Israel: la violencia simple
Miles de voces de protesta, en¨¦rgicas, contundentes, eficaces, se alzaban en Occidente cuando, a principios y mediados de los a?os setenta, alg¨²n grupo de extremistas y fan¨¢ticos -desesperados- palestinos, siempre escindido de la OLP, comet¨ªa un acto de barbarie terrorista. Mayo de 1972: matanza de veintiocho personas en el aeropuerto de Tel Aviv a cargo de un comando suicida japon¨¦s. Juegos Ol¨ªmpicos de Munich: otras diecisiete v¨ªctimas. Antes y despu¨¦s se produjeron varios secuestros de aviones, con diferente resultado. El 8 de septiembre de 1973 el secretario general de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, solicitaba la inclusi¨®n del tema "terrorismo" en la agenda de la Asamblea General.Sin embargo, los debates producidos en torno a ese tema fueron infructuosos y la comunidad internacional no dispone hoy en d¨ªa de una convenci¨®n sobre terrorismo de car¨¢cter universal. En la ONU, tal como fue originariamente presentado por Waldheim, el asunto terrorismo deber¨ªa haber sido considerado as¨ª: "Medidas para prevenir el terrorismo y otras formas de violencia que pongan en peligro u ocasionen la muerte de seres inocentes o amenacen las libertades fundamentales". Pero he aqu¨ª que, a propuesta del embajador Baroody, de Arabia Saud¨ª (no precisamente un guerrillero palestino), la Asamblea General enmend¨® este t¨ªtulo e incluy¨® la siguiente significativa frase: "Medidas para prevenir... y el estudio de las causas subyacentes de todas aquellas formas de terrorismo y actos de violencia que se deriven de la miseria, frustraci¨®n, agravio y desesperaci¨®n que llevan a algunas personas a sacrificar vidas humanas, incluidas las suyas propias, en un intento de conseguir un cambio radical".
En las discusiones de las Naciones Unidas, una minor¨ªa de Estados occidentales, dirigidos por Estados Unidos, insisti¨® in¨²tilmente en que los actos terroristas eran separables de su motivaci¨®n pol¨ªtica o social y que hab¨ªan de ser tratados como delitos, comunes. La XXVII Asamblea de la ONU adopt¨® abrumadoramente la tesis contraria. Desde entonces, la opini¨®n mundial se halla dividida. Verano de 1976: un comando israel¨ª masacra en Uganda a los secuestradores de un avi¨®n de Air France. Ford, Schmidt y Giscard felicitan a Israel por lo que, en palabras de Waldheim, constituy¨® una grave violaci¨®n del derecho internacional.
En 1981, Beguin, primer ministro de Israel, que logr¨® renombre llevando a cabo acciones terroristas contra el Ej¨¦rcito brit¨¢nico hace unas d¨¦cadas, ha tachado a Schmidt de colaborador de los nazis durante la segunda guerra mundial. Tan s¨®lo porque el hoy canciller alem¨¢n y algunos otros dirigentes europeos han comenzado a entender que el pueblo palestino tiene derecho a la autodeterminaci¨®n. Y ello sin menoscabo del derecho de Israel a existir como Estado.
Pero Israel, o por lo menos quienes apoyan a Beguin, se niega a comprender que la soluci¨®n al problema de Palestina no se halla en la fuerza bruta. El Gobierno de Israel nos est¨¢ dando muestra una vez m¨¢s estos d¨ªas de la forma absurda e in¨²til en que ejerce su violencia. Los bombardeos masivos, feroces, crueles, de la poblaci¨®n en pleno L¨ªbano, en su capital Beirut, son signos de barbarie. Como de costumbre, las reacciones israel¨ªes son desproporcionadas. Producen centenares de muertos entre la poblaci¨®n civil, normalmente entre los refugiados palestinos que, hacinados en m¨ªseros campamentos, padecen hambre y todo tipo de miserias colectiva y cotidianamente. Tales actos evidencian a un tiempo la ceguera y la prepotencia de Israel, quien paulatinamente se va enajenando cada vez a m¨¢s amplios sectores de opini¨®n. Israel no respeta las normas civilizadas delderecho, internacional ni cuando bombardea d¨ªa tras d¨ªa el L¨ªbano -un pa¨ªs soberano con el que no est¨¢ en guerra- ni cuando env¨ªa a sus aviones a destruir en Iraq, a centenares de kil¨®metros, una central nuclear destinada a usos pac¨ªficos.
Israel se equivoca con estas acciones. Se equivoca al anexionarse violentamente Jerusal¨¦n. Yerra al creer que masacrando literalmente a los palestinos en sus campos de refugiados lograr¨¢ desmoralizar al pueblo palestino. No se hunde as¨ª a un pueblo y parece mentira que el pueblo jud¨ªo -que fue v¨ªctima de parecidas t¨¦cnicas a cargo de los nazis- no haya aprendido que con esos procedimientos no se doblega a una comunidad perseguida. As¨ª, se la enaltece, se la entrena para seguir el combate.
Comete Israel un tremendo error al destruir por sorpresa el reactor nuclear iraqu¨ª de Tamuz en un momento en que este pueblo concentra sus esfuerzos en la guerra con Ir¨¢n. Lo ¨²nico que consigue as¨ª es multiplicar el rencor de otro pueblo, que se preparar¨¢ para devolver el golpe m¨¢s adelante.
En fin, con su actitud de violenta intransigencia en Palestina, en el Pr¨®ximo y Medio Oriente, el Gobierno de Israel cree contribuir a garantizar su supervivencia. ?Pobre Israel! La agresi¨®n israel¨ª no s¨®lo viola la legalidad internacional y pone en peligro la paz mundial, sino que adem¨¢s incita a los palestinos -y en concreto a la OLP, su leg¨ªtimo representante- a posiciones m¨¢s radicales (cuya otra forma de violencia, m¨ªnima si se la compara con la israel¨ª, es su ¨²nica manera de recordar al mundo -incluidos los Estados ¨¢rabes- el abandono en que est¨¢n sumidos).
La acci¨®n de Israel es impropia de un Estado civilizado. No se puede acusar al enemigo de terrorista cuando se practica el terrorismo de Estado. Es imposible pretender eliminar el "terrorismo palestino" cuando se potencia, con matanzas como las del L¨ªbano de estos d¨ªas y las de 1978, la "miseria, frustraci¨®n, agravio y desesperaci¨®n" a que se refer¨ªan las Naciones Unidas y que son las causas subyacentes de ese "terrorismo".
Algo tiene que cambiar en Israel, alguien tiene que levantarse dentro de la sociedad israel¨ª contra tanta barbarie. Alguien, si se est¨¢ a tiempo todav¨ªa, debe ense?ar al Gobierno de Israel que la violencia es simple y que las alternativas a la violencia son complejas pero que la ¨²nica manera de evitar la destrucci¨®n de Israel a medio o largo plazo es propiciando una alternativa que se aleje de la violencia, por muy compleja y ardua que pueda parecer.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.