Una decisi¨®n solitaria
LA BOMBA de neutrones tiene lo que podemos llamar una personalidad particularmente odiosa. No es s¨®lo el efecto psicol¨®gico negativo de su especializaci¨®n en destruir la vida y dejar intactos los objetos, contra el que podr¨ªa arg¨¹irse que las otras bombas nucleares lo destruyen todo simult¨¢neamente; es que esa condici¨®n va precisa y particularmente en contra de las corrientes de humanizaci¨®n de la guerra, que se consideran como uno de los m¨¢s importantes esfuerzos de la civilizaci¨®n en curso. Todo el sentido de las convenciones de La Haya y Ginebra, en las que se -recog¨ªan tradiciones y tendencias m¨¢s antiguas -Baltasar de Ayala, Grocio-, se resume en la filosof¨ªa de ahorrar en lo posible vidas humanas y dirigir los ataques a los objetivos. Una de las ideas en que se han envuelto m¨¢s o menos hip¨®critamente los partidarios de la guerra -que los hay- es la de que la vulnerabilidad t¨¦cnica de las sociedades actuales y la capacidad de punter¨ªa y af inaci¨®n de los modernos vectores podr¨ªan decidir la victoria con un m¨ªnimo de p¨¦rdidas humanas. Aunque esa misma afirmaci¨®n puede ser tan discutida que, aun sin entrar en ello, puede considerarse una falacia; ni siquiera su m¨¢scara puede ya utilizarse ante el inmediato hecho de la bomba de neutrones, cuya fabricaci¨®n ha decidido Reagan y cuya distribuci¨®n en las bases de la OTAN est¨¢ tan decidida que los cohetes portadores se encuentran en las bases de la OTAN en Europa: los lanzamisiles Lancer, los morteros y los obuses de neutrones. La bomba de neutrones invierte enteramente el sentido de la humanizaci¨®n de la guerra: destruye las vidas humanas y deja intactos los objetivos. Con la ventaja indudable, perdidos Ya todos los principios, de que esos objetivos en territorio enemigo -f¨¢bricas, centros de producci¨®n, silos nucleares, nudos de comunicaciones, simples riquezas materiales, etc¨¦tera- caen intactos en las manos del vencedor. La decisi¨®n de Reagan modifica esencialmente la si tuaci¨®n internacional. Los aliados europeos de Estados Unidos advirtieron ya la primera vez que se dej¨® traslucir este tema su oposici¨®n concreta; hasta el punto de que Carter consigui¨® del establecimiento industrial-militar un aplazamiento de la construcci¨®n de la bomba, me diante el artificio de ordenar la construcci¨®n de partes separadas, pero prohibir que fueran ensambladas. Euro pa no fue sensible a la idea de que estas bombas servir¨ªan para reducir la guerra nuclear y para vencer a una fuerza enemiga que avanzara por su territorio dejando ¨¦ste intacto, y esgrimi¨® el argumento de que con los ej¨¦rcitos invasores perecer¨ªan simult¨¢neamente los ciudadanos de las zonas ocupadas.
Se mantuvo al mismo tiempo la idea de que el enemigo en potencia atacado por estas bombas no vacilar¨ªa en emplear su arsenal at¨®mico como respuesta. Merodeaba ya la idea de una guerra europea, en la que atacantes y atacados s¨®lo conseguir¨ªan la limitaci¨®n de da?os mutuos circunscribi¨¦ndolos al territorio europeo, ahorrando en lo posible los propios.
Reagan ha soslayado ahora esa oposici¨®n no consultando con sus aliados. El subterfugio de que las bombas no van a ser enviadas inmediatamente a Europa, sino que ser¨¢n exclusivamente almacenadas en Estados Unidos y s¨®lo enviadas al continente en el momento en que su entrada en acci¨®n fuese necesaria -para lo cual, como queda dicho, est¨¢n ya -aqu¨ª los. vectores necesarios-, no, tranquiliza nada. Ni siquiera es un compromiso o una garant¨ªa. Por otra parte, los europeos temen que la decisi¨®n imposibilite la celebraci¨®n de las conversaciones de desarme previstas y la negociaci¨®n global de Estados Unidos con la URSS que hablan cre¨ªdo conseguir de Reagan a cambio,de algunas concesiones; o que si se celebran no sea con posibilidades de llegar a soluciones posibles en el terreno de una reconquista de la coexisten cia perdida. Los Gobiernos de las naciones de la OTAN se ven en la situaci¨®n embarazosa de tener que enfrentarse a Estados Unidos una vez m¨¢s en Un tema de este orden y contra una decisi¨®n ya tomada por Reagan, o correr el riesgo de verse desautorizados por la creciente oposici¨®n formada en torno al pacifismo, movimiento de mayor envergadura cada d¨ªa en Europa. La indelicadeza de la coincidencia de la fecha en que el Consejo de Seguridad de Estados Unidos ha tomado la decisi¨®n -el 6 de agosto- con la del aniversario de la bomba de Hiroshima aumenta la fuerza de las reacciones contrarias.
Es un dato m¨¢s tambi¨¦n para a?adir a la pol¨¦mica espa?ola sobre el ingreso en la OTAN, y reflexionar sobre el grado de riesgo que es pteciso asumir cuando se ingresa en un sistema defensivo m¨²ltiple, como el que preconiza el actual Gobierno.
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