?Una decisiva oportunidad perdida?
Aunque este breve art¨ªculo se refiere desde luego, a los que se han venido en denominar pactos auton¨®micos, no es su objeto ni intenci¨®n explicar pormenorizadamente los puntos de desacuerdo que el Gobierno vasco ya ha reiterado en buen n¨²mero de ocasiones, la ¨²ltima el pasado lunes. Conste, simplemente, para disipar cualquier duda, que nuestra posici¨®n no s¨®lo no es de conformidad, o de disconformidad iuxta modum, sino de rotunda y absoluta discrepancia. Pero no es esa la cuesti¨®n hoy. Quisiera que estas l¨ªneas sirvieran para explicar a la opini¨®n p¨²blica de Espa?a cu¨¢l ha sido la posici¨®n del Gobierno vasco al respecto de la llamada cumbre auton¨®mica (que, paradojas de la pol¨ªtica., ha excluido a los representantes de las comunidades aut¨®nomas ya existentes) -lo que nos conduce a analizar el procedimiento utilizado- y cu¨¢l es hoy la actitud y expectativas del Gobierno vasco. La primera constataci¨®n es que se han utilizado los mismos procedimientos que tan denostados son ahora en esa nueva ?pol¨ªtica de gestos? que pretende marcar diferencias con la ¨¦poca Su¨¢rez. Su¨¢rez ?hurtaba al Parlamento o al debate las grandes cuestiones?, pero he aqu¨ª que el Gobierno de coalici¨®n UCD-PSOE utiliza id¨¦ntico esquema de funcionamiento con un solo cambio o adici¨®n: conscientes de su falta de autoridad moral en esta cuesti¨®n de las autonom¨ªas, deciden cobijar bajo un ¨²nico manto su vida anterior y se escudan en opiniones de una comisi¨®n de expertos que algunos han calificado ben¨¦volamente de argucia (EL PAIS, 1 de agosto), y nosotros, de coartada. Este es el momento de la concepci¨®n, en el que se deja ya claro que es un menage a deux, contemplando simplemente la posibilidad de actores secundarios en los momentos finales, bien entendido que los problemas se resolver¨ªan siempre s¨®lo a dos bandas, aunque en la mesa se pudieran sentar otros partidos llamados nacionales. El proceso ha concluido con un brillante parto: han alumbrado un hermoso rat¨®n desde la perspectiva de relaci¨®n de fuerzas pol¨ªticas en Euskadi, que representa un salto atr¨¢s de seis a?os. Aunque. eso s¨ª, un rat¨®n con espl¨¦ndida dote (Ayuntamiento de Barcelona). Pues bien, interesa precisar cu¨¢l ha sido la actitud del Gobierno vasco en este tema. Hay que decir primero, con toda claridad, que no ha existido invitaci¨®n alguna a participar en las negociaciones, sino tan s¨®lo informaci¨®n a posteriori y en impoluto papel blanco. Hoy es el d¨ªa en que el Gobierno vasco no ha recibido copia de los acuerdos a¨²n, limit¨¢ndose a conocer su contenido a trav¨¦s de lo publicado en los medios de comunicaci¨®n. Remedando la frase c¨¦lebre, ?no se puede enga?ar a muchos todo el tiempo?: han bastado unos pocos d¨ªas para que se confirme la veracidad de nuestra aseveraci¨®n: no invitaci¨®n (Ravent¨®s, en declaraciones recientes, por cierto, afirmaba que ?si no ha sucedido as¨ª -se refiere a la presencia de Convergencia de Catalu?a-, ello no es imputable a los socialistas, sino al Gobierno?). Pero la historia comienza en febrero de 1981, cuando, a petici¨®n de representantes del Gobierno de UCD, algunas personas del PNV mantuvimos reuniones en relaci¨®n con la investidura del se?or Calvo Sotelo. Y aqu¨ª hay un dato que la opini¨®n p¨²blica espa?ola probablemente ignora: cuando se nos pregunta acerca del posible posicionamiento en la votaci¨®n correspondiente, nuestra postura no fue la de pedir precio alguno (hubo quien, insidiosamente, habl¨® de que hab¨ªamos pedido 2.000 millones de pesetas), sino que para saber a qu¨¦ atenernos a la hora de votar dese¨¢bamos hablar, por un lado, de los grandes temas de Estado (pol¨ªtica exterior, pol¨ªtica econ¨®mica, autonom¨ªas), y, por otro, m¨¢s en concreto, del desarrollo de nuestro Estatuto. Y all¨ª planteamos la necesidad de fijar, no desde una perspectiva unilateral, como ahora pretenden UCD-PSOE, sino pactada, la interpretaci¨®n de algunos de los grandes temas contemplados en el Estatuto, que, si bien ya hab¨ªan recibido una determinada interpretaci¨®n en el momento de redacci¨®n del Estatuto, formalmente quedaban pendientes: as¨ª, normas b¨¢sicas, bases, desarrollo y ejecuci¨®n, coordinaci¨®n, ordenaci¨®n general de la econom¨ªa, pol¨ªtica econ¨®mica general, etc¨¦tera. Se nos aleg¨® la imposibilidad de precisar todas las dichas cuestiones en el breve plazo de que se dispon¨ªa, pero se tom¨® nota de todo ello para hablarlo m¨¢s adelante. Fuimos, en consecuencia, nosotros quienes suscitamos la conveniencia de precisar formalmente dichos temas mediante el procedimiento l¨®gico de di¨¢logo y acuerdo entre las partes afectadas. Pero no ha habido otra oportunidad y, por nuestra parte, hemos querido agotar todas. Cuando surge la feliz idea de los expertos pedimos participar en su extracci¨®n, y no fue posible porque no se quiso consentirlo. Cuando se empieza a negociar el primer paquete de acuerdos pol¨ªticos, se nos dice que no se refieren a los estatutos ya aprobados y, sin embargo, cuando conocimos el primer texto, tras mencionar el deseo de procurar el acuerdo con las comunidades aut¨®nomas ya existentes, se habla de estudiar el procedimiento constitucional o legal para que en todo caso les fueran de aplicaci¨®n (lo que, al parecer, se ha corregido con el texto firmado: pero, insisto, se ha corregido...). Cuando, a pesar de la negativa UCD-PSOE a que nos sent¨¢ramos a la mesa, el se?or Mart¨ªn Villa declara a la Prensa que si no estamos es porque no queremos (16 de julio), se le env¨ªa un t¨¦lex para que manifieste si estamos invitados o no, y la contestaci¨®n no es la invitaci¨®n...
Dispuestos al di¨¢logo
Hemos estado dispuestos al di¨¢logo, incluso en trarr¨ªos de las negociaciones (finales de julio) en que, por estar ya casi todo hablado, quedaba afectada la dinidad del Gobierno vasco. Pero se ha preferido hacerlo como se ha hecho. Falta a la verdad quien afirme lo contrario, y quien califique la cuesti¨®n de error h¨ªst¨®rico debe anotarlo en su debe.
Hoy, seguimos ofreciendo el di¨¢logo. As¨ª lo ha hecho p¨²blico oficialmente el Gobierno vasco. Pero que nadie se llame a enga?o y equipare esp¨ªritu abierto y de di¨¢logo con benevolencia, lenidad o debilidad. Los partidos firmantes representan quince diputados de los sesenta del Parlamento vasco, es decir, una simple minoria significada: el 25% del total. S¨®lo el PNV tiene diez diputados m¨¢s que los dos juntos, y los partidos de ¨¢mbito exclusivamente vasco, el 70% del total. Quien quiera analizar la realidad de los pactos en Euskadi con objetividad, anote esos datos. Y estos otros: comparando los resultados de las elecciones del 1 de marzo de 1979, y las del 9 de marzo de 1980 (Parlamento vasco), UCD ha perdido el 52,96%, y el PSOE, el 31,37% (que se eleva al 51,24% si la comparaci¨®n se realiza con las elecciones del 15 de junio de 1977). Todos los partidos de ¨¢mbito vasco han mejorado sus posiciones. Si este nuevo ofrecimiento de soluci¨®n negociada conociera asimismo el fracaso, el Gobierno vasco defender¨¢ ?por todos los medios? el Estatuto y la interpretaci¨®n que el mismo obtuvo cuando se negoci¨®. Para los profesionales de la insidia y la calumnia contra el PNV o el Gobierno vasco que ha blan del chantaje permanente, se remite un aviso de importancia: lo que el Gobierno se apresta a defender ?con todos los medios? es el cumplimiento de una ley votada por abrumadora mayor¨ªa por las Cortes Generales. No se trata de ?oponerse a...?, sino de defender una ley que no es del Parlamento vasco, sino del Parlamento espa?ol, y tiene el m¨¢ximo rango tras la Constituci¨®n, por lo que ninouna otra puede alterarla.
Debemos concluir. Esa ley, adem¨¢s, ha sido refrendada por el pueblo vasco en refer¨¦ndum, reafirm¨¢ndose su condici¨®n de documento pol¨ªtico pactado. Tenga el Gobierno del Estado y partidos firmantes la certeza de que el pueblo vasco no va a convertirse en testigo mudo o espectador impasible de la dearadaci¨®n que se pretende del Estatuto, o, lo que es lo mismo, de la defraudaci¨®n de su voluntad manifestada en refer¨¦ndum.
Mario Fern¨¢ndez Pelaz es consejero de Trabajo del Gobierno vasco. Presidente de la Comisi¨®n Mixta de Transferencias auton¨®micas.
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