El Gobierno franc¨¦s impone dif¨ªciles condiciones para la existencia de "radios libres"
El efervescente mundo de las radios libres en Francia teme que sus esperanzas en el nuevo poder socialista no hayan sido m¨¢s que una ilusi¨®n pasajera. El ministro de la Comunicaci¨®n, Georges Fillioud, acaba de exponer las normas que reglamentar¨¢n la existencia de esas emisoras durante los meses pr¨®ximos, en espera de que el Gobierno elabore un estatuto del audiovisual, que el oto?o inmediato ser¨¢ sometido a la aprobaci¨®n de la Asamblea. Las condiciones exigidas por Fillioud se consideran indigentes y se teme que inspiren, en parte al menos, la futura nueva ley de la radio y televisi¨®n francesa.
Hace ya tres a?os que la pirater¨ªa radiof¨®nica dio se?ales de vida en este pa¨ªs. El poder giscardiano, que, de todos los de la V Rep¨²blica, fue el que amordaz¨® m¨¢s eficazmente el monopolio de lo audiovisual, tuvo con eficacia parecida la provocaci¨®n que supon¨ªan las radios libres.Con la llegada al poder del presidente Fran?ois Mitterrand, en este sector tambi¨¦n son¨® la hora del cambio. En pocas semanas aparecieron emisoras piratas en todo el territorio nacional. S¨®lo en Par¨ªs se supone que existen dos docenas. Las autoridades empezaron a temer la creaci¨®n de una situaci¨®n ?de anarqu¨ªa a la italiana? y el Gobierno prepara activamente una nueva ley que reformara el monopolio estatal de radio y televisi¨®n y que reglamentara la existencia de las futuras radios libres, que en estos momentos a¨²n se asimilan a la pirater¨ªa.
Ese proyecto de ley ser¨¢ aprobado por los diputados en octubre o noviembre. En el contexto de la nueva ciudadan¨ªa que los socialistas quieren ofrecerles a sus conciudadanos, fundada en el m¨¢ximo posible de libertad, ese nuevo estatuto del audiovisual debiera cortar definitivamente el cord¨®n umbilical que une en este pa¨ªs el Gobierno a los medios informativos estatales. M¨¢s simplemente: se acabaron la radio y televisi¨®n estatales, servicio p¨²blico en teor¨ªa, pero esclavos de los intereses del presidente de la Rep¨²blica y de su Gobierno en la pr¨¢ctica.
Los responsables de las radios libres se preguntan si va a ser as¨ª, a la vista de las condiciones draconianas que les exige el ministro de la Comunicaci¨®n para que existan legalmente, en espera de una ley definitiva: finalidad no lucrativa, comunicaci¨®n social pr¨®xima -es decir, su ¨¢rea de escucha no debe exceder un barrio o una aglomeraci¨®n peque?a-, emisora de potencia d¨¦bil y controlada oficialmente, difusi¨®n de programas originales, prohibici¨®n de creaci¨®n de redes de emisoras y prohibida tambi¨¦n la publicidad comercial.
Prohibida la publicidad
Este ¨²ltimo punto es el que se considera m¨¢s grave. ?C¨®mo existir y c¨®mo profesionalizarse sin medios econ¨®micos? En un primer tiempo, el Ministerio de la Comunicaci¨®n hab¨ªa anunciado que las radios libres podr¨ªan admitir publicidad, pero que ser¨ªa reglamentada la tasa horaria (cinco minutos por hora se adelant¨®).Un an¨¢lisis diferente del problema parece que le ha aconsejado otro enfoque. Si el futuro estatuto confirmase la pobreza oficial de las emisoras libres, su existencia ser¨¢ marginal, y su alcance, reducido. En efecto, en primer lugar, las grandes emisoras, llamadas perif¨¦ricas (Europa 1 y Radio Tele-Luxemburgo), a partir del momento en que surgieron las emisoras piratas, refuerzan constantemente sus filiales de provincias para prepararse ante la competencia.
Por otra parte, seg¨²n las indicaciones oficiales, el nuevo estatuto del audiovisual prohibir¨ªa las emisoras financiadas por los partidos pol¨ªticos, por los sindicatos, por las firmas comerciales y por las municipalidades.
Nadie duda, por ahora, que el poder socialista no puede permitirse el lujo de descentralizar pol¨ªtica y administrativamente y, por otro lado, mantener intacto el poder absoluto que ejerce sobre la libertad de expresi¨®n desde ese regalo que es el monopolio estatal de la radio y televisi¨®n. Pero las buenas intenciones de cambio en un sector que incide tan directamente en la opini¨®n p¨²blica se teme sean recortadas. En ¨¦ste, como en otros terrenos de la pol¨ªtica mitterrandista, se confrontan tendencias opuestas: la que estima que es menester mantener virgen el monopolio del audiovisual para formar y para educar a las gentes y la que desea correr el riesgo de la competencia que conlleva, en este como en otros aspectos, la l¨®gica de la sociedad de mercado.
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