La vida intelectual en Espa?a durante la Rep¨²blica / 2
Fue una ¨¦poca de indudable esplendor intelectual. Tengo una imagen refulgente de mis a?os universitarios, de 1931 a 1936, y en buena proporci¨®n mi vida personal se ha nutrido de aquellos a?os, de lo que en ellos adquir¨ª. No s¨®lo conocimientos, aunque fueron muchos para lo que permiten cinco a?os. Pero me he nutrido, sobre todo, de las ra¨ªces, de la manera de implantaci¨®n en la vida intelectual y en Espa?a en su conjunto, de la actitud y la moral intelectual que hice m¨ªas en aquel tiempo.Sin embargo, hay que hacer una restricci¨®n. ?Es que en la Rep¨²blica se produce un verdadero incremento de la creaci¨®n intelectual y literaria? Hay que contestar que no.
En 1894 empieza a germinar en Espa?a, mientras las generaciones anteriores, las del siglo XIX, est¨¢n plenamente vigentes, una nueva actitud, por lo pronto literaria, luego intelectual en general, y empiezan a publicarse algunos libros de autores nuevos. No en el sentido de que eran j¨®venes, sino en el de que inician una ¨¦poca nueva, significan un cambio de actitud y de instalaci¨®n en la vida. Benavente, e n primer lugar; Valle-Incl¨¢n, Unamuno, Men¨¦ndez Pidal; son los primeros, los que inician la generaci¨®n del 98, cuya entrada en la historia como tal generaci¨®n acontece, sino me equivoco, en 1901.
De 1894 (el a?o de La verbena de la Paloma, no se olvide) es El nido ajeno, la primera obra de Benavente: y Femeninas de ValleIncl¨¢n; en 1895 se publica en La Espa?a Moderna la serie de ensayos de Unamuno En torno al casticismo, de 1896 es La leyenda de los infantes de Lara, de Men¨¦ndez Pidal. En estos mismos a?os se publican todas las obras de Ganivet, muerto en 1898. En 1897, la ¨²ltima gran novela de Gald¨®s, Misericordia, y la primera de Unamuno, Paz en la guerra: una es la ¨¦poca que termina, y la otra, la que empieza.
Desde entonces se van publicando en Espa?a libros nuevos, originales, creadores, egregios; algunos de ellos, geniales. Y esto se va desarrollando sin interrupci¨®n hasta 1936. Pero un poco menos durante los a?os de la Rep¨²blica; es un hecho que hay que se?alar y que suele desconocerse, por una inercia que llevar¨ªa a pensar lo contrario.
Si se toma un per¨ªodo inmediatamente anterior, 1925-1930, y se compara con 1931-1936, se encuentra, para unos cuantos autores importantes, lo siguiente. Llamo A al primer tiempo, y B, al segundo:
Unamuno: A: La agon¨ªa del cristianismo, De Fuerteventura a Par¨ªs, C¨®mo se hace una novela. B: San Manuel Bueno, m¨¢rtir, El hermano Juan.
Valle-Incl¨¢n: A: Tirano Banderas, La corte de los milagros, Viva mi due?o, La reina castiza. B: Baza de espadas (parcialmente en forma de libro s¨®lo despu¨¦s de la guerra).
Baroja: A: La nave de los locos, Las mascaradas sangrientas, Divagaciones apasionadas, Entretenimientos, Humano enigma, La senda dolorosa, Los pilotos de altura, Los amores tard¨ªos, El nocturno del hermano Beltr¨¢n. B: La estrella del capit¨¢n Chimista, A viraneta, Las noches del Buen Retiro.
Azor¨ªn: A: Do?a In¨¦s, Los Quinteros y otras p¨¢ginas, Old Spain, Brandy, mucho brandy; Comedia del arte, El clamor, Lo invisible, F¨¦lix Vargas, Andando y pensando, Blanco en azul, Superrealismo, Angelita, Pueblo. B: Cervantes o la casa encantada, Lope en silueta, La guerrilla.
Antonio Machado: A: Nuevas canciones, Poes¨ªas completas. Con su hermano Manuel: Desdichas de lafortuna o Julianillo Valc¨¢rcel, Juan de Ma?ara, Las A delfas, La Lola se va a los puertos. B: La prima Fernanda, La Duquesa de Benamej¨ª (Manuel solo; Phoenix).
Maeztu: A: Don Quijote, Don Juan y la Celestina. B: Defensa de la Hispanidad.
Men¨¦ndez Pidal: A: Or¨ªgenes del espa?ol, La Espa?a del Cid. B: Supervivencia del poema de Kudrun, El Imperio Romano y su provincia.
Ortega: A: El espectador (vol¨²menes IV, V, VI y VII), La deshumanizaci¨®n del arte, Esp¨ªritu de la letra, Kant, Misi¨®n de la Universidad, La rebeli¨®n de las masas (y el curso, publicado despu¨¦s de su muerte, ?Qu¨¦ es filosof¨ªa?). B: El espectador (volumen VIII), Pr¨®logo a obras, Goethe desde dentro, Historia como sistema (en ingl¨¦s) (y el curso, publicado despu¨¦s de la guerra, En torno a Galileo).
Gabtiel Mir¨®: A: El obispo leproso, A?os y lenguas.
P¨¦rez de Ayala: A: Tigre Juan, El curandero de su honra.
Am¨¦rico Castro: A: El pensamiento de Cervantes, Santa Teresa.
Mara?¨®n: A: Sexo, trabajo y deporte, Tres ensayos sobre la vida sexual, Amor, conveniencia y eugenesia, Ensayo biol¨®gico sobre Enrique IV y su tiempo. B: Amiel, Las ideas biol¨®gicas del P. Feijoo, El Conde-Duque de Olivares, Ra¨ªz y decoro de Espa?a, Vocaci¨®n y ¨¦tica.
Ram¨®n G¨®mez de la Serna: A: El drama del palacio deshabitado, El torero Caracho, La mujer de ¨¢mbar, ?l caballero del hongo gris, La Nardo, Caprichos, Goller¨ªas, Goya, Efigies, Azor¨ªn, La malicia de las acacias, Seis falsas novelas, El due?o del ¨¢tomo, Los medios seres, y varias colecciones de Greguer¨ªas. B: Polic¨¦falo y se?ora, Elucidario de Madrid, El Greco, La hiperest¨¦sica, ?Rebeca!, y nuevas colecciones de Greguer¨ªas. (Sin duda, ambas listas son incompletas; en Madrid se decia: ?Ram¨®n escribe todo lo que piensa, publica todo lo que escribe y regala todo lo que publica?).
Pedro Salinas: A: V¨ªspera del gozo, Seguro azar. B: F¨¢bula y signo, La voz a ti debida, Raz¨®n de amor.
Jorge Guill¨¦n: A: C¨¢ntico.
Garc¨ªa Lorca: A: Canciones, Romancero gitano, Mariana Pineda, La zapatera prodigiosa. B: Poema del cantejondo. Llanto por Ignacio S¨¢nchez Mej¨ªas, Bodas de sangre, Yerma, Do?a Rosita la soltera, Amor de Don Perlimpl¨ªn con Belisa en sujard¨ªn, Retablillo de Don Crist¨®bal (y, por supuesto, obras p¨®stumas, como Poeta en Nueva York, La casa de Bernarda AIba, etc¨¦tera).
Gerardo Diego: A: Versos humanos. B: Viacrucis, F¨¢bula de Equis y Zeda.
Alberti: A: Marinero en tierra, La amante, El alba del alhel¨ª, Cal y canto, Sobre los ¨¢ngeles, Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, Sermones y moradas. B: Un fantasma recorre Europa, Trece bandas y cuarenta y ocho estrellas, Ferm¨ªn Gal¨¢n, El hombre deshabitado.
Vicente Aleixandre: A: Ambito. B: Espadas como labios, La destrucci¨®n o el amor.
Rosa Chacel: A: Estaci¨®n ida y vuelta. B: A la orilla de un pozo.
Se podr¨ªa continuar y completar, pero estas muestras bastan para ver dos cosas: primero, que ambos per¨ªodos, el inmediatamente anterior a la Rep¨²blica y el que coincide con ella, fueron sencillamente espl¨¦ndidos; segundo, que la producci¨®n del primero de estos per¨ªodos es mucho mayor y m¨¢s importante que la del segundo.
Por cierto, no ser¨ªa dif¨ªcil encontrar textos de toda esta ¨¦poca en que se habla de la decadencia intelectual de Espa?a. Esto se dice entre nosotros siempre: situaci¨®n lamentable, pobreza, no hay nada, p¨¢ramo. Esto se ha dicho y se sigue diciendo y se dir¨¢, supongo, hasta la consumaci¨®n de los siglos, si Espa?a sigue existiendo. Pero no hay que hacer mucho caso de lo que se dice, y vale m¨¢s la pena mirar, ver qu¨¦ pasa realmente. La lista de libros que he dado, y que es muy incompleta, y se reduce a doce a?os, es absolutamente asombrosa.
Pero queda un resto de sorpresa, de extra?eza, que contrasta con lo que suele creerse. Resulta que, siendo espl¨¦ndida la producci¨®n intelectual y literaria de los a?os de la Rep¨²blica, es inferior a la de los a?os anteriores. Entonces, ?qu¨¦ pasa con ese esplendor de la Rep¨²blica, que todav¨ªa irradia sobre nosotros? ?Qu¨¦ fue de aquella promesa, de aquella esperanza? Hay que cambiar de punto de vista: la indiscutible ventaja, el avance de la Rep¨²blica, en la vida intelectual, estuvo en las instituciones.
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