Leopoldo Calvo Sotelo,

presidente del Gobierno, se arranc¨® a cantar el Asturias, patria querida, himno de Asturias, considerado err¨®neamente como la canci¨®n de los borrachos -una de las servidumbres de su gran popularidad-, en la noche del s¨¢bado pasado, despu¨¦s de ver la ¨®pera Rigoletto en el teatro Campoamor, de Oviedo, y escuchar unas napolitanas en la sala de conciertos del hotel donde se hospedaba, en compa?¨ªa de los divos Alfredo Kraus, Mateo Manuguerra y Mariella Devia, que tuvieron una actuaci¨®n estelar en la ¨®pera de Verdi. El centenar de personas presentes en la sala de conciertos core¨® el himno asturiano, iniciado por un espont¨¢neo, informa Jos¨¦ Man¨²el Vaquero. El presidente y su esposa, Pilar Ib¨¢?ez, dedicaron el domingo a visitar, en viaje privado, localidades asturianas: Perlora, Cand¨¢s, Luanco y Salinas. Por la ma?ana escucharon misa en la catedral, donde contemplaron con especial atenci¨®n la c¨¢mara santa y la sala capitular. A mediod¨ªa se dirigieron hacia Luanco. Tomaron unos culines de sidra en un hostal de Perlora, y comieron en un restaurante de Luanco. En el momento de iniciar el regreso a Madrid, el presidente del Gobierno pudo percatarse sobre el terreno de las dificultades de comunicaci¨®n entre Asturias y el resto de Espa?a. El vuelo regular que iba a tomar fue suspendido; estuvo tentado a tomar un charter que se dirig¨ªa a Santiago; descart¨® el.pesado viaje por carretera, y opt¨® por tomar el expreso de la noche para poder llegar a tiempo para recibir al dirigente peneuvista Xabier Arzallus.