En la OTAN con un Gibraltar ingl¨¦s: vergonzoso para Espa?a
Desde que el almirante brit¨¢nico Rocke lo ocupara en 1704, todos los d¨ªas, al amanecer, se iza en Gibraltar la bandera del Reino Unido. El Tratado de Utrecht de 1713 otorg¨® a Inglaterra la soberan¨ªa sobre ese trozo de tierra espa?ola. Desde entonces, todos nuestros intentos por recuperarla, ya fuera por la fuerza o mediante la negociaci¨®n, han fracasado. El Reino Unido, naci¨®n europea y occidental, mantiene todav¨ªa la ¨²nica colonia -reconocida jur¨ªdicamente como tal- en el Viejo Continente. El hecho es francamente inamistoso y bochornoso para la conciencia nacional de los espa?oles. Lo es hasta tal punto que desde 1704 Espa?a siempre rechaz¨® aliarse con el Reino Unido. Tan s¨®lo hubo un intento de alianza, durante la guerra de independencia de EE UU. Espa?a, propuso a Inglaterra su neutralidad en el conflicto a cambio de la devoluci¨®n de Gibraltar. Los brit¨¢nicos rechazaron la oferta, y Espa?a, curiosamente, se coloc¨® al lado de George Washington y sus americanos para que ¨¦stos consiguieran sacudirse el yugo colonialista ingl¨¦s. La historia se ha perpetuado de nuevo con esa importancia tan grande que tienen a¨²n los hechos simb¨®licos. El heredero de la Corona brit¨¢nica, el pr¨ªncipe Carlos, hace apenas unas semanas reafirm¨® la presencia oficial brit¨¢nica sobre Gibraltar al comenzar desde all¨ª, en olor de multitud su viaje de bodas.Recientemente, el Gobierno de UCD ha anunciado que va a proponer muy en breve el ingreso de Espa?a en la OTAN. una alianza defensiva integrada por quince pa¨ªses, entre ellos el Reino Unido. Si ello se consuma, manteni¨¦ndose la soberan¨ªa brit¨¢nica sobre Gibraltar, se cometer¨¢ la mayor aberraci¨®n y el m¨¢s acusado entreguismo diplom¨¢tico de nuestra historia. Por ende, se cambiar¨¢ radicalmente la forma con que Espa?a ha reconducido las relaciones con el Reino Unido como consecuencia del contencioso sobre Gibraltar, lo que significar¨¢ un fuerte topetazo a nuestros afanes hist¨®ricos.
De adherirse Espa?a a la OTAN, nuestro pa¨ªs, ser¨ªa el miembro decimosexto de un club de aliados constituido para la defensa integrada de un espacio geogr¨¢fico -el Atl¨¢ntico Norte- en los t¨¦rminos descritos por el tratado de Washington y por todo su posterior desarrollo jur¨ªdico y organizativo. Nos convertir¨ªamos en aliado del Reino Unido. As¨ª de claro. Nuestros actuales dirigentes, tras 276 a?os de mantener Espa?a unos principios un¨¢nimemente aceptados por los espa?oles en las relaciones con el Reino Unido, sin pedir siquiera parecer al pueblo, los cambiar¨ªan bruscamente, admitiendo formar parte de una alianza en la que figura un pa¨ªs que a¨²n tiene una colonia en nuestras tierras del Sur. Inadmisible para el orgullo espa?ol. Tal hecho significar¨ªa que el Gobierno de UCD aceptar¨ªa, de hecho y por primera vez en nuestra historia, la presencia inglesa en el Pe?¨®n, ya que, al suscribir el tratado de Washington, Espa?a se compromete, al igual que los dem¨¢s pa¨ªses miembros, a salvaguardar la soberan¨ªa y la integridad territorial de cada uno de los Estados socios. Gibraltar es del Reino Unido. Espa?a, por tanto, tendr¨ªa que colaborar a salvaguardar la soberan¨ªa brit¨¢nica sobre el Pe?¨®n. Tremenda contradicci¨®n y gran verg¨¹enza nacional. A los irlandeses, que tienen el mismo problema con el Ulster, no se les ocurrir¨¢ pedir el ingreso en la OTAN en tanto en cuanto no salga el ¨²ltimo soldado de su majestad y la ¨²ltima bandera inglesa de Irlanda del Norte. Lo tienen perfectamente claro.
Pero a¨²n hay m¨¢s. El art¨ªculo 5, del tratado fundacional de la OTAN dice que ?cualquier ataque armado contra uno de los Estados firmantes se considerar¨¢ dirigido contra todos los dem¨¢s?. En consecuencia: si el Reino Unido o Gibraltar fuesen atacados, el ataque ser¨ªa considerado contra Espa?a, lo que quiere decir que tendr¨ªamos la obligaci¨®n de colaborar a defender el Pe?¨®n como colonia brit¨¢nica, no como suelo espa?ol. Podr¨ªa darse la paradoja, incluso, de que cualquier fuerza militar espa?ola que entrase en Gibraltar, bien para cooperar en su defensa, bien para ser all¨ª acantonada o bien en visita de buena voluntad, tendr¨ªa que hacerlo bajo la bandera brit¨¢nica y respetando normas y legislaci¨®n extranjeras.
Por otro lado, en el terreno militar podr¨ªan darse todav¨ªa m¨¢s contradicciones: de ingresar Espa?a en la OTAN, nuestra defensa, ya integrada en el sistema multilateral, depender¨ªa bien del mando de Europa (cuyo jefe supremo es un general americano), bien del mando del Atl¨¢ntico (cuyo jefe supremo es un almirante norteamericano), o bien de ambos. Sin embargo, ese trozo de tierra espa?ola que se llama Gibraltar, aun bajo soberan¨ªa inglesa, depende para su defensa del Ministerio de Defensa brit¨¢nico, y en cuanto a las facilidades que otorga a la OTAN, depende del mando del canal de la Mancha (cuyo jefe supremo es un almirante ingl¨¦s). Compleja y a la vez embarazosa y dependiente situaci¨®n para nuestros mandos militares, que no podr¨¢n tener relaci¨®n directa con la defensa de un pedazo de nuestro territorio si no es a trav¨¦s del Ministerio de Defensa brit¨¢nico o, en el mejor, de los casos, a trav¨¦s del Comit¨¦ Militar de la OTAN.
Desprecio a la dignidad nacional
Lo dicho, que es la cruda realidad, resume el inconsecuente e irresponsable proceder del Gobierno de UCD al pedir tan apresuradamente el ingreso de Espa?a en la OTAN, sin haber resuelto previamente el contencioso de Gibraltar. Con esto no quiero dar a entender que Espa?a debe vender su ingreso en el pacto atl¨¢ntico a cambio de la soberan¨ªa sobre el Pe?¨®n. Lejos de m¨ª est¨¢ tal cosa. El ingreso o no en la OTAN responde a formas distintas de concebir el mantenimiento de la paz -entre otras cosas- desde el extremo sur de Europa en el que se encuentra Espa?a. Al subrayar lo que antecede al comienzo del p¨¢rrafo, quiero dejar claro que atreverse a pedir nuestra adhesi¨®n a la OTAN, estando a¨²n un trozo de nuestra geograf¨ªa bajo soberan¨ªa inglesa, constituye un claro ataque a nuestra historia, un desprecio absoluto a nuestra dignidad nacional y un golpe duro y bajo al pueblo espa?ol. Es dudoso que este pueda encajar tal acci¨®n gubernamental con la normalidad que espera UCD.
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