Curarse en salud
La superpastoral del Banco de Espa?a puede costarle al Estado —es decir, a los contribuyentes o a quienes pagamos parte de los d¨¦ficits presupuestarios con inflaci¨®n— muchos miles de millones de pesetas. El tema es claro: cuanto m¨¢s saneen sus carteras los bancos, menos impuestos pagar¨¢n. La f¨®rmula se aplicar¨¢ a todos por igual, enfermos y sanos. Los malos, admitido que sus descalabros con unos clientes los deben pagar otros clientes, y el Estado, tendr¨¢n un respiro. Los buenos podr¨¢n, adem¨¢s, curarse mejor en salud.
El sistema no es nuevo; no pod¨ªa serio, puesto que los bancos que no sanearan sus cr¨¦ditos y valores terminar¨ªan aflorando os malas operaciones en menos beneficios o p¨¦rdidas. En los cuatro ¨²ltimos a?os han destinado a saneamientos 231.566 millones de pesetas (24.245 en1977, al a?o siguiente 48.379, en 1979 otros 65.703 millones, y en 1980 un total de 93.239 millones dinero procedente de los ingresos por otras operaciones y que no llego a tributar el 339¨ª del impuesto sobre Sociedades, por no haber llegado a engrosar los beneficios. Lo que s¨ª tiene novedad es el peculiar caf¨¦ para todos, el que bancos en crisis y en beneficios puedan llegar indiscriminadamente a esa cuenta del 1,5% sobre riesgos totales.
Es opini¨®n generalizada que los bancos, por su condici¨®n de intermediarios, se han defendido mejor de la crisis que otras empresas, porque pueden trasladar sus cargas a los otros clientes que disfrutan de sus cr¨¦ditos. Ah¨ª est¨¢ el coste del cr¨¦dito y sus restricciones para probarlo. Sin embargo, lo que pr¨¢cticamente nadie ha cuestionado son sus defensas fiscales. El propio presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de la Banca Privada, Rafael Termes, cuando el exvicepresidente econ¨®mico del Gobierno Abril Martorell anunci¨® hace varios a?os la pretensi¨®n de bajar dos puntos el coste del cr¨¦dito, esgrimi¨® el argumento, intachable en pura econom¨ªa de mercado de que el Estado debe dejar ganar m¨¢s dinero a los bancos, que as¨ª podr¨¢n pagar m¨¢s impuestos.
No obstante, aqu¨ª, como en otros campos las palabras van por un lado y los hechos por otro. En los ¨²ltimos cuatro a?os, los bancos no han soportado tanto como el resto de los agentes econ¨®micos el aumento de la presi¨®n fiscal. En 1977 pagaron 21.166 millones de pesetas en impuestos sobre beneficios, en 1978 redujeron su aportaci¨®n a 18.547 millones de pesetas, al a?o siguiente se quedaron tambi¨¦n en 18.645 y en el gran a?o de 1980 llegaron s¨®lo a 24.200 millones. Si a estas cifras de pesetas de cada a?o se les descuenta la inflaci¨®n, se ve que la aportaci¨®n global del sector ha descendido, mientras que los ingresos y el d¨¦ficit de los Presupuestos del Estado no ha dejado de crecer.
Fuentes de AEB, consultadas por EL PA?S, no han querido adelantar ahora el efecto concreto de la superpastoral en los impuestos que pagar¨¢ la banca. Han dicho que depender¨¢ de c¨®mo sale la medida y de la evoluci¨®n previsible de las partidas de morosos. Pero a nadie se le oculta que, como consecuencia de la crisis econ¨®mica y de la insuficiencia de las dotaciones, seg¨²n Termes, pueden aumentar todav¨ªa m¨¢s los recursos destinados por la banca a saneamientos, especialmente por los incentivos adicionales que se les preparan.
En roman paladino, puede decirse que, si en el pasado reciente los descalabros de la banca con unas empresas lo han pagado otras y el Estado, desde ahora el Estado contribuir¨¢ todav¨ªa m¨¢s. El Ministerio de Hacienda, tan celoso ¨²ltimamente en el af¨¢n de que el Parlamento sea prudente con los proyectos de ley que impliquen reducci¨®n de ingresos o aumento de gastos para el Estado, parece haber dado el visto bueno a una medida que ser¨¢ resultado de la negociaci¨®n entre bancos y el Banco de Espa?a, y no pasar¨¢ por las Cortes. Una forma m¨¢s de hurtar a la representaci¨®n de los espa?oles lo que a ¨¦stos ata?e muy directamente.
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