Todos los incidentes posibles
Casi todos los incidentes posibles se produjeron en la corrida del domingo en Las Ventas. Los turistas, no avezados en estos sucesos, estuvieron a punto del infarto. No es seguro que se libraran todos. Hubo alguno que vomit¨® y hubo alguna que abandon¨® precipitadamente la plaza llorando como una magdalena.Al principio se tomaban a risa el espect¨¢culo. Cuando sal¨ªa el toro, y el pe¨®n, tras citarle, corr¨ªa al burladero -lo hace para fijar a la res sin darle capotazos, t¨¦cnica buena-, se despanzurraban a carcajadas. ?Ooooh, miedo toguego; hombrecito espa?ol no valiente, jiu, jiu, jiu? y esas cosas, lo de siempre en agosto. Pero cuando el jabondro empiton¨® al toricantano apodado El Lobo y las asistencias se lo llevaban boca abajo, sangrando por salva sea la parte, se produjo el respetuoso silencio.
Plaza de Las Ventas
2 de agosto. Cinco toros de Prieto de la Cal, jaboneros, con trap¨ªo, broncos; sexto, sobrero de Moreno de la Cova, serio y, dif¨ªcil. Frascuelo: pinchazo bajo, estocada y dos descabellos (silencio). Estocada (silencio). Dos pinchazos, aviso con retraso y estocada contraria (protestas y palmas cuando saluda). L¨¢zaro Carmona: pinchazo y estocada ca¨ªda (palmas). Cuatro pinchazos, intento de descabello (salta la espada al tendido), estocada contraria, aviso y dos descabellos (algunas palmas). Estocada atravesada, pinchazo, media ca¨ªda y doce descabellos (pitos). El Lobo, que tom¨® la alternativa, cogido al muletear a su primero. Parte facultativo: cornada de quince cent¨ªmetros que produce destrozos en gl¨²teo mayor. Pron¨®stico menos grave.
Salieron jaboneros los Prieto de la Cal y tambi¨¦n con malas pulgas. Las Ventas, domingos atr¨¢s, hab¨ªa sido una especie de juegos florales por mor de los toritos bondadosos, flojones y romos, pero este domingo los jaboneros trajeron mucha seriedad, con su trap¨ªo y su entereza, unidos a esa agria catadura que se ha mezclado con la hist¨®rica casta de la divisa, donde se mezclan or¨ªgenes Miura, Parlad¨¦, Tamar¨®n y Veragua, que ya es decir.
Ni for¨¢neos ni abor¨ªgenes les habr¨ªan podido pedir florituras a los espadas. Menos que a ninguno, claro, a El Lobo, que hac¨ªa realidad su enso?aci¨®n de llegar a ser matador de toros en Madrid, y que naturalm ente, por su impericia, se vio desbordado en todos los tercios. Mejor diremos que se inhibi¨® en los dos primeros, y en el otro se quitaba de enmedio a cada arrancada, lo cual no sabe ¨¦l cu¨¢nto se lo agradec¨ªamos, porque no quer¨ªamos tragedia. Pero acert¨® a adivinar que ese jabonero de la alternativa met¨ªa la cabeza y se confi¨® un poco. Nunca lo hiciera. El toro, que sab¨ªa m¨¢s que el torero, lo atrap¨®, lo lanz¨® al aire y, sin dejarlo aterrizar, le peg¨® la cornada.
Frascuelo acab¨® como pudo con ese ejemplar, que se hab¨ªa resabiado, y acab¨® con otros dos reservon es, que igualmente se quer¨ªan resabiar, a los que porfi¨® valeroso para sacarles los pases que no ten¨ªan. Tambi¨¦n banderille¨® con mucho m¨¦rito, pues no eran reses de arrancada pronta y alegre, sino de las que esperan, y hubo de meterse en terreno comprometido para reunir y clavar. Otro detalle positivo es que utiliz¨® las banderillas reglamentarias y no las trucadas que emplean esos matadores-banderilleros de cabeza-pasada, como los paquirris y dem¨¢s.
Para L¨¢zaro Carmona tampoco fue f¨¢cil la tarde. Su primer jabonero, de mucho poder, que derrib¨®, acab¨® con media arrancada, y el diestro le aguantaba los parones con impresionante serenidad. El quinto de la tarde pareci¨® m¨¢s manejable y pensamos que era preciso llevarlo a la amplitud de los medios, darle distancia, dejarle espacio, en fin, para que fuera y viniera sin agobios. L¨¢zaro Carmona, en cambio, le ahogaba la embestida (como, por otra parte, es t¨¦cnica que utilizan casi todos los matadores de la actualidad), con lo cual no s¨®lo le sal¨ªan destemplados los pases, sino que sufri¨® una voltereta espantosa: cay¨® de cabeza y, al incorporarse, eljabonero le derrot¨® a deg¨¹ello con tanta sa?a que, si le alcanza, lo parte en dos. A¨²n el horror en la plaza por esta cogida, lleg¨® la hora de matar y en el intento de descabello derrot¨® el¨ªabonero y la espada sali¨® catapultada al tendido, donde por mil¨ªmetros no alcanz¨® a un espectador.
Los turistas que iban a vomitar, vomitaron el gazpacho y la tortilla; los que iban a llorar, lloraron con desconsuelo, y los que soportaban con entereza los borrascosos avatares de la lidia creyeron que ya lo hab¨ªan visto todo. Pero no lo hab¨ªan visto todo. Les faltaba ver el ¨²nico toro negro de la corrida, que era el sexto, y los cabestros (pues al negro lo devolvieron por cojo) y un sobrero de Saltillo, y una carbicer¨ªa que le hizo el picador, y dos arreones que le peg¨® en los ni edios el Saltillo a L¨¢zaro Carmona, quien, evidentemente harto y maltrecho, resolvi¨® no protagonizar m¨¢s incidentes, por su propio bien y el ajeno. Casi todos los turistasse hab¨ªan quedado sin habla, y los que no, corregian su impresion primera: ?Ooooh, valiente toguego, hombrecito espa?ol vivir de milagro, snif, snif, snif?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.