El presidente Calvo Sotelo asistir¨¢ hoy en Bayreuth a la apertura del 70? Festival de Ricardo Wagner
Las representaciones de ¨®peras se inician con "Trist¨¢n e Isolda"
El presidente de Baviera, Franz Josef Strauss, y la begum Aga Khan; tres ministros del Gobierno federal, el presidente del Gobierno espa?ol, Leopoldo Calvo Sotelo, y el ministro de Asuntos Exteriores, Jos¨¦ Pedro P¨¦rez-Llorca; el presidente del Parlamento griego y el ministro de Defensa portugu¨¦s estar¨¢n presentes esta tarde, a las cuatro, cuando se inaugure en la Verde Colina de Bayreuth el 70? Festival de Richard Wagner, con la representaci¨®n de Trist¨¢n e Isolda.
Cuando el festival de Bayreuth cumpli¨® cien a?os, en 1976, el semanario de Hamburgo Der Spiegel escribi¨® que Wagner y Bayreuth superaron ?a los dioses y toda clase de crep¨²sculos, un imperio, la Rep¨²blica de Weimar, el Estado hitleriano, dos guerras mundiales, dos inflaciones y varias quiebras?. Fue en Bayreuth, hace 45 a?os, cuando los emisarios del sublevado general Francisco Franco consiguieron del f¨¹hrer Adolfo Hitler el consentimiento para que aviones alemanes transportasen las tropas del ej¨¦rcito de Africa a la Pen¨ªnsula en el decisivo paso del Estrecho.Ahora, a la org¨ªa nazi de aquellos a?os treinta le ha sucedido el triunfo de la plutocracia, y no habr¨¢ brazos levantados para recibir a un Hitler en esmoquin, sino que todo tendr¨¢ un transcurso m¨¢s civilizado y menos colosal.
En opini¨®n de los expertos, no ha tenido mucha suerte el presidente Calvo Sotelo con la representaci¨®n escogida, ?porque un Bayreuth sin El anillo de los nibelungos no es Bayreuth?. El anillo de los nibelungos no figura este a?o en la programaci¨®n.
Problemas en los ensayos
Bayreuth se inaugura con Trisl¨¢n e Isolda, y malas lenguas de personas que asistieron al ensayo general comentaron a EL PAIS que la escenificaci¨®n es colosal, ?pero el Kollo (Trist¨¢n) se queda con la voz por debajo de la orquesta, y en el tercer acto apenas se le oye-" la Maier (Isolda) est¨¢ fant¨¢stica, porque a pesar de pasar de los cincuenta tiene una voz sensacional. El papel de Isolda es un aut¨¦ntico suicidio. La orquesta toca demasiado alto para los cantantes, en esa ac¨²stica tan dif¨ªcil de Bayreuth?.Se comenta cr¨ªticamente que en el tercer acto s¨®lo aparecen Trist¨¢n, Isolda y el pastor, y la lucha se presenta como un uego de sombra detr¨¢s del escenario, un efecto barato. Adem¨¢s de Trist¨¢n e Isolda se representan este a?o Los maestros Cantores de Nuremberg, El holand¨¦s errante, Lohengrin y Parsifal.
Las nuevas escenificaciones son Trist¨¢n e Isolda, de Jean Pierre Ponnelle, con Daniel Baremboin de director de la orquesta, y Los maestros cantores de Nuremberg, con escenificaci¨®n del nieto del m¨²sico, Wolfgang Wagner, actual director del festival, y Mark Elder como director de la orquesta.
Un feudo de los Wagner
Bayreuth es el feudo de la familia Wagner, con disputas entre los herederos sobre la ortodoxia de las representaciones. El a?o del centenario de la inauguraci¨®n del teatro, en 1976, se produjo el m¨¢ximo esc¨¢ndalo, cuando los franceses escenificaron El anillo de los nibelungos de una forma que contradec¨ªa toda la ortodoxia wagneriana. En el palco de la familia Wagner, la anciana Winifred coment¨®, despu¨¦s del ensayo general, de forma fulminante: ?Ahora no cabe duda que los locos est¨¢n sueltos?. La disputa fue tan lejos que entre el honorable p¨²blico que asist¨ªa a las representaciones se repart¨ªan pitos para abuchear mejor la escenificaci¨®n heterodoxa.No fue aquella de 1976 la primera desociaci¨®n doctrinal sufrida en el festival. En los a?os cincuenta y sesenta, bajo la influencia de Wieland Wagner, otro nieto del compositor, que falleci¨® en 1966, ya hab¨ªa roto con el esquema tradicional y se inici¨® el nuevo estilo de Bayreuth, con un simbolismo enfrentado al estilo pat¨¦tico tradicional. Aquella desviaci¨®n de la doctrina no lleg¨® a provocar el esc¨¢ndalo desencadenado en el centenario, con la representaci¨®n de Patrice Chereau, y Pierre Boulez de director de la orquesta.
La m¨²sica de Wagner se asocia casi inevitablemente con el gusto est¨¦tico de los nazis. Cuando el a?o 1979 el ministro de Asuntos Exteriores sovi¨¦tico, Andrei Gromiko, visit¨® Bonn, en una breve conversaci¨®n sobre m¨²sica le pregunt¨® al canciller Schmidt si le gustaba Wagner. Schmidt respondi¨® secamente que ese tipo de m¨²sica no le agradaba.
La familia Wagner fue un foco de disputas, no s¨®lo por motivos est¨¦ticos. Un esc¨¢ndalo considerable estall¨® cuando la hija del m¨²sico, Winifred Wagner, dio rienda suelta en una pel¨ªcula documental a sus opiniones sobre Hitler, y dijo que ?a mi me agradaba la idea de la comunidad popular, la absoluta comunidad de los que trabajan con el pu?o y con la frente?.
Winifred dijo tambi¨¦n que Hitler era ?un buen amigo, al que se saludaba cordialmente y agradaba tener como invitado. Para nosotros no era el f¨¹hrer, sino simplemente un hombre fascinante. Yo nunca experiment¨¦ un sentimiento de rechazo ante ¨¦l. Esto es lo asombroso?.
Su nuera, Gertrud, calific¨® las declaraciones de Winifred de perversas, y su hijo Wolfgang, director del festival, prohibi¨® a su madre la entrada al teatro
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