El golpe centroafricano
LOS MILITARES del general Kolingba han culminado en la peque?a, pobre y desgraciada Rep¨²blica Centroafricana un golpe de Estado que ven¨ªan desarrollando desde hace alg¨²n tiempo: el presidente Dacko les hab¨ªa ya entregado el poder desde el mes de julio, en el que empez¨® a preparar el terreno con la prohibici¨®n de partidos pol¨ªticos, la proclamaci¨®n del estado de sitio y, luego, levantado ese estado, con el reconocimiento de poderes especiales para el Ej¨¦rcito. Fue ¨¦l mismo quien invisti¨® a Kolingba, que ahora le devora. El presidente Dacko tom¨® estas medidas s¨®lo en parte por resignaci¨®n; en parte mayor, por miedo a la oposici¨®n, al descontento del pueblo y la menguante imagen propia. Dacko hab¨ªa gobernado antes que Bokassa; se le hab¨ªa considerado autoritario y servil para los intereses franceses. La imagen can¨ªbal del emperador Bokassa, que devast¨® el pa¨ªs y rob¨® todo lo que pudo -se le acusa de actos de canibalismo-, y que, sin embargo, mantuvo una cierta anuencia francesa -recu¨¦rdese el famoso asunto de los diamantes obse quiados a Giscard d'Estaing, uno de los temas que han pod¨ªdo influir en el cambio electoral- franc¨¦s-, hizo que la sucesi¨®n otra vez por Dacko pareciera una bendici¨®n. Pero no tanto. Las tendencias dictatoriales reaparecieron, como el regreso al partido ¨²nico -la Uni¨®n Democr¨¢tica Centroafricana, constituida en marzo para dar al presidente un triunfo electoral-, le fueron configurando como un hombre indeseable, mientras crec¨ªa la figura de Patasse, pol¨ªtico hecho en el exilio y detenido apenas vuelto a su tierra. Para cubrirse de este peligro, el aprendiz de brujo Dacko invoc¨® otro: los militares. Son ¨¦stos los que le han derribado.Con gentileza. Alegan "razones de salud": el presidente estaba demasiado enfermo -su enferniedad es realpara ocuparse de los asuntos del pa¨ªs. Por ejemplo, no se atrevi¨® a suspender la Constituci¨®n -en efecto, sena como suspenderse a s¨ª mismo, puesto que presid¨ªa en nombre de ella-, ni a perseguir totalmente las actividades pol¨ªticas. Los militares ya lo est¨¢n haciendo. No parece, por tanto, que vaya a cambiar esencialmente la pol¨ªtica dominante, mas que en un sentido de apurar m¨¢s su capacidad de poder.y de diezmar a la oposici¨®n. Con respecto a Francia no debe haber cambios. Las fuerzas francesas estacionadas en la Rep¨²blica desde que ayudaron a Dacko no se han movido esta vez de sus acuartelamientos para sostenerle. Incluso Dacko hizo llegar una nota al embajador de Francia para advertirle que era solamente su salud la que le llevaba a la dimisi¨®n; realmente, si se hubiera resistido, quiz¨¢ su salud hubiera empeorado definitivamente.
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