La banca tambi¨¦n aumenta el gasto p¨²blico
En los proleg¨®menos del debate presupuestario est¨¢ volviendo a arreciar la campa?a contra un d¨¦ficit que se identifica con pol¨ªtica socialista. Flaco servicio para el Gobierno y desmesurada valoraci¨®n del poder de un partido que, hoy por hoy, es oposici¨®n. Pero el que tal afirmaci¨®n sea hecha por un profesional tan equilibrado como Rafael Termes, y el que su conclusi¨®n sea pedir movilizaciones de empresarios con pancartas contra el aumento del gasto p¨²blico, invita a hacer algunas reflexiones. La primera es que esto ocurre en Espa?a, pa¨ªs en donde los sindicatos obreros m¨¢s representativos han firmado el ANE y en donde, al mismo tiempo, no baja jam¨¢s el precio del dinero, es decir, el tipo de inter¨¦s. Este depende del funcionamiento del sistema bancario y de sus costes, y es precisamente el presidente de AEB, no los sindicalistas, quien pide movilizaciones.
Crisis industrial, crisis financiera
En Espa?a estamos viviendo una larga crisis econ¨®mica. La misma tiene aspectos pol¨ªticos y sociales, pero tambi¨¦n tiene una dimensi¨®n no suficientemente analizada hasta ahora, que es la del sistema financiero. El aspecto industrial de la crisis es algo m¨¢s conocido, entre otras cosas, porque las partes implicadas -Administraci¨®n, sindicatos obreros y organizaciones patronales- est¨¢n procediendo a adquirir compromisos duros, y con mayor control p¨²blico. Sin embargo, de la crisis del sistema financiero apenas se habla.
Es evidente que una crisis industrial tiene aspectos financieros. M¨¢s a¨²n en un pa¨ªs como Espa?a, en donde la banca privada ha jugado siempre un papel dominante y promotor de la industria. A pesar de que, en los ¨²ltimos a?os, se haya ido desembarazando de parte de su cartera industrial, renunciando a su protagonismo promotor, la banca sigue destinando parte de sus beneficios a sanear su cartera, es decir, a pagar los fallos de sus inversiones. Reservas para fallidos que, por cierto, no pagan impuestos, lo cual disminuye a¨²n m¨¢s la relativamente baja presi¨®n fiscal que soporta la banca (1).
La crisis afecta a aspectos estructurales de la banca privada. Se pueden dar dos razones: los costes de intermediaci¨®n han aumentado con la pol¨ªtica de competencia de fachada y de apertura de sucursales; no existe en Espa?a un marco legal ni una autodisciplina en el sector que permitan moralizar seriamente esta importante actividad. Desde el Banco de Navarra al Occidental, los esc¨¢ndalos se suceden, demostrando la inadecuaci¨®n del sistema de control estatal y de autocontrol del sector.
La respuesta ha sido, desde 1978, una serie de medidas, pactadas entre el Gobierno y los representantes de la banca, que s¨®lo han pasado por el Parlamento para su ratificaci¨®n. En contraste con lo que pasa en la industria, el proceso es secreto. As¨ª ocurri¨® con el Real Decreto-Ley 5/78, que el PSOE vot¨® favorablemente al comprometerse el Gobierno a enviar un proyecto de ley sobre los bancos en crisis. Esta norma creaba el Fondo de Garant¨ªa de Dep¨®sitos, con la corporaci¨®n bancaria como brazo ejecutor. Ante la envergadura de la crisis y el rosario de bancos que se iban encontrando en dificultades, el Gobierno, que no envi¨® ning¨²n proyecto de ley, dos a?os despu¨¦s dict¨® el Real Decreto-Ley 4/80, que aumentaba sustancialmente la dotaci¨®n y los poderes del Fondo. El patrimonio del Fondo se nutre a partir de aportaciones paritarias Banco de Espa?a-banca privada, por un importe del I%o de los dep¨®sitos. En realidad, la posibilidad de anticipar hasta cuatro anualidades completas por el Banco de Espa?a eleva la proporci¨®n a nueve a uno. ?Cu¨¢l es la proporci¨®n actual de aportaciones?, ?est¨¢ pagando la banca privada intereses por los posibles anticipos?
He de confesar que no puedo decirlo, a pesar de los reiterados esfuerzos del Grupo Parlamentario Socialista para que se informara sobre la gesti¨®n y el empleo de los caudales p¨²blicos en este caso. Hasta ahora, la norma ha sido la callada por respuesta, salvo una excepci¨®n: tras esperar catorce meses a que compareciera, el se?or gobernador del Banco de Espa?a despach¨® las preguntas pendientes en la sesi¨®n de la Comisi¨®n de Econom¨ªa del Congreso, celebrada el 11 de junio de 1981, con una displicente respuesta que no aclar¨® nada.
Al no ser conocida la cuenta de explotaci¨®n ni los resultados del Banco de Espa?a, que es el ¨²nico organismo p¨²blico no sujeto a la ley General Presupuestaria, no se sabe tampoco lo que nos est¨¢ costando la operaci¨®n. Menos mal que el se?or ministro de Hacienda, en el debate del escandaloso caso de Fidecaya, reconoci¨® que los beneficios del Banco de Espa?a se ingresan en la cuenta del Tesoro. Y aunque no se sepa la cuant¨ªa, lo ¨²nico cIaro es que se est¨¢ aumentando el gasto p¨²blico para reflotar y salvar estos bancos.
Esta operaci¨®n, por tanto, aumenta el gasto p¨²blico y tambi¨¦n el d¨¦ficit real, porque, como se ha se?alado recientemente en estas mismas p¨¢ginas: ?El sector dominante de la econom¨ªa, el oligopol¨ªstico, presionan continuamente al Estado para que asuma costes del proceso de producci¨®n? (2).
Transferencias que tienen un curioso destino, ya que el tan denostado sector p¨²blico tiene que intervenir en los bancos en dificultades, sanearlos, sacarlos a flote, para al final venderlos al sector privado. Pero eso s¨ª sirve, para gestionarlos no, porque el Gobierno no hace uso del derecho de tanteo que se introdujo en el contrato de creaci¨®n de corporaci¨®n bancaria en 1978, por iniciativa socialista. El resultado es grave para los intereses del pa¨ªs, como se ha puesto de manifiesto en el caso de la Banca L¨®pez Quesada, en donde la incapacidad de ponerse de acuerdo por el pool espa?ol de bancos ha llevado a aceptar la oferta extranjera de la BNP. Esta venta ha seguido a la del Banco de Valladolid al Barclays. En estos momentos est¨¢ en la UVI el Banco Occidental, con m¨¢s de 100.000 millones de pasivo, y con evidentes connotaciones pol¨ªticas en Espa?a y en Italia. ?Habr¨¢ que seguir viendo c¨®mo se venden en subasta a la baja trozos del ¨²nico sector que sigue siendo b¨¢sicamente espa?ol en nuestro sistema econ¨®mico, o se empezar¨¢ a utilizar el dinero p¨²blico con m¨¢s responsabilidad? Porque es triste que se prefiera vender barato al extranjero a que se incremente el sector p¨²blico.
El fiasco de la liberalizaci¨®n
Desde 1977, la receta defendida para reformar el sistema financiero ha sido la liberalizaci¨®n. Sus pilares han sido la entrada de la banca extranjera, la reducci¨®n de coeficientes y la liberalizaci¨®n de los tipos de inter¨¦s. No se puede decir que este proceso haya originado la crisis de la banca, que tiene ra¨ªces m¨¢s profundas y anteriores. Sin embargo, s¨ª se puede hacer balance de la misma en relaci¨®n con las medidas adoptadas. El profesor Torrero lo ha hecho de modojusto al escribir que ?los resultados que se han derivado de la reforma han debido defraudar las esperanzas de sus promotores porque: a) pese a la mayor remuneraci¨®n, la tasa de ahorro no ha hecho sino degradarse, aunque es l¨ªcito afirmar que la ca¨ªda relativa del ahorro podr¨ªa haber sido superior si el tipo de inter¨¦s del pasivo bancario se hubiera mantenido; b) la esperada reducci¨®n de los costes de intermediaci¨®n ha resultado justamente en lo contrario; c) los deseos de revitalizar el mercado de valores como cauce alternativo de financiaci¨®n se enfrenta a la cruda realidad de la pr¨¢ctica desaparici¨®n del mercado de emisiones para las empresas industriales? (3).
Ante esta situaci¨®n, que se traduce en que el sector financiero se corresponde cada vez menos con el sector real o productivo, y le resulta m¨¢s caro, es conveniente que los defensores del papel del mercado como b¨¢lsamo curalotodo pongan en cuesti¨®n sus postulados. Sin duda no faltar¨¢n seguidores de la dama de hierro, se?ora Thatcher, que argumenten que es todav¨ªa demasiado pronto y que la purga acabar¨¢ haciendo efecto. En EE UU, sin embargo, la reaganeconom¨ªa est¨¢ bajo fuertes ataques, no s¨®lo de los sindicatos, sino incluso dentro del mismo partido republ¨ªcano, y ello porque los tipos de inter¨¦s no bajan. Pol¨ªtica, por cierto, acerbamente criticada por los Gobiernos europeos, sin que hasta la fecha ning¨²n responsable pol¨ªtico espa?ol haya cre¨ªdo pertinente ocuparse del tema. Sin duda, ello se debe a que aqu¨ª los tipos de inter¨¦s elevados formen parte de ley natural, y se considera voluntarismo infantil pretender que bajen.
En tan reducido espacio, no tiene sentido ampliar ese balance. No obstante, se puede concluir por ahora:
a. Que la reflotaci¨®n del sistema financiero, en especial de los bancos en crisis, provoca aumento de gasto p¨²blico y disminuci¨®n de ingresos. A diferencia del sistema industrial y al igual que ocurre con el sistema educativo, la gesti¨®n de los fondos p¨²blicos no supone en este caso ni un conocimiento mayor ni un mejor control del sector, a pesar del dinero que nos estamos gastando en el mismo todos los espa?oles.
b. Que la crisis del sector industrial, y sobre todo del mundo de las PYME, se est¨¢ agravando al tener que soportar el traslado de costes que le hace el sistema financiero. M¨¢s a¨²n, las actividades en que se est¨¢ apoyando la banca sana para salir de la crisis son las que deber¨ªan ser s¨®lo instrumentos de regulaci¨®n de liquidez, como los certificados de dep¨®sito o los bonos del Tesoro. El d¨¦ficit es tambi¨¦n negocio para la banca.
En vista de ello, es comprensible que el presidente de la AEB, que hasta este a?o nos hab¨ªa ilustrado con sus agudos an¨¢lisis del sector bancario, haya dejado la labor de gabinete por el panfleto. Keynes lo aconsejaba en algunas ocasiones. Ahora bien, es muy probable que los empresarios industriales, si se manifiestan en la calle de Alcal¨¢, antes de llegar al Ministerio de Hacienda se queden en la city madrile?a, para que los banqueros lean sus pancartas sobre los tipos de inter¨¦s y los plazos de los cr¨¦ditos.
es diputado del PSOE por Madrid.1. Aunque este dato ha sido publicado ya en trabajos tanto de Rafael Termes (ICE, 5 de julio de 1979), como de Torrero (ICE, 4 de octubre de 1979), tiene inter¨¦s recoger lo que dicen expertos exteriores como D. G. M. y Asociados en The top seven spanish banks. A comparative analysis 1980. Mimeografiado en su p¨¢gina 29: ?Curiosamente, y en contra de lo que pudiera pensarse, la presi¨®n impositiva que soporta la banca espa?ola (al menos, los siete grandes bancos) es mucho menor que la sostenida por las principales entidades de los otros cuatro pa¨ªses, e incluso desciende en 1979 con respecto a 1978?.
2. J. Garc¨ªa Vargas. D¨¦ficit, pol¨ªtica y consenso nacional. EL PAIS, 19 de agosto de 1981.
3. La liberalizaci¨®n del sistema financiero espa?ol, Antonio Torrero Ma?as. Instituto de Estudios Fiscales. Col. Monograf¨ªas, n? 12, p¨¢gina 167.
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