Cela
Camilo Jos¨¦ Cela, rele¨ªdo siempre que uno quiere salvar su prosa de suasorias influencias inglesas o francesas (buenas culturalmente, peligrosas estil¨ªsticamente, y, por tanto, mucho m¨¢s que estil¨ªsticamente), Camilo Jos¨¦ Cela, intendencia urgente del castellano para quienes no tenemos otra cosa como Delibes, Valle, Quevedo o Mir¨®, va a publicar un libro de ensayos sobre Espa?a, y este peri¨®dico se ha anticipado (buenos oficios de Juan Cruz) dando un amplio texto de Camilo.Me importa sobre todo, claro, el gesto c¨ªvico del amigo y maestro. (C¨®mo se enternece, cuando hace falta, este profesional de la ?crueldad?.) Me importa el gesto c¨ªvico de lanzar unos textos definitorios sobre Espa?a ahora que tan de derechas y tan reaccionario les parece ser espa?ol a los cursis de la revoluci¨®n (tambi¨¦n la revoluci¨®n tiene sus cursis). Gentes que me dec¨ªan, cuando entonces, que, ?a Espa?a, un pu?al en el coraz¨®n y otro en el culo?, desde su periferismo romanticoide, se han paseado luego por la Zarzuela, cuando don Juan Carlos ha abierto su generosidad en salones, como cortesanos que se hab¨ªan echado loci¨®n de azufre Veri en la gre?a jacobina. Tengo dicho y escrito muchas veces que a tal estado han llegado las cosas, que yo ya no s¨¦ si hay o no hay Es pa?a, pero lo que desde luego hay en cada siglo, es unos cuantos espa?oles de a pu?o. Un suponer, Camilo Jos¨¦ Cela. M¨¢s que las ideas del pensador, me interesa en Cela la manera de ponerlas en limpio. O O de poner en limpio (y en castellano de oro), sin, robo ninguno, las ideas de otro.
Sabemos de d¨®nde viene la idea de Espa?a que tiene Cela: la instituci¨®n, don Am¨¦rico, el liberalismo, m¨¢s un toque de anarqu¨ªa noventayochista. Tierno Galv¨¢n se niega a la teor¨ªa de Am¨¦rico Castro, la Espa?a de las tres culturas, jud¨ªos, moros y cristianos, que CJC adopt¨® incluso como t¨ªtulo de un libro suyo. Es una interpretaci¨®n sociol¨®gica de la Historia que puede complementar la interpretaci¨®n econ¨®mica (pese al anticomunismo v¨ªrico de Am¨¦rico Castro, que no es exactamente antimarxismo). De cualquier modo, explica muchas cosas. Camilo mantuvo variada amistad con don Am¨¦rico y le public¨® algunos textos en Papeles de Son Armadans, Men¨¦ndez-Pidal, Castro, Ortega, pueden ser los tres manaderos ideol¨®gicos de Cela, m¨¢s su mucha lectura de primitivos y medievales. Pero Castro, que escrib¨ªa vigoroso y l¨²cido, no siempre escrib¨ªa bien (ni falta que le hizo, claro); Ram¨®n de Garc¨ªasol, el poeta amigo suyo, lleg¨® a dec¨¦rselo al Castro tard¨ªo:-Don Am¨¦rico, est¨¢ usted descuidando un poco el estilo.
No es cuesti¨®n anecd¨®tica, pues que mayormente me interesa en Cela, en el Cela ensayista, su capacidad para hacer oro contante y sonante del idioma lo que en otros era s¨®lo plata sutil del pensamiento. Camilo tiene su idea de Espa?a, y la ha dado como creador en innumerables p¨¢ginas. Camilo es un pensador macho que va a las cosas por directo y las deja muy claras para el pueblo llano. Pero a m¨ª, escritor resabiado, me ha inspirado siempre curiosidad este Cela ensayista que glosa las ideas de otro -siempre alta autoridad-, haci¨¦ndolas casi narrativas, emocionantes, vivas. Y eso es virtud del estilo. He hablado aqu¨ª de una necesar¨ªa militarizaci¨®n del castellano. Nadie como Cela para ?militarizar? y popularizar los conceptos interiorizados de Jovellanos, Morat¨ªn, Blanco White, el 98, la Instituci¨®n, Pidal, Castro y Ortega.
La prosa todav¨ªa no superada de Camilo, en los 40/40, es la que, mejor que en sus enmiendas constitucionales de senador real, puede militarizar el castellano pensante en el sentido de enfrentarse a una elocuencia reaccionaria que s¨®lo tiene una melancol¨ªa, m¨¢s que una ideolog¨ªa. Por suerte, me parece que Camilo lo ha hecho ya as¨ª.
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