Las bolsas mantuvieron su orientaci¨®n positiva
Los mercados de valores mantuvieron machaconamente su tendencia al alza a lo largo de la semana pasada, apoyados en una supuesta pujanza del sector bancario, y en la f¨¢cil asimilaci¨®n de un papel que aparec¨ªa misteriosamente dirigido hacia valores para los que se generaba de una forma no menos sorprendente una demanda casi instant¨¢nea, que serv¨ªa para absorber las ¨®rdenes vendedoras, e incluso sobraba lo suficiente para generar algunos avances discretos.Dentro del grupo de bancos, que fue con diferencia quien present¨® un comportamiento m¨¢s estridentemente positivo, destacaron las mejoras del Bilbao, que, junto con el Urquijo, sumaba avances de 21 puntos, y el Vizcaya, que vio c¨®mo el precio de sus acciones se incrementaba en once duros en el mercado madrile?o. El Exterior, en puertas de iniciar su ampliaci¨®n de capital liberado en un 20% del valor nominal los nuevos t¨ªtulos, observ¨® una discreta mejora, un entero, habiendo quedado pr¨¢cticamente in¨¦dito a lo largo de todo el ciclo.
Las razones en que se apoyaron estas ganancias no quedaban demasiado claras para numerosos especialistas. Era cierto que los saldos vendedores que se generaban para estos valores eran muy cortos. Era tambi¨¦n verdad que el Urquijo lleg¨® a superar la centena de millar de acciones demandadas, incluso se puede hablar de una discreta mayor¨ªa de las ¨®rdenes de compra sobre las de venta, pero en cualquier caso los violines y las trompetas sonaban demasiado acompasados, y los rumores sobre una orquestaci¨®n ficticia del mercado eran moneda de curso com¨²n en las salas de contrataci¨®n, porque los argumentos que se barajaban para justificar estas mejoras, por conocidos, adolec¨ªan del importante defecto que supone la falta de imaginaci¨®n.
As¨ª, los recortes en las cotizaciones que se produjeron en las dos primeras sesiones de la semana fueron aceptados con una elegante tolerancia por quienes estaban seguros de que el mercado terminar¨ªa el ciclo con nuevas subidas, tal y como ocurri¨®, y se achacaron a la sorpresa de los veraneantes que regresaban. Estos, se supone que a la vista de las plusval¨ªas acumuladas en su ausencia, se apresuraron a vender lo que hab¨ªan comprado antes de partir hacia sus lugares de reposo estival. Este argumento vuelve a adolecer de una ingenuidad enternecedora, sobre todo si tenemos en cuenta que la difusi¨®n de los medios de comunicaci¨®n en 1981 es lo suficientemente importante como para que el veraneante est¨¦ al corriente de lo que pasa, lo quiera o no.
As¨ª, hay que hablar m¨¢s di.- unas jornadas de respiro por parte de los esforzados compradores, que de una histeria vendedora de quienes ven¨ªan de tomar el sol.
El ¨²nico punto que puede sorprender es la supervivencia de unos vol¨²menes de contrataci¨®n bastante elevados, lo que har¨ªa pensar en una contrataci¨®n activa. Sin embargo, este punto tiene tambi¨¦n su explicaci¨®n. Las ¨®rdenes compradoras de extranjeros siguen llegando; a las el¨¦ctricas son numerosos los especialistas que les ven futuro de aqu¨ª a fin de a?o; los buenos oficios de los principales mentores se dejaron tambi¨¦n sentir, y de alguna manera se vienen declarando m¨¢s aplicaciones que anta?o.
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