El Plan de Saneamiento integral y el agua de Madrid/1
Las recientes declaraciones de nuestro alcalde, que enlazan con las de uno de sus predecesores en el sentido de que "lo que queremos es que haya peces en el Manzanares", unidas a la inauguraci¨®n de la depuradora de Butarque como una fase fundamental del PSI de Madrid, han puesto sobre el tapete varias cuestiones del m¨¢ximo inter¨¦s.En el a?o 1977, con Arespacochaga de alcalde, empieza a hablarse de la posibilidad de abordar un ambicioso plan que, a la manera del londinense con el T¨¢mesis, haga posible la depuraci¨®n total del Manzanares y permita a los pescadores emplearse en su afici¨®n favorita dentro de los confines del casco urbano. Consistir¨ªa en la construcci¨®n de una red de colectores que recoger¨ªan las aguas residuales y las transportar¨ªan hasta una serie escalonada de depuradoras situadas en las m¨¢rgenes del Manzanares y del Jarama. Una vez conseguida su total depuraci¨®n, se devolver¨ªan las aguas a sustespectivos cauces.
Este ambicioso proyecto est¨¢ dotado actualmente con nada me nos que 33.161 millones de pesetas y antes de su aprobaci¨®n por el Ayuntamiento y el Consejo de Ministros ha sufrido diversas vicisitudes, derivadas, ante todo, de las dificultades de financiaci¨®n, lo que provoc¨® que ninguna de las gran des empresas osara presentarse al concurso convocado, dadas las excesivas proporciones de cada uno de los ocho bloques en que se dividi¨® inicialmente la obra. Un cr¨¦dito del Banco Alem¨¢n de 7.000 millones de pesetas y la m¨¢s adecua da divisi¨®n en veinte bloques anim¨® a las empresas y ayud¨® a superar la situaci¨®n. Actualmente, el monto de las obras adjudicadas supone 10.000 millones de pesetas. En este momento s¨®lo funcionan las antiguas depuradoras de El Pardo, Viveros, Manoteras y la del ZOO.
El hombre y el agua: ?qu¨¦ es la contaminaci¨®n?
Durante milenios,- el hombre y sus animales pudieron 'beber directamente de las fuentes, r¨ªos o lagos vecinos a sus habitaciones. Pero desde un punto de vista ecol¨®gico, sin intervenci¨®n humana, tambi¨¦n las aguas se embastecen, siguiendo un proceso natural. A las aguas caen hojas, cortezas y cad¨¢veres de animales, junto con otras sustancias org¨¢nicas. Por otra parte, r¨ªos, lagos y fuentes son ecosistemas que evolucionan y se autoorganizan conforme un fen¨®meno conocido: la sucesi¨®n ecol¨®gica.
En las aguas, los organismos descomponedores asumen el fundamental papel de constituirse en el primer eslab¨®n de una bater¨ªa de dispositivos de autodepuraci¨®n. Sin embargo, el ecosistema acu¨¢tico tiene una capacidad limitada para procesar la materia org¨¢nica; todo exceso de ese techo provoca desequilibrios, que inicialmente consisten en la proliferaci¨®n de esos saprobios, en detrimento del resto de los niveles tr¨®ficos, y luego en el agotamiento del ox¨ªgeno disponible para ellos mismos. Poco a poco, la comunidad se empobrece en especies, disminuye la diversidad y aumenta la importancia de los procesos anaerobios y las fermentaciones, con desprendimiento de metano y otros gases pestilentes.
Seg¨²n reza el eslogan conservacionista, este es el planeta azul, el planeta del agua, con cuatro quintas partes de su superficie cubiertas de este l¨ªquido. No obstante, el agua verdaderamente disponible es una ¨ªnfima parte: el 97% del inmenso total corresponde a los mares y oc¨¦anos, el 2,5%. est¨¢ presente en la inasequible forma de hielo en los casquetes polares; s¨®lo resta un raqu¨ªtico 0,75% correspondiente a las aguas dulces de los r¨ªos, lagos y acu¨ªferos subterr¨¢neos. Finalmente, una parte. cuantitativamente insignificante, pero cualitativamente primordial, por su papel regulador del clima terrestre, se encuentra en la atm¨®sfera en forma de vapor de agua. El impacto del hombre sobre ese 0,75% es enorme.
Ojeando, siquiera sea someramente, el ciclo del agua, observamos que el agua del deshielo de las monta?as y glaciares, junto a la de la lluvia, corre por la superficie de la tierra, generando el nacimiento de los r¨ªos, y otra parte se filtra en el suelo. Las primeras son las aguas de escorrent¨ªa, con una acci¨®n erosiva importante; las segundas, las de infiltraci¨®n, que nutren los reservorios subterr¨¢neos y tienen enorme inter¨¦s para las plantas. Los bosques y matorrales rebajan esa erosi¨®n, evitando no s¨®lo ese proceso, sino que el agua se cargue de sedimentos. Poco a poco, las peque?as corrientes de agua confluyen para formar los grandes r¨ªos y finalizan en el mar, donde la evaporaci¨®n las llevar¨¢ a las nubes y la atm¨®sfera, y m¨¢s tarde, de nuevo desalinizadas, a la tierra con la lluvia.
El hombre, adem¨¢s del consumo directo para beber, obtiene del agua energ¨ªa el¨¦ctrica, riego agr¨ªcola, bebida ganadera, lavado y usos industriales y de transporte; pero tras esas utilizaciones, excluida la hidroel¨¦ctrica, no devuelve el agua en iguales condiciones a cuando la tom¨®, sino degradada para otros usos, esto es, contaminada e inadecuada para ciertas actividades.
La contaminaci¨®n es, ante todo, una situaci¨®n del equilibrio natural de los ecosistemas acu¨¢ticos. Existe un t¨®pico: "La contaminaci¨®n no es m¨¢s que un recurso fuera de lugar". En la biosfera cada efecto es a la vez una causa, y los procesos, en la medida que la termodin¨¢mica lo permite, son c¨ªclicos cuando contamina, el ciclaje se rompe por sobrecarga. La contaminaci¨®n es a su vez una enfermedad del transporte: el hombre extrae diversificadamente all¨¢ donde encuentra lo que busca, y deposita concentradamente.
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