Los civiles huyen del sur de L¨ªbano, convertido en territorio militar por los bombardeos de la aviaci¨®n israel¨ª
El sur de L¨ªbano es algo como un queso gruy¨¨re que los israel¨ªes agujerean un poco m¨¢s a diario desde hace dos semanas. Las 10.000 bombas descargadas por tierra, mar y aire desde el pasado 10 de julio dan un aspecto lunar a algunos paisajes situados al sur del r¨ªo Litani. "Llegarernos pronto", afirma orgulloso el taxista que transporta en su veh¨ªculo a varios periodistas. Pronto, en su particular lenguaje, significa dos horas y media para recorrer los 65 kil¨®metros que la separan.
El tr¨¢fico, extraordinariamente fluido a partir de Sid¨®n a causa de la escasez de gasolina, se embotella, sin embargo, al abordar los puentes improvisados en sustituci¨®n de los destruidos por la fuerza a¨¦rea israel¨ª o cuando los veh¨ªculos se desv¨ªan de la carretera principal, impracticable en varios tramos, para proseguir su camino por estrechos senderos de arena entre pxlantaciones de pl¨¢tanos o naranjas.A lo largo del trayecto, el ch¨®fer comenta indignado los desperfectos en Saadiyet, donde la v¨ªa f¨¦rrea de Tiro a Beirut ha sido machacada por la marina israel¨ª. All¨ª, en Sid¨®n, la mezquita y la iglesia de la ciudad -todo un s¨ªmbolo de la "pol¨ªtica de agresi¨®n israel¨ª a dos bandas", opina el taxista- han sido tocadas por la fuerza a¨¦rea hebrea.
En por lo menos dos puentes vitales, el del r¨ªo Zahrani, situado detr¨¢s de la refiner¨ªa del mismo nombre, y el de Qasmiyeh, sobre el r¨ªo Litani, la circulaci¨®n avanza lentamente y, en muchas ocasiones, han de descender los pasajeros para evitar que los veh¨ªculos se atasquen al intentar cruzar.
Escombros
La parada permite hacerse una idea de las destrucciones causadas por los bombardeos. Las casas entre la refiner¨ªa de Zahrani y el puente s¨®lo son un mont¨®n de escombros. Tres dep¨®sitos de la refiner¨ªa, propiedad de la sociedad norteamericana Aramco, aparecen carbonizados. El oleoducto por el que corr¨ªa el crudo procedente de los yacimientos petrol¨ªferos de Arabia Saud¨ª ha sido tambi¨¦n destruido. El bombardeo de Zahrani, la ¨²nica refiner¨ªa de L¨ªbano junto con la de Tr¨ªpoli, ha provocado una grave penuria en todo el pa¨ªs. El precio de la gasolina se ha duplicado, alcanzando las 120 pesetas el litro.
En la carretera de la costa, hacia el sur, en direcci¨®n a Tiro, abundan los veh¨ªculos militares de la resistencia palestina o del Ej¨¦rcito liban¨¦s, equipados frecuentemente con bater¨ªas antia¨¦reas de diversos calibres. Hacia el norte, hacia Beirut, s¨®lo suben, en cambio, algunos autom¨®viles de refugiados cargados hasta los topes con todo tipo de bultos, en busca de un piso abandonado o de una casa de familiares.
En ambos sentidos circulan ambulancias de la Cruz Roja libanesa o del Creciente Rojo palestino, con los faros encendidos a pesar de la luz del d¨ªa.
Aprovechando un cambio de neum¨¢tico, a causa de un revent¨®n, Mustaf¨¢ Chiddi, que ha dejado su casa de las cercan¨ªas de Tiro para buscar cobijo en Beirut, narra sus peregrinaciones al borde de la carretera: "Cuando las cosas empezaron a fastidiarse en el Sur, a principios de los setenta, me vine con mi familia a la capital. Despu¨¦s, cuando estall¨® la guerra civil, regres¨¦ al pueblo, en 1975, y ahora, heme aqu¨ª, otra vez, de camino hacia el Norte, con toda mi familia, huyendo de los bombardeos".
Chiddi y su familia son casi los ¨²ltimos. Estimaciones oficiosas calculan que unas 200.000 personas -la cuarta parte de la poblaci¨®n del sur de L¨ªbano- les han precedido en estos d¨ªas, desplaz¨¢ndose provisional o definitivamente hacia el Norte.
Asnos contra aviones
A partir de Zahrani, los asnos son un elemento habitual en el paisaje. Los asnos y sus propietarios, milicianos palestinos, pueden cruzar a pie el r¨ªo Litani, moj¨¢ndose hasta la cintura, pero para los autom¨®viles hay que esperar a un tractor que les remolca hasta la otra orilla.
El mi¨¦rcoles por la tarde, veinticuatro horas despu¨¦s de nuestro paso por los r¨ªos Zahrani y Litani, la aviaci¨®n israel¨ª bombarde¨® las construcciones improvisadas que sustitu¨ªan a los puentes pulverizados, causando la muerte de 38 personas e hiriendo a otras 97.
Tiro no es la ciudad fantasma que uno se imagina. La frecuencia de las incursiones a¨¦reas israel¨ªes, la presencia de las lanchas patrulleras enemigas frente a su puerto no han cambiado, en apariencia, las costumbres de aqu¨¦llos que han decidido quedarse a vivir all¨ª a pesar del riesgo.
Calles y plazas que dan a la bah¨ªa est¨¢n repletas de transe¨²ntes que, cuando ven al periodista, se apresuran a contarle lo que padecen, sin aparente af¨¢n de protagonismo, sino m¨¢s bien, como indica un zapatero, "para que ustedes cuenten la injusticia que sufrimos con esta dichosa lluvia de fuego que nos cae encima casi a diario".
Dualidad de poderes
En L¨ªbano, la Prensa, que pide salvoconductos a palestinos, cristianos o sirios, ignoraba, hasta ahora, que el Estado liban¨¦s exigiese el cumplimiento de algunas formalidades para viajar al Sur. Los hombres de la seguridad ordenan a los corresponsales que les sigan hasta un cuartel liban¨¦s, pero, casualmente en pleno centro de Tiro, la comitiva de coches se cruza con los fedayin del puente Qasmieyh. La persuasi¨®n palestina convencer¨¢ a los libaneses de cambiar el rumbo. El cortejo de veh¨ªculos se dirige ahora hacia el cuartel de Al Fatah, principal organizaci¨®n palestina, situado en la periferia de Tiro.
All¨ª, palestinos y libaneses, disputan de nuevo en torno a su presa, pero la llegada del responsable palestino de la zona, Abu Walid, zanja la discusi¨®n: despu¨¦s de tomarse un caf¨¦, los periodistas ser¨¢n puestos en libertad. Afable, Abu Walid se excusa, tras haber comprobado los carn¨¦s de Prensa.
La an¨¦cdota ocurrida a los enviados especiales ha sido, en todo caso, reveladora de la dualidad de poderes, palestino y liban¨¦s, que prevalece en el sur del pa¨ªs.
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