Los simp¨¢ticos taxistas
Los taxistas madrile?os, "simp¨¢ticos y amables trabajadores p¨²blicos", son un total de 15.000, aproximadamente, en la capital. Sin embargo, no parecen tantos, ?verdad? Sucede que muchos de ellos se toman sus descansos entre servicio y servicio, nunca mejor dicho, pues servidor es de los que pagan lo que marca un contador "demasiado r¨¢pido" -al ser ya digitales no se nota el tic-tac de antes- o, simplemente, lo que digan porque "se ha estropeado". No es extra?o, por ello, que un usuario debiera abonar desde el aeropuerto hasta el centro 2.000 pesetas por una carrera que s¨®lo costaba en aquellas fechas cuatrocientas.Ejemplo de lugar de descanso, donde se acumulan los taxis -eso s¨ª, con el letrero de libre- incluso en doble fila, lo que est¨¢ prohibido, al parecer, son las paradas. Una de ellas es la de la plaza de V¨¢zquez de Mella. Siempre existe un bar cercano donde se juega a las cartas, se bebe o se charla. Si usted tiene la suerte de ver a alg¨²n conductor dentro del coche, no crea que le va a atender tan f¨¢cilmente. Puede decirle que est¨¢ esperando el relevo. Y tampoco se moleste en parar a otro taxi que pase por las inmediaciones, pues se acoger¨¢ normalmente a la norma de que no podr¨¢ llevarle estando a menos de doscientos metros de una parada.
Otro curioso tema es el de aquellos taxistas que no saben d¨®nde est¨¢ la calle pedida por usted, pero ya han bajado la bandera antes siquiera de darle a usted tiempo de sentarse. Y tras ganar su dinero s¨®lo mirando el callejero, quiz¨¢ tambi¨¦n le lleven por el camino m¨¢s largo. No proteste, porque son nuevos y adem¨¢s "as¨ª le pasean". Y puede ocurrir igualmente que con un peque?o cartelito de no fumar -no fuera, sino s¨®lo dentro del coche- cuiden por su salud. No le dar¨¢n ya opci¨®n a renunciar a ese taxi y tomar otro al que no le importen los humos, porque tambi¨¦n habr¨¢n bajado la bandera. No le quedar¨¢ m¨¢s remedio que comerse las u?as, y eso puede ser hasta indigesto.
En realidad son unos privilegiados, pues trabajan seg¨²n les pida el cuerpo y con un m¨ªnimo de conocimientos, salvo saber conducir. Tampoco necesitan tarjetas de aparcamiento como los particulares, pero, tristemente, son necesarios para los que no tienen coche, no les gusta caminar, tienen prisa o claustrofobia al autob¨²s o al metro, que ser¨ªa una alternativa a¨²n peor./
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