El futuro de Canarias y la Alianza
La finalidad del presente art¨ªculo no es abundar sobre los aspectos generales de la posible incorporaci¨®n de Espa?a a la OTAN, que de seguro ya est¨¢n en la mente de todos los posibles lectores, sino tratar los aspectos muy particulares que se plantean desde la perspectiva estrictamente canaria. Y ello, no por un af¨¢n subjetivamente diferenciador, sino por reflejar elementos tan reales e incluso f¨ªsicos, como son la geograf¨ªa y la geoestrategia.El pueblo canario viene presionado en el marco internacional por dos procesos que hay que racionalizar para que nuestras vivencias y nuestros sentimientos tengan su mejor y m¨¢s adecuada expresi¨®n y para que los canarios podamos plantearnos de forma madura y responsable nuestro propio futuro.
Uno de esos procesos viene directamente ligado a la desaparici¨®n del imperio colonial espa?ol. Se trata de un proceso que ha durado algo m¨¢s de 150 a?os (desde la independencia de las colonias americanas Bol¨ªvar y San Mart¨ªn hasta el vergonzoso episodio sahariano posterior a la marcha verde, en plena agon¨ªa de Franco).
No podemos olvidar las m¨²ltiples intentonas de apoderarse militarmente de Canarias (la ¨²ltima, protagonizada por Nelson pocos a?os antes de la batalla de Trafalgar), que pudieron rechazarse porque el archipi¨¦lago estaba rodeado, protegido, interiorizado, dentro del vasto territorio de un imperio donde no se pon¨ªa el Sol. Pero en este siglo y medio las cosas han cambiado mucho. Tanto que, en el ¨²ltimo embate, se han perdido todas las colonias africanas y ha desaparecido la presencia espa?ola del continente: Marruecos, Ifni, Guinea y Sahara (el caso de Ceuta y Melilla no es relevante, aunque s¨ª esclarecedor, para el tema aqu¨ª tratado).
Todo este proceso ha desembocado en que Canarias se vea convertida en frontera, marca, l¨ªnea divisoria. Ya no estamos situados dentro del mundo propio; ya no dominamos la situaci¨®n. Y esto no ocurre con ninguna otra parte de Espa?a. Reflexione el lector peninsular si recuerda cu¨¢ntas millas marinas hay hasta/ desde C¨¢diz o si en alguna ocasi¨®n ha tenido la experiencia de que un territorio vecino (el Sahara est¨¢ a cien kil¨®metros de Fuerteventura) deje de considerarse como provincia espa?ola y se entregue a otras soberan¨ªas extranjeras.
El equilibrio del terror
El otro de los procesos a que nos refer¨ªamos es al giro que est¨¢ experimentando el enfrentamiento entre los dos grandes bloques y su correspondientes Estados he gem¨®nicos. El equilibrio del terror que est¨¢ llegando a l¨ªmites jam¨¢s imaginados, hace cada vez m¨¢s in veros¨ªmil un enfrentamiento nuclear generalizado y aparecen como sustitutivos necesarios los conflictos localizados y controlados Sobre estos conflictos existe un acuerdo t¨¢cito, inconfesado, de desplazarlos hacia la periferia de los pa¨ªses ricos, hacia el Tercer Mundo: Africa y Asia son los ¨¢mbitos m¨¢s siniestramente resultantes de esta operaci¨®n, donde la miseria y el militarismo ayudan a mantener el macabro orden internacional (Afganist¨¢n, Ir¨¢n, Irak, Angola, Namibia-, etc¨¦tera). El alargamiento de la Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte hacia el Atl¨¢ntico Sur no tiene otra explicaci¨®n que ¨¦sta y, de paso, garantizar a los pa¨ªses ricos el control de las materias primas, en especial los crudos.
Pues bien, los dos procesos esbozados presionan fuertemente a la sociedad canaria. Uno de los frutos de esa presi¨®n es la tesis del alineamiento. No existe posibilidad de elecci¨®n; ?el mundo bipolar no es el mejor de los posible, pero s¨ª el ¨²nico de los reales?. Hace falta, por tanto, tomar partido, es imprescindible colocarse en uno de los campos para garantizar la seguridad de Canarias. Pero s¨®lo hay un campo real: la OTAN.
Pero ?qu¨¦ implicaciones tendr¨ªa para el archipi¨¦lago canario y el pueblo que lo habita? Esta decisi¨®n traer¨ªa como consecuencia que, en la misma raya fronteriza entre dos mundos, a Canarias se le asignar¨ªa el papel no s¨®lo de centinela de la marca, sino, lo que es mucho m¨¢s dram¨¢tico, de plataforma de disuasi¨®n, lo que, en t¨¦rminos reales, ser¨ªa siempre correctamente entendido por los pueblos vecinos como plataforma de agresi¨®n. No podemos olvidar que Canarias ser¨ªa la primera porci¨®n geogr¨¢fica de Africa que se incorporase a la OTAN, lo que tendr¨ªa la inmediata repulsa ya explicitada por parte de la OUA, y, lo que es mucho m¨¢s grave, los canarios no ser¨ªamos sino un pueblo fronterizo, gendarme, militarizado y posible origen de cuantas agresiones el imperialismo tuviese que realizar sobre los pueblos y los Gobiernos progresistas africanos.
Por mucho que diga el Gobierno de UCD, Canarias ser¨ªa convertida en silo nuclear. Es enga?oso decir al pueblo canario que no habr¨¢ armamento at¨®mico. Estados Unidos est¨¢ teniendo que hacer una presi¨®n escandalosa para que los Gobiernos europeos de los pa¨ªses de la OTAN acepten los euromisiles. Por tanto, es in maginable que Espa?a y Canarias se incorporen a la OTAN con un tratamiento privilegiado que les evite tener armas nucleares en su territorio.
?Y qu¨¦ decir de la seguridad econ¨®mica de Canarias? Canarias es una econom¨ªa extravert¨ªda. El valor de todo nuestro comercio exterior es mayor que nuestra producci¨®n interna: dependemos del comercio exterior para sobrevivir. Estamos especializados en servicios tur¨ªsticos y somos centro de importantes rutas comerciales mundiales y centro de aprovisionamiento de las m¨¢s relevantes flotas pesqueras que operan en el Atl¨¢ntico. Nuestras principales exportaciones agr¨ªcolas son productos perecederos de alto valor, que no pueden soportar dificultades en los transportes. En suma, la fr¨¢gil econom¨ªa canaria, basada en la utilizaci¨®n pac¨ªfica de su renta de situaci¨®n, no podr¨ªa mantenerse si se obliga a que Canarias sea un baluarte militar.
Es por estas razones que los canarios nos estremecemos cuando nos hablan de la OTAN. Sobre todo porque Canarias ha tenido hasta ahora, y quiere seguir teniendo, otro proyecto a realizar como pueblo diferenciado en medio del Atl¨¢ntico. Nosotros no queremos ser los guardianes de ninguna marca; no queremos (ni podemos) vivir atrincherados. Los canarios tenemos una dimensi¨®n africana evidente y queremos entendernos en paz y en pie de igualdad con los vecinos pueblos de Africa. Canarias quiere seguir siendo un puente, un nudo de comunicaciones econ¨®micas y culturales; ser un eslab¨®n -que puede ser tremendamente eficaz y valioso- en el necesario di¨¢logo Norte-Sur,
El papel africano
En Canarias existen hoy las condiciones para jugar un papel cara a Africa (tambi¨¦n cara a Am¨¦rica Latina) que no puede jugar nadie que no seamos nosotros, ajenos por supuesto a cualquier aspiraci¨®n neocolonial. Nuestro futuro como eslab¨®n, como n¨²cleo de intercambios, como puente entre mundos y culturas, es esperanzador y estimulante. Como centinela de la marca, como baluarte militar y de agresi¨®n, ser¨ªa un futuro que se nos impondr¨ªa, nunca ser¨ªa elegido por nosotros. Por tanto, no ser¨ªa duradero. Hasta tal punto que la obstinaci¨®n del actual Gobierno de UCD podr¨ªa poner en tela de juicio algo tan profundo y tan amasado a lo largo de cinco siglos, como puede ser la pervivencia de los lazos que nos unen solidariamente con los pueblos hermanos perunsulares.
Porque ?qu¨¦ peligros reales y controlables se ciernen sobre Canarias hoy que no puedan ser afrontados eficaz y dignamente por las Fuerzas Armadas de Espa?a? Es precisamente en esa direcci¨®n en la que el Grupo Parlamentario Comunista ha presentado una enmienda al proyecto de Estatuto de Autonom¨ªa de Canarias que dice: ?La defensa del archipi¨¦lago canario ser¨¢ competencia exclusiva de las Fuerzas Armadas de Espa?a. No podr¨¢n establecerse en el ¨¢mbito de Canarias instalaciones militares extranjeras o de organizaciones supranacionales, ni podr¨¢n ser utilizadas las instalaciones militares espa?olas por otros ej¨¦rcitos?. En el mismo sentido hay otra enmienda presentada por el Grupo Parlamentario Socialista.
El argumento de fondo es que la seguridad de Canarias se basa en apostar por la paz, y no por la guerra; se basa en una pol¨ªtica de entendimiento, cooperaci¨®n y buena vecindad, y s¨®lo en ¨²ltima instancia, en la fuerza disuasoria de los ej¨¦rcitos espa?oles.
Entender estas razones, ser sensible a ellas, es lo que distingue una pol¨ªtica exterior espa?ola que defienda los intereses nacionales y no los , ensucie ni con intereses for¨¢neos ni con intereses partidistas.
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