones mediante acuerdos colectivos.
e) Acuerdo programado sobre reducci¨®n de jornada, tendiendo a alcanzar la jornada de 35 horas semanales en 1984.
f) Planificaci¨®n de los nuevos mercados creados por la innovaci¨®n tecnol¨®gica.
g) Posibilidad de absorci¨®n de mano de obra en los servicios (CTNE), as¨ª como en los sectores electr¨®nicos con importaciones fuertes (RTVE, Defensa, etc¨¦tera).
h) Planificaci¨®n de pedidos del Gobierno en ¨¢reas como la Direcci¨®n General de Correos y Tel¨¦grafos, RTVE, organismos p¨²blicos, etc¨¦tera.
i) Plan Inform¨¢tico Nacional.
Evidentemente, todos estos puntos fuerzan a una negociaci¨®n en la que participen los sectores afectados, que en este caso son: sindicatos, las empresas del sector, Telef¨®nica y el Estado. La exclusi¨®n de cualquiera de estos sectores dejar¨ªa coja la negociaci¨®n, por todo lo que hemos expuesto. No basta con que, se diga, como har¨ªa recientemente una directiva de ITT en Espa?a, que hay que acogerse al decreto de reconversi¨®n de una forma ambigua: hay que dar alternativas.
La introducci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas avanza, y retrasar las soluciones del problema ser¨ªa aumentar el coste social y econ¨®mico. La pasividad con que se mueve el Gobierno no produce sino alarma en los sectores afectados y s¨®lo beneficia a las multinacionales, que, pese a todo, contin¨²an movi¨¦ndose. Soluciones hay y no ser¨¢n los trabajadores los culpables de que no se llegue a ellas.
*Son autores de este art¨ªculo
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