En el umbral de un arreglo
Releyendo la historia de aquella contienda larga en la que Gibraltar hizo su entrada definitiva en el escenario internacional, he tenido ocasi¨®n de encontrar un texto de Swift, a mi juicio uno de los m¨¢s sagaces, profundos e imaginativos escritores pol¨ªticos anglosajones. Dec¨ªa: "ninguna naci¨®n fue jam¨¢s durante tanto tiempo y tan escandalosamente insultada por la locura, la temeridad, la corrupci¨®n y la ambici¨®n de sus enemigos interiores, ni tratada con tanta insolencia, injusticia e ingratitud por sus amigos externos". Siempre me ha parecido que estas lacerantes palabras pod¨ªan predicarse con tanta o m¨¢s propiedad a Espa?a que al Reino Unido.A los espa?oles nos ha venido acompa?ando, como un inseparable cortejo desde la cuna a la sepultura, la conciencia de dos grandes carencias: solidaridad e integralidad. Imperfectos e incompletos, hay dos im¨¢genes que se?orean nuestro subconsciente y nos promueven un hondo malestar, un malestar radical. De una parte, la inclinaci¨®n a mover violencia contra nosotros mismos -la guerra civil-, y de otra, esa dram¨¢tica amputaci¨®n contra toda raz¨®n y justicia, esa herida permanente inferida al cuerpo f¨ªsico y moral de la naci¨®n que se llama Gibraltar.
Desde la serenidad he querido poner la raz¨®n y la esperanza mucho m¨¢s en las claves de nuestra efectiva regeneraci¨®n que en la visceralidad y ardor del deseo, incluso de tan justa reparaci¨®n.
Habr¨¢ que colmar con tolerancia, redescubriendo el gusto de nosotros mismos y haci¨¦ndonos continuo objeto de toda la delicadeza y tacto de que es capaz la inteligencia, el enorme foso de intransigencia con que hemos maltratado nuestra existencia colectiva.
Es con ese esp¨ªritu y disposici¨®n como veo el retorno de Gibraltar. Como un resultado al ¨¦xito de nuestra convivencia, como una gratificaci¨®n a nuestro planteamiento pol¨ªtico general. Por eso es necesaria una actitud ante Gibraltar que no es separable de la actitud ante nuestros grandes problemas nacionales. El cambio es de interiorizaci¨®n y aproximaci¨®n como alternativa a la, hasta ahora, inalterada consideraci¨®n de Gibraltar como fen¨®nemo de impulso eminentemente externo.
En efecto, hasta ¨¦poca reciente el enfoque pol¨ªtico y la sensibilidad social dominante ven¨ªan marcados por el origen del problema. Es decir, un hecho, la ocupaci¨®n militar de un trozo de nuestro territorio. La causa quedaba establecida por una imposici¨®n, por una voluntad externa, y consecuentemente cesar¨ªa una vez que hubi¨¦ramos demostrado la ilegitimidad de tal voluntad. Este planteamiento entra?aba medidas de presi¨®n para hacer valer nuestro derecho, y as¨ª se produce una escalada en la disputa con todas sus consecuencias: incomunicaci¨®n, crisis en las relaciones hispano-inglesas, desarrollo del Campo de Gibraltar...
Yo, que me siento solidario de cuantos esfuerzos han realizado todos los Gobiernos espa?oles y s¨®lo me siento distanc¨ªado de aqu¨¦llos que no intentaron nada por Gibraltar, pienso que en las postrimer¨ªas del siglo XX es preciso plantear una profunda revisi¨®n de la situaci¨®n. En mi caso, animada, lo confieso, de un aliento claramente nacionalista, al que como espa?ol no estoy dispuesto a renunciar, pero enmarc¨¢ndolo en la acci¨®n pol¨ªtica precisa mediante la aplicaci¨®n de los instrumentos m¨¢s eficaces para alcanzar este inter¨¦s nacional.
Pieza vital para Occidente
La, clave hoy es dialogar, y cuan to hagamos por revisar aquello que lo impida es avanzar en la resoluci¨®n final del problema. Con toda la raz¨®n inabdicable para nosotros, lo cierto es que s¨®lo se negocia cuando las partes lo desean, y ese deseo est¨¢ en funci¨®n de que efectivamente se reconozcan intereses y ventajas mutuas. Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico como partido pol¨ªtico est¨¢ impulsando esa v¨ªa. Cuando se dice, probablemente con la doble intenci¨®n que representa un sincero deseo junto a un evidente inter¨¦s descalificador desde un punto de vista partidario, que la adhesi¨®n de Espa?a a la Alianza Atl¨¢ntica sin la previa retrocesi¨®n de Gibraltar supone una disminuci¨®n de nuestras bazas negociadoras, yo creo que esa afirmaci¨®n es no s¨®lo equivocada sino torpe.
Justamente es lo contrario, pues Gibraltar es una pieza vital para la defensa de Occidente y la libertad de navegaci¨®n que interesa al Reino Unido y a Espa?a con otras catorce naciones. S¨®lo sumando voluntades conseguiremos que la situaci¨®n cambie sustancialmente.
Desventuradamente, las bazas negociadoras que afirman que perdemos no existen. Cuanto m¨¢s nos alejemos del objetivo de crear intereses compartidos nuestra situaci¨®n ser¨¢ m¨¢s precaria, menos fuerte. La transferencia requiere armon¨ªa e identidad en lugar de enfrentamientos.
En el dise?o de pol¨ªtica exterior de UCD la cuesti¨®n de Gibraltar se ordena armoniosa y constantemente en el gran marco de preferencias y definiciones pol¨ªticas internacionales. Ya no se trata de compartimentar los problemas ni disociarlos, como ha ocurrido en otras ocasiones, Gibraltar por un lado, las relaciones europeas por otro, los intereses que se corresponden con la vocaci¨®n americana de Espa?a..., todo como un prontuario de preguntas y respuestas. Pero la vida internacional es mucho m¨¢s compleja e interdependiente, y la inteligencia pol¨ªt¨ªca consiste en art¨ªcular todos esos elementos en sus causas, relaciones y consecuencias en una visi¨®n global, en una estrategia nacional.
Si Gibraltar aparece hoy en el umbral de un arreglo es mediante un pacto de alianza, solemne acuerdo de paz, amistad, entendimiento y cooperaci¨®n con el Reino Unido. Tras ello ser¨¢ preciso graduar un dise?o de acci¨®n espec¨ªfica espa?ola. Sobre esto UCD ha se?alado tres elementos sustanciales: uno defensivo, otro social o humano y un tercero jur¨ªdico. Esto es, la triple consideraci¨®n de Gibraltar como base militar, como entidad de poblaci¨®n sujeta a derechos y como configuraci¨®n jur¨ªdica internacional. Tres elementos suceptibles de soluciones escalonadas o parciales en un mismo conjunto inseparable.
En el aspecto militar, Gibraltar -que empieza constituyendo un problema para Espa?a precisamente por causas estrat¨¦gicas- puede, mediante la cooperaci¨®n defensiva en el marco de la Alianza Atl¨¢ntica, dejar de serlo en un plazo razonablemente breve. Mi convicci¨®n es que tras el Acuerdo de Lisboa de 1980 y la adhesi¨®n de Espa?a a la Alianza Atl¨¢ntica va a manifestarse en la actitud brit¨¢nica un cambio de concepci¨®n del problema de Gibraltar. Sin menospreciar dificultades previsibles de la negociaci¨®n, creo que entonces las cosas habr¨¢n empezado realmente a cambiar.
diputado y presidente de UCD.
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