El Gobierno socialista franc¨¦s considera imprescindible el cambio en las estructuras del poder financiero
?Para qu¨¦ sirven las nacionalizaciones? Esta cuesti¨®n alimenta el di¨¢logo de sordos que se desarrolla en el hemiciclo franc¨¦s en estos momentos. Para la mayor¨ªa mitterrandista, la extensi¨®n del sector p¨²blico repartir¨¢ m¨¢s equitativamente el poder econ¨®mico. Para la oposici¨®n liberal, se trata de una confiscaci¨®n de ese poder. Christian Goux, diputado del "VAR", alcalde de Bandol, es el presidente de la Comisi¨®n de las Finanzas, de la Econom¨ªa General y del Plan en la Asamblea Nacional. Goux es el hombre del rigor, considerado por algunos medios interesados como el ayatollah del mitterrandismo econ¨®mico. En sus declaraciones a EL PAIS responde a las interrogaciones que todo Occidente se plantea sobre las l¨ªneas directrices de la nueva Administraci¨®n gala.
Pregunta. ?Se puede hablar de un mensaje econ¨®mico-social del nuevo poder?Respuesta. A mi modo de ver hay que diferenciar dos planos. En el plano global, macroecon¨®mico, m¨¢s que de mensaje hay que hablar de la coherencia de la pol¨ªtica econ¨®mica: para alcanzar su objetivo de lucha contra el paro, el Gobierno conduce una pol¨ªtica de relanzamiento con un d¨¦ficit presupuestario importante. Los medios para una pol¨ªtica din¨¢mica se los procurar¨¢ con la nacionalizaci¨®n de los principales grupos industriales y con el cr¨¦dito. Act¨²a igualmente en el sentido de mayor justicia social y de menor desigualdad de. ganancias. Todo esto es muy coherente. El otro plano es el microecon¨®mico, es decir, el de las empresas y el de los trabajadores, y entonces es cuando se puede hablar de mensaje econ¨®mico-social. El progreso del poder adquisitivo necesita un esfuerzo de la productividad. Y ese aumento de la productividad no ser¨¢ posible sin la instauraci¨®n de nuevas relaciones sociales: gesti¨®n m¨¢s democr¨¢tica, derecho de los trabajadores sobre la organizaci¨®n de su trabajo, amplia informaci¨®n de la marcha de la empresa. Esta revoluci¨®n social es indispensable para el progreso econ¨®mico. Ese es el mensaje del nuevo poder.
P. "No hay pleno empleo sin crecimiento social". ?C¨®mo explicar¨ªa usted este principio fundamental de la pol¨ªtica del presidente de la Rep¨²blica?
R. La pol¨ªtica que se ha seguido en Francia desde hace diez a?os ha desembocado en un considerable subempleo de los hombres y de las m¨¢quinas. Sin embargo, usted sabe que esta pol¨ªtica liberal les consent¨ªa toda la libertad a las leyes del mercado, se apoyaba en la desigualdad creciente entro los franceses y paralizaba la econom¨ªa. Pues bien, buscar el pleno empleo por medio del crecimiento social, es todo lo contrario de lo anterior: para luchar contra el paro se necesita un crecimiento elevado. Para conseguir ese crecimiento en el actual contexto internacional hay que inventar un crecimiento diferente, fundado en un progreso del poder adquisitivo de los asalariados m¨¢s desfavorecidos, orientado hacia la satisfaeci¨®n de las necesidades colectivas, evitando los despilfarros de inversi¨®n, dominando m¨¢s el mercado nacional, privilegiando el empleo por encima de todo. Todo esto es poner la creaci¨®n de riquezas al servicio de un objetivo colectivo: el empleo.
"Se acab¨® el poder divino de los patronos"
P. A pesar de todas las explicaciones de los responsables oficiales, a¨²n se pone en duda la utilidad de las nacionalizaciones. ?Qu¨¦ piensa usted?R. Le voy a ofrecer tres argumentos. Primero: se trata de un objetivo pol¨ªtico. La esperanza en el socialismo franc¨¦s es una esperanza de transformaci¨®n de las reglas del poder econ¨®mico, y el poder en la empresa, jur¨ªdicamente, est¨¢ ligado a la propiedad de una parte del capital. El Estado, si quiere intervenir, tiene que poseer el capital para ser due?o de los medios de producci¨®n. Se acab¨® el tiempo de la patronal de derecho divino y de las decisiones autoritarias dictadas por la ¨²nica consideraci¨®n de la rentabilidad a corto plazo que compromete el futuro de millares de asalariados, independientemente de su aspiraci¨®n. La nacionalizaci¨®n acabar¨¢ con este privilegio.
Segundo argumento: el imperativo econ¨®mico. El control del instrumento industrial es necesario en el caso de empresas de importancia nacional. De no nacionalizar nosotros esas empresas, con el tiempo, ser¨ªan internacionalizadas, dada la multinacionalizaci¨®n del capital en el mundo. Dicho claramente: nosotros rechazamos la divisi¨®n internacional del trabajo y de la producci¨®n decidida fuera de Francia, y que no obedece a nuestros intereses. En definitiva, las nacionalizaciones, para nosotros, son un arma de defensa de la producci¨®n francesa.
Y por fin, un objetivo social: las nacionalizaciones efectuadas en 1936 y en 1945 han dado grandes resultados econ¨®micos y sociales. La envergadura de las nacionalizaciones de 1981 es m¨¢s importante a¨²n, con el poder de los trabajadores en la empresa. Se trata de un poder concreto de participaci¨®n en las decisiones sobre la organizaci¨®n del trabajo, de informaci¨®n sobre las opciones estrat¨¦gicas de la empresa, de gesti¨®n a trav¨¦s de sus representantes en las instancias responsables.
P. En una econom¨ªa interdependiente, como lo es la francesa, ?qu¨¦ alcance tiene la reconquista del mercado interior?
R. El dominio del mercado interior le es necesario a todo pa¨ªs que desea ser independiente. En Francia eso quiere decir que se acabar¨¢ el declive de sectores tan tradicionales como el carb¨®n y el textil, que se desarrollar¨¢n los sectores competitivos, como el autom¨®vil, que se crear¨¢n empresas ayudadas por el Estado para producir mercancias importadas, como las del mueble. Pero nuestra pol¨ªtica se inscribe en un proyecto m¨¢s amplio: en el de una Europa capaz de limitar su dependencia exterior a un nivel comparable al de Estados Unidos o Jap¨®n, y en la que los cambios exteriores ser¨ªan equilibrados al m¨¢ximo.
P. Las nacionalizaciones, un cierto dirigismo, la reconquista del mercado interior. ?No conduce esta pol¨ªtica a una especie de so c¨ªalismo nacional, no muy de acuerdo con la pol¨ªtica global de presencia en el mundo?
R. Nacionalizar no es hexagonalizar. A los socialistas no se nos es capa que, en muchos sectores, el mercado interior es estrecho para industrias de talla mundial. Los ejemplos americanos y japoneses muestran la necesidad de merca dos interiores amplios o en creci miento r¨¢pido. De igual manera, la posibilidad de acuerdos internacionales debe mantenerse ampliamente abierta.
"Accion com¨²n europea contra el paro"
P. Frente a la pol¨ªtica monetaria, rigorista, de los dem¨¢s pa¨ªses industrializados, ustedes practican el d¨¦ficit. ?Es esto posible, teniendo en cuenta la interdependencia pol¨ªtico-econ¨®mica occidental?R. Es falso atribuirle todas las virtudes a la pol¨ªtica monetaria, y es igualmente falso cargarle con todos los vicios a la pol¨ªtica presupuestaria. Las dificultades americanas y el desastre ingl¨¦s no permiten pensar que el monetarismo sea la buena soluci¨®n. Y los efectos del d¨¦ficit presupuestario tampoco son autom¨¢ticos: todo depende de la naturaleza de los gastos que autorice y de c¨®mo se financia. En realidad, el debate actual entre el monetarismo anglosaj¨®n y el keynesismo franc¨¦s es un falso debate. El problema importante consiste en saber si Europa se resigna o no ante el paro, como lo hace de dos a?os a esta parte. Si conseguimos convencer a los dem¨¢s pa¨ªses de la CEE y a otros pa¨ªses europeos, empezando por Espa?a, de la necesidad de una acci¨®n com¨²n contra el paro, la pol¨ªtica francesa habr¨¢ indicado el buen camino.
P. ?C¨®mo caracteriza usted la reforma fiscal en su conjunto, y, m¨¢s concretamente, el impuesto sobre la fortuna, que ha tenido tan mala acogida?
R. Se trata de una fiscalidad justa, en primer lugar, de una fiscalidad nueva que no rompe el consumo; en tercer lugar, de una fiscalidad que no gravar¨¢ el patrimonio productivo. El impuesto sobre la fortuna es, antes de nada, un problema de justicia social. No es normal que se impongan las ganancias del trabajo y el consumo y que se ladee la fortuna. Pero este impuesto no es confiscatorio, y afecta s¨®lo a las grandes fortunas, a partir de tres millones de francos cuando se trata de fortunas privadas.
P. ?Cree usted que existe, a priori, un prejuicio de la patronal contra los socialistas y su pol¨ªtica econ¨®mica?
R. Entiendo que la palabra prejuicio no es la buena. Durante veinte a?os los patronos han gestionado en un cierto contexto. El 10 de mayo pasado, con la elecci¨®n de Fran?ois Mitterrand, ese contexto cambi¨®. Tras algunos meses de expectativa, la patronal, ahora, conoce las reglas del juego, y lo que tiene que hacer es realizar sus negocios.
P. Econ¨®micamente hablando, ?se encuentra Francia en el socialismo, en el capitalismo, en el radicalismo?
R. Usted sabe que los socialistas franceses, desde hace tiempo, hemos reflexionado mucho sobre las dificultades de romper gradualmente con los mecanismos capitalistas y, a la vez, sobre las graves insuficiencias (por no decir otra cosa) de las experiencias desarrolladas en los pa¨ªses del Este.
Hoy los socialistas estamos en el poder para aplicar nuestras ideas. Y la esperanza de todos es que, en el futuro, nuestro socialismo represente para los pueblos extranjeros el s¨ªmbolo de un socialismo triunfante.
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