"Un militar y la OTAN"
Quien estas letras escribe es un oscuro capit¨¢n dem¨®crata y progresista. Dem¨®crata porque anhela profundamente la convivencia plural, cada vez m¨¢s libre e igualitaria, en una sociedad de ciudadanos, no de s¨²bditos. Progresista porque apuesta por una colectividad en la que la realizaci¨®n de cada ser se estimule y se coordine dentro de una universal solidaridad, y en la que la cultura sea producto de personas verdaderamente sensibles y abiertas al progreso realmente humano, din¨¢mico y autocr¨ªtico.Y es este oscuro militar quien se ha cre¨ªdo en la obligaci¨®n ineludible de aportar su sencillo grano de arena a un tema de precipitada actualidad y de tremenda pol¨¦mica.
Quisiera de forma forzosamente esquem¨¢tica y limitada recordar la evoluci¨®n del profesional de las armas, desde el guerrero de Plat¨®n (en el segundo grado de preeminencia social), pasando por el ciudadano- soldado romano; luego, el semian¨¢rquico y l¨²dico guerrero medieval; despu¨¦s, el militar decimon¨®nico (con su pa?er¨ªa y sus emplumados), y llegar al as¨¦ptico y qu¨ªmicamente puro prototipo de finales de nuestro siglo, para, concentr¨¢ndome en este ¨²ltimo, distinguir entre el simple guerrero (y f¨¢cil mercenario) y el profesional patriota, para el cual el amor por la patria debe primar su inter¨¦s por la guerra y, por tanto, debe desear para su colectividad lo mejor; siendo lo mejor, indiscutiblemente, la paz justa y la concordia solidaria. Este debe ser, seg¨²n mi criterio, el aut¨¦ntico militar de nuestros d¨ªas. Y a tal fin se me permitir¨¢ transcribir del inestimable libro Ej¨¦rcito: presente y futuro, del comandante Prudencio Garc¨ªa, la siguiente cita: "... la firme aceptaci¨®n de la posibilidad de un futuro sin guerras -futuro m¨¢s o menos pr¨®ximo o remoto, pero, en cualquier caso, no inaccesible- da lugar a una idea de pensamiento y de acci¨®n infinitamente m¨¢s inc¨®moda, dificil y comprometida, pues de ella se deriva un complejo, arduo y extremadamente delicado paralelismo: de una parte, la necesidad de seguir preparando la guerra mientras las condiciones del mundo contin¨²en haci¨¦ndolo tristemente necesario, incluso desde un punto de vista puramente defensivo (necesidad de una defensa nacional, admitida igualmente por la postura anterior), y de otra, y como pesada carga adicional, la obligaci¨®n inexcusable de trabajar por los m¨¢s variados conductos -desde la investigaci¨®n te¨®rica hasta la gesti¨®n pr¨¢ctica- a favor de la distensi¨®n y de la desaparici¨®n de las causas ¨²ltimas de la conflictividad internacional, hasta conseguir que un d¨ªa la preparaci¨®n de la guerra resulte universalmente innecesaria".
Democratizaci¨®n de las FAS
Tras este necesario pre¨¢mbulo, voy a concretarme en el tema que anunciaba, suscitando, m¨¢s que resolviendo, cuestiones que considero importantes.
Ante todo, suscribo totalmente el inteligente art¨ªculo "El enemigo principal", de Fernando Savater, que se public¨® el pasado 11 de agosto.
Quisiera salir al paso de las simplificaciones que afirman que el ingreso en la OTAN redunda r¨ªa en la deseable democratizaci¨®n de los profesionales de las FAS. A tal efecto baste recordar la Grecia de los coroneles, el Portugal salazarista o la Turqu¨ªa del incruento golpe de Estado (con miles de muertos). Probablemente, como apuntaba un sagaz periodista, los previsibles destinos de militares espa?oles fuera de Espa?a ser¨ªan cubiertos por competentes profesionales, que ser¨ªan seguramente los m¨¢s respetuosos con la Constituci¨®n y la democracia, mientras que en los cuarteles permanecer¨ªan los irredentos virtuales golpistas de siempre.
Se ha atribuido un efecto generalizador a la expl¨ªcita disposici¨®n favorable al ingreso en la OTAN de las altas instancias d nuestras Fuerzas Armadas, pero yo, como ciudadano militar, quisiera permitirme ciertas consideraciones:
Sociol¨®gicamente no est¨¢n precisamente definidas las verdaderas tendencias del amplio estamento castrense acerca de la OTAN. La explicable dificultad de las correspondientes encuestas s¨®lo nos permite recordar la de mayo de 1980 en la revista Defensa, en la cual los porcentaje pro antiOTAN estaban pr¨¢cticamente equilibrados. Sin olvidar nunca que un asunto tan crucial para la defensa nacional no puede ser s¨®lo privativo de sus t¨¦cnicos (los militares profesionales), sino de todos los ciudadanos, quienes tienen el derecho indiscutible al debate profundo y a la participaci¨®n en la decisi¨®n en un tema tan fundamental para la supervivencia colectiva.
Los aspectos econ¨®micos aducidos en pro o en contra de la integraci¨®n atlantista son, sin duda, importantes, pero perfectamente secundarios ante un problema de tal trascendencia.
Abogar por el neutralismo
Afirmar que el neutralismo es imposible y que nos garantizar¨ªa contra los efectos de una conflagraci¨®n generalizada es, cuanto menos, simplista. Evidentemente, las esquirlas de la guerra nos salpicar¨ªan, pero los efectos nunca ser¨ªan comparables a las consecuencias de un alineamiento partidista.
Ni ingenuidad ni malicia excesiva es abogar por el neutralismo, Es, en cambio, ingenuo y malicioso minimizar las previsibles repercusiones que nuestra adhesi¨®n a la OTAN tendr¨ªan en la situaci¨®n apasionante y dram¨¢tica de Polonia y en el desequilibrio interno y externo del neutralismo yugoslavo.
Hoy, alejada como est¨¢ Espa?a de toda veleidad imperialista, nuestras Fuerzas Armadas deben tender definitivamente hacia la distensi¨®n, que no liacia la agresi¨®n.
A nadie, por muy profano que sea en la materia, se le puede hurtar la consideraci¨®n de la disyuntiva entre un Ej¨¦rcito muy profesionalizado, con medios muy sofisticados, pero forzosamente lirnitados (y siempre inferiores a un virtual invasor de superior entidad), o un Ej¨¦rcito de profunda raigambre popular, preparado preventiva, inteligente e intensamente en la lucha guerrillera; los varios millones de nuestro inapreciable material humano dotado de medios aerom¨®viles, contracarros, antia¨¦reos, para un eventual esfuerzo defensivo contra un invasor de cualquier entidad, cuyas servidumbres log¨ªsticas, agudizadas por nuestra particular defensa, valorar¨ªan de forma casi definitiva nuestro bien organizado esfuerzo disuasorio. Para lo cual, Espa?a tiene ya una cierta infraestructura organizada, basada en las Bridots y las Coe's, teniendo en cuenta que "los guerrilleros nunca ganan guerras, pero sus adversarios a menudo las pierden" (citado por el teniente general D¨ªez-Alegr¨ªa en su libro Ej¨¦rcito y sociedad).
Muchos estudios podr¨ªan hacerse, pero siempre sin perder de vista honradamente que el fin primordial de la defensa debe ser conseguir para la patria lo colectivamente m¨¢s deseable (que es, repito, la paz justa y la concordia solidaria), superando maniqueos nacionalismos.
Espa?a, por sus particulares coordenadas geopol¨ªticas e hist¨®ricas (y dentro de un entente plurinacional de pa¨ªses neutralistas), podr¨ªa aportar su aut¨¦ntica inteligencia y quijotismo colectivos, dentro de un bien racionalizado y generoso pragmat¨ªsmo, a la causa de la distensi¨®n, del desarme y de la pol¨ªtica antibloques.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.