Louis Aragon muestra su casa y sus recuerdos
Elsa Triolet, Picasso, Mir¨® y Alberti forman gran parte de su colecci¨®n de memorias
Estaba ya dentro de la casa de Louis Aragon, cuando me di cuenta de que el motivo de mi presencia all¨ª no era m¨¢s que la travesura que un anciano, gloria de las letras francesas, le hac¨ªa a quien estaba encargada de velar para que nadie, absolutamente nadie, y mucho menos que nadie un periodista, entrara en aquel santuario surrealista.?Es imposible, no le puede recibir?. ?Pero ¨¦l me acaba de decir por tel¨¦fono que viniera?, le dije a la mujer que me abri¨®. En el mismo instante, una cabeza de pelo blanco y ojos azules asoma por una puerta, sonriendo. ?D¨¦jala pasar. Yo le dije que viniera?. En efecto, la casualidad hab¨ªa querido que en los cinco minutos que aquella mujer hab¨ªa salido a comprar, yo hubiera llamado por tel¨¦fono. ?Soy una periodista espa?ola y tengo unas fotos para usted que me ha dado Rafael Alberti?, y con gran rapidez contest¨®: ?Venga a mi casa en seguida?. Y el hecho es que all¨ª estaba, en su casa, muy cerca del Museo Rodin, con varias dependencias del Gobierno por los al rededores, lo que significa tambi¨¦n gran cantidad de polic¨ªas.
Impecablemente vestido, con traje a rayas azul marino, chaleco de punto azul turquesa, corbata y una especie de broche en la solapa, me hace pasar, siempre sonriendo a un sal¨®n. Le entrego el sobre con las fotos y una carta que llevaba. ?De modo que le avalan a usted mis amigos Alberti y Bergam¨ªn... Bien, en principio, no la podr¨¦ echar de mi casa. ?Y qu¨¦ quiere usted de m¨ª??. ? Entrevistarle?. ??Sobre qu¨¦??. ?Quisiera hablar con usted de literatura?. ??Oh, de literatura, de literatura!, ?qu¨¦ aburrido!?. ??Le parece a usted??. ?Claro, hablar de literatura... No, no pienso hablar de literatura con usted. Adem¨¢s, necesitar¨ªa mucho tiempo para eso?. Le digo que con media hora es suficiente, y me dice que media hora es imposible, porque est¨¢ muy cansado. ??Sab¨¦ a qu¨¦ hora me acost¨¦ anoche?. No me acost¨¦. Estaba en una fiesta y no me dejaron venir, ?sabe usted? Y estuve toda la noche despierto?. ?Nadie lo dir¨ªa, tiene usted cara de haberse levantado hace muy poco?. ?Pues f¨ªjese, ?y en toda la noche no me acost¨¦!. Y as¨ª hago muchas veces. Es que siempre estoy de un lado para otro. Siempre me est¨¢n invitando a fiestas y, claro, me acuesto muy tarde, y luego me tengo que levantar temprano; y, sin embargo, aqu¨ª me ve recibiendo a periodistas... Claro que aqu¨ª ya no les dejan entrar a ustedes, como habr¨¢ podido comprobar. ?Y este sobre que yo tengo en las manos qu¨¦ es??. ?Las fotos que yo le traje?. ??Qu¨¦ fotos??. ?Las que yo le traje de usted y Alberti en la Fundaci¨®n Mir¨®, de Barcelona?. ??Ah! ?Y son bonitas??. ?Bueno, me pareci¨® que a usted le hab¨ªan gustado. Eligi¨® una de las fotos para colgarla inmediatamente en la pared. En una pared dedicada a Alberti, donde hay multitud de dibujos y poemas dedicados a ¨¦l por el poeta gaditano. En otra zona del sal¨®n Mir¨® tambi¨¦n est¨¢ omnipresente.
La casa de un surrealista
La casa de Louis Aragon es la casa de un surrealista o, en cualquier caso, la casa de una persona que quiere mostrar a todo el que llega, y mostrarse a s¨ª mismo, todo lo que de agradable ha tenido la vida para ¨¦l. No queda un solo espacio de ninguna pared donde no haya algo colgado. Desde soberbios Picasso, Braque, Matisse, Mir¨®, Juan Gris (?S¨ª, ¨¦ste era un amigo de Picasso que se muri¨® muy r¨¢pidamente?), hasta discos sin funda, porque contienen una canci¨®n que a ¨¦l le gusta; entradas de un teatro; programas de concierto; carteles de una exposici¨®n; en fin, libros abiertos expuestos como un cuadro, de todo hay en la casa de Aragon. ?Venga, venga, le voy a ense?ar mi cuarto... Ve usted ese cuadro de Picasso, pues me dijo, "si no lo cuelgas encima de la puerta de tu dormitorio no te lo doy", y este otro lo pint¨® durante una temporada que se sent¨ªa muy desgraciado. Picasso se sent¨ªa muy mal, porque siempre ten¨ªa problemas con las mujeres y estaba con una mujer, muy guapa, por cierto, hace ya muchos a?os de esto, y de pronto la abandon¨® y se march¨® a la orilla del mar; pero, je, je, despu¨¦s se arrepinti¨® y volvi¨®, pero la chica hab¨ªa desaparecido, y siempre me llamaba para pedirme perd¨®n. S¨ª, porque como la chica no estaba, ten¨ªa que pedirle perd¨®n a alguien. Se encontraba muy mal. ?Dieciocho d¨ªas estuvo cont¨¢ndome la misma historia! ?. ??Y usted le perdonab¨¢? ?Oh, s¨ª, claro, ¨¦l sufr¨ªa mucho, el pobre. Se sent¨ªa terriblemante desgraciado?. El enorme sal¨®n de la casa de Aragon est¨¢ dedicado pr¨¢cticamente a Picasso. Unas palomas, Les colombes, est¨¢n apoyadas en un atril m¨®vil, con un cuadro a cada lado. Como un ni?o, Aragon se presta r¨¢pido a darle vueltas cada vez m¨¢s fuerte al atril. ??No ve las palomas volando? ?Ah!, qu¨¦ hermosas son las palomas volando?.El sal¨®n contiguo est¨¢ lleno de fotos de Man Ray. Hay una enorme de los ojos de Louis Aragon. ?S¨ª, se empe?¨® en fotografiar mis ojos; como una mujer hace veinte a?os, que se empe?¨® en fotografiar mis manos, mire, esa es la foto, y yo le dec¨ªa que por qu¨¦ no fotografiaba mi cara, y ella dec¨ªa que no, que lo que le interesaban eran mis manos, ?je, je!, pues lo mismo pas¨® con Man Ray. Y cuatro d¨ªas despu¨¦s de esa foto se muri¨®?. ??Era muy amigo suyo??. ?S¨ª, nos hab¨ªamos conocido casualmente, como a Picasso, que lo conoc¨ª en la calle por fuera de un sitio nuevo donde se hab¨ªa ido a vivir. Se le cay¨® algo al suelo y yo se lo recog¨ª. Iniciamos una conversaci¨®n y me dijo que por qu¨¦ no sub¨ªa a su estudio para ense?arme las cosas que ten¨ªa, y nunca me podr¨¦ olvidar de c¨®mo subimos los dos pisos hasta su casa. Era un ascensor muy antiguo que se iba parando cada metro. ?Fue horrible! Ese d¨ªa para iniciar nuestra amistad me regal¨® un cuadro y me dijo?: ??Por qu¨¦ no hacemos algo juntos? T¨² pones el texto y yo los dibujos?. ?Y as¨ª se hizo?.
??Y c¨®mo conoci¨® a Man Ray??. ?Fue algo extra?o, siempre lo recuerdo. El acababa de desembarcar en Francia, en el norte, y no s¨¦ por qu¨¦ raz¨®n yo estaba aquel d¨ªa all¨ª, en el muelle. Y ¨¦l de pronto se acerc¨® a m¨ª, con su maleta en la mano, y empez¨® a hablarme como si nos conoci¨¦ramos de siempre. Fue muy curioso. Despu¨¦s le pregunt¨¦ muchas veces por qu¨¦ me hab¨ªa elegido a m¨ª para hablar aquel d¨ªa, pero nunca me lo explic¨®. Era un gran hombre?. Hay fotos hechas por Man Ray a Picasso, Neruda, Elouard, Breton... ?Por cierto, ?no tiene usted nada del grupo surrealista??. ?No, antes s¨ª ten¨ªa, pero ahora no tengo nada?.
Aragon (?no me llame monsieur, que no soy tan mayor?) es tan inagotable como sus recuerdos. Antes de la despedida dice: ??Y no ha visto usted a Elsa, mi mujer??. ?S¨ª, vi su enorme retrato a la entrada?. ?Es bella, ?verdad?, Picasso dec¨ªa que era bell¨ªsima.?
Babelia
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