Crowsnest Trio y Momix: el presente de una leyenda
El I Festival Internacional de la Danza, que se celebra en la sala Olimpia, de Madrid, ha presentado hasta ahora dos grupos norteamericanos: el Crowsnest Trio, la, semana pasada, y el d¨²o Momix Dance Theatre, hasta el d¨ªa 18. Los componentes de ambos est¨¢n muy relacionados con el ya legendario Pilobolus Dance Theatre.Moses Pendleton, del Momix, y Robert Barnett, del Crowsnest son dos de los fundadores de aquel grupo de cuatro universitarios que se lanz¨® a inventar danzas sin que ninguno de ellos hubiera tomado hasta entonces una lecci¨®n de baile y teniendo, por toda referencia coreogr¨¢fica, el relato de ?alg¨²n compa?ero que hab¨ªa visto una vez a Merce Cunningham?.
Decir que Pilobolus aport¨® frescura a la sobrecargada atm¨®sfera de la danza moderna es decir poco: lo que aquellos hombres hac¨ªan -porque primero fueron s¨®lo cuatro hombres, Margaret Clarke y la profesora Chase se sumaron despu¨¦s- no se hab¨ªa visto jam¨¢s en ning¨²n escenario. Tan pronto se amontonaban para mostrar la respiraci¨®n de un vegetal, como se hac¨ªan extra?as reverencias desde alturas insospechadas. Les preocupaban la naturaleza -al principio se llamaron Vermont Natural Theatre- y el deporte, y por su formaci¨®n, como estudiantes de Literatura, Ciencias Naturales y hasta Medicina, ve¨ªan el mundo y observaban el movimiento como muy pocos bailarines o core¨®grafos lo hab¨ªan hecho hasta entonces, y,
Crowsnest Trio
Martha Clarke, F¨¦lix, Blask¨¢ y Robert Barnett, core¨®grafos e int¨¦rpretes. -M¨²sica de Duke Ellinton, F Shubert, F Mende1sshon y G. Crumb (6-11 octubre) Momix Dance Theatre. Moses Pendleton y Allison Chase, core¨®grafos e int¨¦rpretes. M¨²sica de R. Denis, P. Sullivan, ¨ª~r-ik Satie y collages de jazz (13-18 de octubre). Sala Olimpia Madrid.
Los dos grupos que han visitado ahora Madrid es lo que queda de aquel fen¨®meno diez a?os despu¨¦s-.
Crowsnest Trio (literalmente, ?Torn de Vig¨ªa?) naci¨® en 1978 del encuentro de Barnett y Clarke, del Pilobolus, con F¨¦lix Blaska, extraordinario bailar¨ªn franc¨¦s de formaci¨®n cl¨¢sica, bien conocido por los aficionados espa?oles por varias giras que hizo por aqu¨ª a principios de los a?os setenta.
Clarke y Barnett aportan al tr¨ªo mucho.de la especial¨ªsima conce pci¨®n de la danza del Pilobolus: el movimiento no como expresi¨®n, ni como ritual, ni siquiera como fin en. s¨ª mismo -en el sentido que lo entienden, por ejemplo, Guriningham o Balenchine-, sino c¨®mo casi accidente de la naturaleza: desde los tropismos vegetales hasta los gestos cotidianos semiinconscientes, desde el esfuerzo del volar de un ave hasta la importante gesticulaci¨®n de un deficiente mental.
Estos movimientos son desmontados y vueltos a montar al rev¨¦s, roto su ritmo, desorganizada su relaci¨®n peso-esfuerzo, desarrollada su l¨®gica o ridiculizada su expresi¨®n, hasta conseguir extra?os y perturbadores efectos: el vegetal deja de ser totalmente vegetal y adquiere extra?os parentescos humanoides, el saludo entre amigos se deforma hasta que, lejos de, ser un instrumento de relaci¨®n humana, se convierte en lucha o se disuelve en nada.
Por su parte, F¨¦lix Blaska infunde al peque?o grupo sus cualidades propias: un sentido de la teatrahdad poco com¨²n, heredado directamente de su maestro Roland P¨¦tit, unas dotes de expresi¨®n y una pureza de l¨ªnea como bailar¨ªn tradicional, notables, y un sentido del juego, m¨¢s que propiamente del humor, que marcaba ya hace a?os sus coreograf¨ªas.
Con estos ingredientes, Crowsnest consigue un espect¨¢culo que, en sus mejores momentos (Diez Haikus), resulta deslumbrante y de una belleza que tuvo literalmente hipnotizado al p¨²blico durante diecinueve minutos, pero que en sus versiones menos felices (It dont mean a thing, Garden of Villandry) puede aburrir a quien no est¨¦ totalmente apasionado por el estudio de la descomposici¨®n del movimiento y provocar la desagradable sensaci¨®n de que los bailarines en el escenario se est¨¢n divirtiendo much¨ªsimo m¨¢s que -el espectador en su butaca. Otras veces (Nocturno) se abusa del mimo y del patetismo f¨¢cil.
Sin embargo, en conjunto, los problemas de M¨®mix son bastante m¨¢s graves que los de Crow,snest: sin la inyecci¨®n de sabidur¨ªa y de estilo de un Blaska, el cansancio de las ideas ^y los l¨ªmites est¨¦ticos y t¨¦cnicos de los ex Pilobolus aparecen en toda su crudeza. Moses Pendleton y Alison Chase se agotan -literalmente- tratando de dar vida a unas creaciones basadas en el mismo af¨¢n de analizar el movimiento humano y de otros reinos, incorporando algunos trucos visuales, con juegos de linternas, bastante gimnasia y mucho mimo tradicional.
El ?plato fuerte? es un largu¨ªsimo d¨²o que realizan completamente desnudos, donde, entre angustiosas contorsiones, consiguen algunos momentos de cierta belleza y que el p¨²blico joven del Olimpia aplaudi¨® con entusiasmo.
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