La Francia que conf¨ªa
Es cierto que el reciente cambio pol¨ªtico de Francia significa una derrota de la derecha m¨¢s que una victoria de la izquierda. Val¨¦ry Giscard d'Estaing se hunde en el silencio; lo que queda de su partido, al que ¨¦l mismo hab¨ªa apartado de su campa?a presidencial, se encuentra desamparado. Mientras tanto, los gaullistas, que se felicitaban de haber tendido una trampa a su aliado, se han dado cuenta de que han ca¨ªdo con ¨¦l.Esta derrota de la derecha era improbable hace un a?o, y casi nadie pensaba que llegase a ser tan desastrosa como en el caso de las elecciones legislativas, que dieron la mayor¨ªa absoluta al partido socialista. ?C¨®mo se explica este fen¨®meno? En varios pa¨ªses -el Reino Unido, Estados Unidos, Suecia, Dinamarca, Alemania la crisis econ¨®mica produjo un desplazamiento de la opini¨®n p¨²blica hacia la derecha; las clases medias liberales pensaron que era preciso poner unos l¨ªmites al welfare state y relanzar la econom¨ªa mediante una reducci¨®n de los impuestos. Este desplazamiento hacia la derecha tambi¨¦n se produjo en Francia, y reforz¨® las posiciones de Chirac, en detrimento de las de Giscard.
Sin embargo, dado que Francia no ha estado nunca gobernada por la socialdemocracia, cuando se reforz¨® la intervenci¨®n del Estado las clases trabajadoras creyeron que deb¨ªan esperar una atenuaci¨®n de la crisis. Giscard, que ya se encontraba debilitado por su derecha, se vio a¨²n m¨¢s debilitado por su izquierda. Este retroceso se convirti¨® en una aut¨¦ntica cat¨¢strofe, ya que el presidente y su primer ministro no hab¨ªan buscado otro apoyo en la opini¨®n p¨²blica que el de la confianza en su talento. Dicha confianza la hab¨ªan obtenido a t¨ªtulo personal, sin que la derecha giscardiana hubiese pretendido nunca organizarse seriamente como partido. Las directrices presidenciales solamente eran recogidas por las "fuerzas vivas" locales, caracterizadas a menudo por un gran arca¨ªsmo que, no produc¨ªa malestar en el medio aristocr¨¢tico que rodeaba al presidente. Cuando la opini¨®n p¨²blica dej¨® de creer que la crisis ser¨ªa pasajera, al d¨ªa siguiente del segundo shock petrolero, se volvi¨® contra los delfines, que, en su opini¨®n, hab¨ªan traicionado su confianza.
Antiguo r¨¦gimen
Si la derecha hubiese estado fuertemente organizada, habr¨ªa logrado desplazar la responsabilidad de la crisis sobre los pa¨ªses productores de petr¨®leo e, incluso, sobre los trabajadores inmigrantes. Toda su organizaci¨®n convirti¨® a los delfines en emisarios de la atm¨®sfera de ca¨ªda del antiguo r¨¦gimen que acompa?¨® a los posteriores triunfos de Fran?ois Mitterrand. El rechazo de Giscard y de Barre no puede explicarse solamente por los reveses de su dif¨ªcil gesti¨®n, sino que se trata de un fen¨®meno m¨¢s pol¨ªtico que econ¨®mico.
Este aislamiento pol¨ªtico de Giscard y de Barre fue la causa de su ca¨ªda, ya que transform¨® a un notable modernizador en un legitimista cada vez m¨¢s conservador y alejado de su pueblo.
Sin embargo, la reacci¨®n popular se explica asimismo por el rechazo a la evoluci¨®n previsible del r¨¦gimen giscardiano, que necesariamente deb¨ªa ser a¨²n m¨¢s conservador e, incluso, m¨¢s represivo. Desde hac¨ªa algunos a?os, el r¨¦gimen de Giscard se apoyaba en el miedo a la crisis, al extranjero y a las minor¨ªas.
La ley Peyrefitte reform¨® el c¨®digo penal en un sentido abiertamente reaccionario, ya que tend¨ªa a volver al juicio del delito, y no del delincuente. Las medidas de expulsi¨®n contra los j¨®venes inmigrantes conduc¨ªan directamente a enfrentamientos ¨¦tnicos y sociales "a la inglesa". En la universidad, un ministro que hab¨ªa perdido su sangre fr¨ªa trataba de humillar y rebajar a los profesores. Un segundo septenio de Giscard hubiera supuesto para Francia unas restricciones a las libertades p¨²blicas mucho m¨¢s graves a¨²n que las de la Berufsverbot alemana. Esta es la raz¨®n de que la opini¨®n p¨²blica haya acogido la derrota de la derecha con una sensaci¨®n de alivio, justificada posteriormente por la supresi¨®n del Tribunal de Seguridad del Estado, el cese de las expulsiones de j¨®venes inmigrantes, el abandono de la ley Peyrefitte y la pr¨®xima abolici¨®n de la pena de muerte.
Aproximaci¨®n a la realidad social
La izquierda en el poder significa, en primer lugar, la eliminaci¨®n de unos dirigentes pol¨ªticos cada vez m¨¢s ajenos a la realidad social del pa¨ªs que dirig¨ªan. El Gobierno de Giscard y Barre se identificaba con los grandes empresarios y tecn¨®cratas, y hab¨ªa sustituido, poco a poco, el esp¨ªritu de reforma de los primeros a?os por medidas conservadoras. El partido socialista, por el contrario, se sit¨²a muy cerca de la realidad social francesa, y su electorado es representativo de toda la poblaci¨®n. En la actualidad es mayoritario en todas las categor¨ªas sociales, incluso entre los ejecutivos y las profesiones liberales, y ha logrado implantarse ampliamente en Par¨ªs, donde no se hallaba representado.
La victoria de la izquierda es, pues, y en primer lugar, la revancha de la realidad social sobre las voluntades pol¨ªticas; pero tambi¨¦n, y de forma a¨²n m¨¢s evidente, significa la revancha de una estrategia y de un hombre: Fran?ois Mitterrand. El fue el ¨²nico observador o pol¨ªtico que supo prever con gran antelaci¨®n el fracaso de la derecha, y tambi¨¦n quien, a pesar de los violentos ataques del partido comunista, quiso seguir siendo el hombre de la uni¨®n de la izquierda, lo que le atrajo a buena parte del electorado comunista. En la actualidad, Mitterrand dispone de una fuerza pol¨ªtica excepcional, mayor a¨²n que la del general De Gaulle en 1958: los comunistas dependen de su buena voluntad, la derecha es v¨ªctima de sus luchas intestinas, y en el partido socialista cuenta personalmente con una amplia mayor¨ªa y mantiene con facilidad el equilibrio entre tendencias opuestas.
Pero ?puede definirse la orientaci¨®n pol¨ªtica de Mitterrand? Hay que decir que resulta imposible hacerlo en t¨¦rminos ideol¨®gicos: ¨¦l mismo ha guardado con frecuencia cierta distancia con respecto al marxismo, da una definici¨®n muy humanista del socialismo, no duda en evocar sus v¨ªnculos religiosos y recuerda con emoci¨®n el medio rural peque?o burgu¨¦s en que naci¨®, lo que ciertamente se aleja de la base social habitual del movimiento socialista. Su pensamiento pol¨ªtico, que no es el de un analista, sino el de un pr¨¢ctico, se expresa mejor en t¨¦rminos propiamente pol¨ªticos e, incluso, de estrategia pol¨ªtica.
Desde hace diez a?os, Mitterrand ha tratado y conseguido identificar partido socialista con izquierda, e izquierda con partido socialista, descartando todos los intentos de formaci¨®n de una tercera fuerza o de alianza con la derecha, que hubiera sido fatal para el partido socialista, a la par que poniendo fin al dominio del partido comunista sobre la izquierda Mitterrand ha permitido a Francia elegir un movimiento de izquierda democr¨¢tica, cuando desde hac¨ªa medio siglo s¨®lo hab¨ªa podido elegir entre la derecha (incluso cuando el primer ministro era Guy Mollet, jefe de la SFIO) y un partido comunista que nunca ha hecho grandes esfuerzos por hacer creer que es democr¨¢tico. Es tan falso creer que Mitterrand est¨¢ dispuesto a abandonar la uni¨®n de la izquierda como pensar que se trata de un compa?ero de viaje de los comunistas. Su tarea hist¨®rica ha sido y es la de poner t¨¦rmino a la impotencia de Francia para realizar las reformas que los Gobiernos socialdem¨®cratas han llevado a cabo desde hace tiempo en la mayor parte de los pa¨ªses industrializados avanzados. Sin embargo, no es m¨¢s socialdem¨®crata que procomunista: Mitterrand define concretamente, en funci¨®n de. las posibilidades pol¨ªticas, la orientaci¨®n del Gobierno de izquierda que ha deseado para Francia.
Tres corrientes en la izquierda
Esta orientaci¨®n combina tres tipos de acci¨®n que son, asimismo, tres corrientes pol¨ªticas: la izquierda "dirigista", la izquierda "distributivista" y la izquierda "liberadora". Podemos decir que el CERES y ciertos dirigentes como P. Joxe representan la izquierda "dirigista"; que el componente m¨¢s socialdem¨®crata del Gobierno, el de P. Mauroy, es m¨¢s "distributivista", y que las corrientes que se aprecian en M. Rocard son las m¨¢s descosas de liberar las iniciativas, las negociaciones e, incluso, las reivindicaciones de los controles estatales, as¨ª como de desarrollar un esp¨ªritu autogestionario. Sin embargo, este reparto de papeles, sin ser totalmente falso, no da una imagen exacta, en primer lugar, porque dichas corrientes no se hallan en competencia abierta: el CERES representa del 12% al 15% de los diputados; la corriente de Rocard, el 20%, aproximadamente, y el resto corresponde a Mitterrand, del cual depende estrechamente tambi¨¦n P. Mauroy.
La corriente "dirigista" tiene la ventaja de reforzar la capacidad de decisi¨®n del Estado y de permitir una gran pol¨ªtica industrial, pero puede incrementar asimismo el centralismo y constitu¨ªr nuevos aparatos tecnocr¨¢ticos como los que ya dominan la pol¨ªtica energ¨¦tica; la corriente "distributivista" trata de acabar con la masa -a¨²n muy importante- de los bajos salarios, que diferencia a Francia de pa¨ªses como Alemania o B¨¦lgica, pero tambi¨¦n puede favorecer a los lobbies mejor organizados, los de las clases medias, especialmente los funcionarios. Por ¨²ltimo, la corriente libertaria puede crear una ¨²til modernizaci¨®n conflictiva en numerosos sectories, ante todo en la vida regional y en la ense?anza, pero tambi¨¦n mantener las utop¨ªas narcisistas del equilibrio, la identidad y la comunidad, totalmente inadecuadas para una situaci¨®n de crisis y de mutaci¨®n.
Presiones exteriores
?Cu¨¢les son las posibilidades de ¨¦xito o de fracaso? El fracaso puede proceder, en primer lugar, de las presiones exteriores, y especialmente de unos tipos de inter¨¦s demasiado altos que frenen la inversi¨®n, asi como de la debilidad frente a los grupos de presi¨®n interiores. Dichas presiones, al igual que la capacidad econ¨®mica de Francia, una vez superadas las primeras reacciones de alarma, no son peores que las de sus vecinos.
Los factores de ¨¦xito son mucho m¨¢s importantes y, sobre todo, se centran en el inmenso caudal de confianza de que dispone el Gobierno y que no se agotar¨¢ en dos a?os: es decir, durante el per¨ªodo m¨¢s dif¨ªcil para el nuevo presidente. Depende, asimismo, del pragmatismo de ¨¦ste, que no debe dejarse llevar por pasiones ideol¨®gicas. Y depende, por ¨²ltimo, de la importante influencia de la CFDT, que concede al sindicalismo una funci¨®n de participaci¨®n conflictiva que hace surgir las formas arcaicas del dirigismo.
Francia vive mucho menos que una revoluci¨®n, pero mucho m¨¢s que un camb¨ªo de Gobierno. Tras un cuarto de siglo de crecimiento y tambi¨¦n de distancia e incomprensi¨®n entre gobernantes y gobernados, el pa¨ªs entra en un per¨ªodo de democratizaci¨®n activa.
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