El papa Juan Pablo II regreso ayer al Vaticano invocando a la Virgen
"He visitado la tumba de mis predecesores y he pensado: ?Podr¨ªa haber una tumba nueva entre ellos?. Pero la Virgen, en aquel 13 de mayo, dispuso otra cosa. Le doy las gracias". Fueron estas las primeras palabras que Juan Pablo II dirigi¨® a las seiscientas personas que hab¨ªan sido invitadas en el patio de San D¨¢maso, en el Vaticano, para darle la bienvenida a su regreso del hospital.El Papa hab¨ªa dejado su habitaci¨®n del d¨¦cimo piso del policl¨ªnico Gemelli, en la que hab¨ªa pasado 76 d¨ªas, a las 9.30 horas. Antes que nada quiso despedirse, d¨¢ndoles las gracias, de los nueve especialistas del colegio m¨¦dico que le hab¨ªan asistido durante los tres meses de enfermedad y que hab¨ªan firmado los veintinueve partes m¨¦dicos. El Papa quiso reservar un saludo especial para el cirujano que le hab¨ªa operado las dos veces, el catedr¨¢tico del Gemelli Francesco Crucitti, quien hab¨ªa revelado en una entrevista a EL PAIS d¨ªas atr¨¢s que el Papa, al abrir los ojos despu¨¦s de la primera operaci¨®n, le hab¨ªa dicho: "Usted me ha salvado la vida".
Juan Pablo II, antes de dejar su habitaci¨®n, quiso dirigir un mensaje por radio a todos los enfermos del gran hospital: "He vivido en vuestra comunidad de enfermos durante casi tres meses. Y con vosotros he aprendido mejor que nunca que el sufrimiento es una dimensi¨®n de la vida en laque se inserta de modo particular la gracia de la redenci¨®n". A su lado estaban el secretario de Estado, cardenal Agostino Casaroli, y el sustituto de la Secretar¨ªa de Estado, arzobispo Eduardo Mart¨ªnez Somato.
Cuando Juan Pablo II entr¨® en su coche descubierto tuvo que ponerse en pie para saludar a los cientos de enfermos que hab¨ªan salido a las ventanas del hospital para saludarle con gestos de la mano y agitando pa?uelos blancos. Levantando las manos, les bendijo repetidamente. La noticia de que el Papa hab¨ªa dejado el Gemelli se ha corrido por la radio y ya la gente hab¨ªa salido a la calle para saludar al Papa sano.
Al llegar a la plaza de San Pedro, el coche tuvo que disminuir la velocidad, porque m¨¢s de 3.000 personas le esperaban como enloquecidas. Las salud¨® sin levantarse del coche y entr¨® en seguida en la bas¨ªlica de San Pedro. Ante su tumba se arrodill¨® y estuvo all¨ª en silencio, con los ojos cerrados y la cabeza inclinada, durante diez minutos. Despu¨¦s quiso visitar las tumbas de sus tres ¨²ltimos predecesores: Juan XXIII, Pablo VI y Juan Pablo I.
Y fue all¨ª donde pens¨®, como contar¨ªa m¨¢s tarde a los cardenales, que habr¨ªa podido haber otra tumba si la Virgen de F¨¢tima, en cuya festividad le dispar¨® para matarle el joven terrorista neonazi Al¨ª Agca, no le hubiera salvado.
En el patio de San D¨¢maso quiso abrazar uno por uno a todos los cardenales presentes, y a una ni?a de ocho meses, hija de un guardia suizo. Una ni?a coreana, Emilia, le ofreci¨® un ramo de gladiolos. Recobrando su buen humor de otros tiempos, dijo: "Alguien me ha saludado diciendo ?bien venido al Vaticano?. Bueno; por ahora he podido llegar ya hasta el patio de San D¨¢maso".
Mientras tanto, hab¨ªa aumentado la gente en la plaza de San Pedro. Algunos rezaban de rodillas. Otros saludaban aquella ventana de la habitaci¨®n del Papa cerrada desde el 14 de junio. El Papa no se resisti¨® y, a pesar de los consejos que le hab¨ªan dado los m¨¦dicos, se asom¨® a la ventana; pero s¨®lo para saludar y bendecir con amplios gestos de la mano. Sin hablar.
El Papa pasar¨¢ dos o tres d¨ªas en el Vaticano y despu¨¦s ir¨¢ a la finca de Castelgandolfo a pasar su convalecencia hasta el 30 de septiembre. A partir de octubre podr¨¢ de nuevo reanudar sus actividades.
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