Los resultados de Ottawa
UNOS DIAS antes de iniciarse la conferencia de Ottawa, la OCDE y el FMI hac¨ªan p¨²blicos sus informes sobre el estado de la econom¨ªa internacional. La OCDE iniciaba su an¨¢lisis con estas desesperanzadoras palabras: ?En la mayor¨ªa de los pa¨ªses, las perspectivas inmediatas son complejas y dif¨ªciles, y el paso de la recesi¨®n hacia una recuperaci¨®n del crecimiento se alarga, en tanto que contin¨²a la presencia de una inflaci¨®n y de un paro demasiado elevados y dif¨ªciles de reducir?. El FMI, en su World Economic Outlook, describe una econom¨ªa mundial asolada por graves desequilibrios y alerta contra el peligro de una pol¨ªtica expansionista prematura que pudiera comprometer las ganancias conseguidas en la lucha contra la inflaci¨®n.Mientras el informe de la OCDE subraya sus temores a un aumento del desempleo, el FMI toma partido contra los riesgos de una expansi¨®n apresurada capaz de reavivar las llamas devastadoras de la inflaci¨®n y de colocarnos de nuevo en una situaci¨®n equivalente a la anterior a la crisis del petr¨®leo. Los informes ilustran, de alg¨²n modo, las distintas actitudes con que se contempla la recesi¨®n y su salida.
Los franceses parecen, sobre todo, preocupados por combatir el paro y relanzar la actividad, mientras los norteamericanos se muestran casi exclusivamente interesados por contener la inflaci¨®n. Los franceses apuestan a favor de que un mayor control de la econom¨ªa, v¨ªa participaciones y nacionalizaciones, podr¨ªa suscitar la recuperaci¨®n gracias al apoyo de unos mayores d¨¦ficit presupuestarios y de una pol¨ªtica monetaria de acompa?amiento. Los norteamericanos prefieren conseguir un orden estricto, con el objetivo de mantener un rabioso equilibrio presupuestario para 1984 y una pol¨ªtica monetaria que no permita ning¨²n acomodo frente a la inflaci¨®n. Mientras los brit¨¢nicos de Margareth Thatcher se muestran partidarios incondicionales de esta postura, los canadienses de Trudeau tal vez se inclinen por Francia.
Los tres pa¨ªses restantes -japoneses, alemanes e italianos- sienten temor y recelo ante ambas posturas. Los japoneses y los alemanes han sido los aut¨¦nticos virtuosos de la dura transici¨®n de la prosperidad a la crisis, aguantando y ayudando a los dem¨¢s a soportar la recesi¨®n. Pero ahora se encuentran con que, pese a sus modestas tasas de inflaci¨®n, sus monedas son embestidas por un d¨®lar respaldado por unos altos tipos de inter¨¦s. La virtud no paga y los tipos de inter¨¦s norteamericanos presionan al alza el coste del dinero y desincentivan la inversi¨®n. Pero el riesgo de no seguir esta pauta ser¨ªa una depreciaci¨®n y el consiguiente encarecimiento del petr¨®leo importado.
El ejemplo franc¨¦s tambi¨¦n es visto con temor por alemanes e italianos, empe?ados en reducir r¨¢pidamente los d¨¦ficit de un sector p¨²blico que, en el caso concreto de Italia, provoca una desorganizaci¨®n permanente de su econom¨ªa. El d¨¦ficit ha empezado tambi¨¦n a ser una amenaza peligrosa para Alemania, donde el gasto p¨²blico representa ya m¨¢s de un 50% del PNB.
En estas circunstancias no tiene nada de sorprendente que los norteamericanos en Ottawa hayan mantenido su postura, dulcificada por algunas amables concesiones: los tipos de inter¨¦s en Estados Unidos s¨®lo comenzar¨¢n a descender a finales de a?o. Hasta entonces, el Gobierno Reagan tiene tiempo suficiente para continuar su experimento de saneamiento conservador. Ser¨¢n recortados los gastos p¨²blicos, incluidos los de defensa; las reducciones impositivas se aplazan por lo menos hasta el oto?o, y las autoridades monetarias anuncian, al inicio de la conferencia, mayor rigor en sus objetivos. Ottawa ha coincidido con una nueva subida del d¨®lar.
El presidente Mitterrand ha o¨ªdo buenas palabras a prop¨®sito de las relaciones de Europa con los pa¨ªses socialistas y del di¨¢logo Norte-Sur. El comunicado le da una buena satisfacci¨®n en estos dos puntos. Pero el experimento de nueva sociedad del socialismo franc¨¦s tendr¨¢ que v¨¦rselas con un contexto internacional presidido por el rigor monetario, una opini¨®n internacional desfavorable a los d¨¦ficit presupuestarios y un nuevo compromiso en favor de la libertad de comercio. Habr¨¢ que esperar, as¨ª pues, para ver c¨®mo se mantiene el franco y qu¨¦ ocurre con el empleo y la inflaci¨®n en Francia.
El principal compromiso internacional aceptado por los norteamericanos ha sido la reanudaci¨®n del di¨¢logo Norte-Sur. De este modo, Ottawa y Canc¨²n se unen a trav¨¦s de Washington, que parece interesada en no perder tampoco su posici¨®n de liderazgo en la negociaci¨®n con los pa¨ªses pobres. Nuestro Gobierno estar¨¢, incomprensiblemente, ausente en la cita oto?al de Canc¨²n y perder¨¢, as¨ª, una nueva oportunidad para mostrar en pol¨ªtica internacional alguna iniciativa o alternativa que no sea su machacona insistencia por llamar ante las puertas del Mercado Com¨²n y de la OTAN. Espa?a seguir¨¢ ajena a los asuntos internacionales en un foro sin duda inmejorable para los hablantes hispanos y los pa¨ªses de desarrollo medio.
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