Haig reitera en Belgrado el apoyo de EE UU a la independencia Yugoslava
La Administraci¨®n Reagan continuar¨¢ la tradicional pol¨ªtica americana de apoyo y soporte a la independencia, integridad territorial y unidad nacional yugoslava. Este es el principal mensaje que trajo ayer a Belgrado el secretario de Estado norteamericano. Cuando Alexander Haig lleg¨® procedente de Malaga, s¨®lo hab¨ªan pasado unas horas desde el inicio de la era'nuclear en Yugoslavia, tras la puesta en marcha, en Krsko, de una central Westhinghouse de tecnolog¨ªa norteamericana. Queda lejos, en cambio, el idilio pol¨ªtico que protagonizaron Carter y Tito, cuando las relaciones yugoslavo-estadounidenses registraron su grado ¨®ptimo.
Seg¨²n los observadores, la visita de Haig a Yugoslavia tiene como motivo principal reafirmar el inter¨¦s de Estados Unidos en una Yugoslavia no vinculada a la Uni¨®n Sovi¨¦tica, en tiempos en los que la pol¨ªtica de la Casa Blanca cara al ?frica no alineada est¨¢ obligando a Belgrado a sumarse a las cr¨ªticas del sector m¨¢s tercermundista de los no alineados en contra de la pol¨ªtica estadounidense. Mientras tanto, Eagleburguer, ex embajador de Carter en Belgrado y actual subsecretario de Estado para Asuntos Europeos, que viaja con Haig, aconseja paciencia con Yugoslavia, explicando las razones del malestar yugoslavo por la decisi¨®n neutr¨®nica norteamericana y por el posible ingreso de Espa?a en la OTAN.
El tema del ingreso de Espa?a en la OTAN preocupa al no alineamiento yugoslavo, y no hay duda de que todas las hip¨®tesis han sido repasadas con Haig, un hombre que entiende de las implicacioiies que en los Balcanes tiene cualquier cambio en la OTAN.
El Belgrado oficlal asegura que hay diferencia entre las opiniones contrarias al ingreso de Espa?a en la OTAN expresadas por el n¨²mero uno en asuntos internacionales del partido yugoslavo, Milkos Minich, y la postura oficial por l¨ªnea de Estado, que considerar¨ªa la opci¨®n atlantista asunto interno, como declaraba un portavoz recientemente a EL PA?S.
Concesiones navales
El Pacto de Varsovia tiene inter¨¦s en alinear al socialismo yugoslavo, operando con la variante de las concesiones navales, que le negara Tito a Breznev en cordial charla el a?o 1977, m¨¢s que con una adhesi¨®n, hoy por hoy imposible. El ingreso de Espa?a en el pacto atl¨¢ntico actualizar¨ªa esas peticiones, que te¨®ricamente Yugoslavia podr¨ªa otorgar sin perder su estatuto de pa¨ªs no alineado, al igual que otros pa¨ªses de ese movimiento hacen con la URSS (India o Etiop¨ªa) o con Estados Unidos (Egipto, Somalia). El ¨²ltimo en haber o¨ªdo, probablemente, una negativa al respecto puede haber sido el general sovi¨¦tico Alexei Alexeievich Yepisev. Ante todas estas cuestiones, Haig record¨® ayer a los yugoslavos su fidelidad al "aut¨¦ntico no alineamiento, en su versi¨®n de equidistancia de Washington y Mosc¨². Esta concepci¨®n choca frontalemente con la defendidad por la URSS, para quien el no alineamiento se traduce por "antiimperialismo y anticolonialismo". El reciente veto norteamericano favorable a Sur¨¢frica en el Consejo de Seguridad y el molesto incidente a¨¦reo libio-estadounidense ponen a los yugoslavos en una situaci¨®n muy dif¨ªcil. Adem¨¢s, la equidistancia no existe entre los conceptos del no alineamiento, una doctrina que predica la condena o el apauso al bloque que en determinado momento se lo merezca.
Por otra parte, fuentes bien informadas aseguran en Belgrado que los norteamericanos han reiterado a los yugoslavos su no participaci¨®n en fomentar o utilizar la revuelta nacionalista de los albaneses de Kossovo.
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