AIbert Speer, arquitecto y ministro de Armamento de Hitler, falleci¨® en Londres
En una obra de teatro, estrenada el a?o pasado en Tel Aviv, titulada 0334, Ascenso y ca¨ªda de un perro, el ministro, de Armamento de Adolf Hitler Albert Speer afirmaba: "Yo nunca llev¨¦ armas, Yo nunca fui soldado. Lo ¨²nico que hice fue construir". El arquitecto de Hitler falleci¨® de un ataque cerebral, la noche del martes, en Londres, a la edad de 76 a?os. Speer fue el prototipo del tecn¨®crata que puso sus conocimientos al servicio de una ideolog¨ªa como el nazismo. Hitler consideraba a Speer como "el genio m¨¢s grande de todos los tiempos".
A los veintiocho a?os, dos despu¨¦s de su ingreso en el partido nazi, Speer pudo iniciar su actividad arquitect¨®nica gracias a la protecci¨®n del ministro de Propaganda nazi, Josef Goebbels. Fue Speer el art¨ªfice de los grandes decorados que sirvieron de marco a los desfiles de los nazis en Nuremberg y el dise?ador de la Canciller¨ªa donde se encerr¨® Hitler. El f¨¹hrer le encomend¨® el Ministerio de la Producci¨®n de Armamento el 8 de febrero de 1942, en plena guerra mundial, y Speer lleg¨® a decir que "sin mi trabajo la guerra se habr¨ªa perdido entre 1942 y 1943".
Perfecci¨®n teut¨®nica
En el proceso contra los criminales de guerra de Nuremberg, la misma ciudad que hab¨ªa sembrado de monumentos de tipo colosalista nazi, Speer fue condenado a ve¨ªnte a?os de prisi¨®n en la c¨¢rcel berlinesa de Spandau, despu¨¦s de haber concluido, con la perfecci¨®n teut¨®nica que le caracterizaba, sus labores de jardiner¨ªa. En el proceso de Nuremberg, Speer se reconoci¨® culpable, y el 20 de junio de 1946 declar¨® ante los jueces que hab¨ªa,planeado un atentado contra Hitler porque, "en m¨ª opini¨®n, no quedaba otra salida. En m¨ª desesperaci¨®n quise dar ese paso porque desde el comienzo de febrero de 1945 estaba convencido de que Hitler quer¨ªa continuar la guerra con todos los medios, sin consideraci¨®n para el pueblo alem¨¢n". Speer declar¨® que "estaba claro que Hitler confund¨ªa su propio destino con el del pueblo alem¨¢n, y que ¨¦l ve¨ªa en su fin tambi¨¦n el fin del pueblo alem¨¢n. Tambi¨¦n estaba claro que la guerra estaba completamente perdida y hab¨ªa que aceptar una capitulaci¨®n sin condiciones". El tecn¨®crata sin escr¨²pulos decidi¨® poner fin a un sistema que hab¨ªa dejado de ?uncionar.
Para liquidar a Hitler, Speer pens¨® introducir gas venenoso en el mismo bunker del f¨¹hrer a trav¨¦s de un respiradero; pero el plan result¨® irrealizable t¨¦cnicamente y el arquitecto perfeccionista renunci¨® a ponerlo en pr¨¢ctica por falta de garant¨ªas de ¨¦xito.
Cuando en Nuremberg se conoci¨® el.plan de Speer de asesinar a Hitler y otros dirigentes, el mariscal del.Aire Hermann Goering se volvi¨® hacia el almirante Doenitz y Rudolf Hess y les dijo: "Nunca debimos fiarnos de ¨¦l".
Luego, en su celda, Goebbels gritaba: "Ese condenado est¨²pido de Speer. Es inconcebible lo rastrero que puede llegar a ser un aleman para seguir conservando su vida piojosa".
Al salir de la c¨¢rcel de Spandau, donde qued¨® s¨®lo el lugarteniente de Hitler Rudolf Hess, Speer se retir¨® al castillo de la familia en las proximidades de Heidelberg, que hab¨ªa sido construido por su padre, tambi¨¦n arquitecto. Sus memorias se convirtieron en un gran ¨¦xito de ventas en muchos pa¨ªses, publicadas en m¨¢s de quince lenguas. El a?o 1975 apareci¨® su Diario de Spandau, traducido a veinti¨²n idiomas.
La primavera pasada, Speer public¨® otro libro, titulado El Estado de los esclavos, y que lleva el subt¨ªtulo de Mis enfrentamientos con las SS. Speer se plantea la cuesti¨®n de lo que hubiese ocurrido si Hitler hubiese ganado la guerra, con Alemania convertida en un Estado de esclavos, con m¨¢s de catorce millones de personas encerradas en los campos de concentraci¨®n.
Speer describe en su ¨²ltima obra sus enfrentamientos con Himmler y las SS, que se hab¨ªan convertido en una importante fuerza industrial, que entraba en colisi¨®n con su Ministerio de Armamento. El tecn¨®crata reconoce que "con precauci¨®n mi ministerio intentaba mejorar la situaci¨®n de los jud¨ªos, y esto ocurr¨ªa ciertamente para conservar su fueria productiva".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.