Posible pacto en Polonia
EN LA biograf¨ªa reciente del general Jaruzelski y en su actitud actual como primer ministro -y ministro de Defensa- hay datos suficientes como para no considerarle un enemigo violento de Lech Walesa y de la v¨ªa de cambio que propone la direcci¨®n de Solidaridad. Por el contrario, parece asumir una tendencia que acepta resignadamente Mosc¨², es apoyada por la Iglesia cat¨®lica y concuerda finalmente con la posici¨®n de Walesa en el congreso de su sindicato-movimiento: contener a los radicales y evitar con ello que se plantee el desaf¨ªo abierto a la URSS y al r¨¦gimen.En Jaruzelski se ha concentrado todo el poder: el del Gobierno, el del partido y el del Ej¨¦rcito. Es hombre de energ¨ªa reconocida y de prestigio aceptado. Su forma ci¨®n militar en la URSS, durante la guerra, no impide que sea considerado como un nacionalista -de la misma forma que la formaci¨®n cultural y pol¨ªtica de Papandreu en Estados Unidos no impide su posici¨®n antiatlantista en Grecia-. Pero, a la vez, hay que pensar que su nombramiento y las reformas que proyecta introducir en la Administraci¨®n tienden, por lo menos, a salvar la cara del r¨¦gimen y a propiciar que la Uni¨®n Sovi¨¦tica encuentre t¨¦rminos que le permitan aceptar la situaci¨®n.
Hay, como se ha dicho repetidas veces, dos tendencias principales en la oposici¨®n polaca: una es la de la v¨ªa de las reformas dentro del campo de lo posible, y a las que no se puede llamar lentas si se atiende a lo que Solidaridad ha conseguido en un solo a?o; y otra v¨ªa es la de los que creen que la debilidad y las ataduras de la URSS se?alan este momento como oportuno para dar el salto definitivo. Esta ¨²ltima tendencia, que proporcion¨® los votos contra Walesa en el congreso de Solidaridad, es la que produce ahora huelgas contra la direcci¨®n sindical y la que empieza a acusar a la Iglesia de pactista. Y es esa tendencia tambi¨¦n la que trata de reprimir Jaruzelski. Por a?adidura, no ser¨ªa extra?o que su acumulaci¨®n de poderes hubiese estado pactada previamente con Walesa y con la Iglesia, aun con todo el secreto y todas las reservas posibles. Si fuera as¨ª, el paso inmediato ser¨ªa la formaci¨®n de un Gobierno moderado con elementos nuevos. Un Gobierno que, sin salirse del vocabulario y la estructura del r¨¦gimen (al que ya de hecho Polonia no pertenece, tras lo conseguido por Solidaridad), tuviera una capacidad negociadora. Renovaci¨®n, pues, del Gobierno, y renovaci¨®n tambi¨¦ndel Partido Obrero Unificado Polaco, renovaci¨®n para negociar que es, a su vez, un arma de dos filos. Negociaci¨®n significa que el Gobierno y el partido pueden hacer un cierto tipo de concesiones; pero tambi¨¦n que las van a exigir. El filo adverso es que en esta situaci¨®n Walesa podr¨ªa perder fuerza y carisma. Aparecer¨ªa quiz¨¢ como hombre de compromiso y como un freno, por tanto, a la revoluci¨®n. Sobre todo, si las circunstancias vitales del pa¨ªs siguen siendo malas en las cuestiones de alimentaci¨®n y remuneraci¨®n del trabajo, y en su dependencia del bloque sovi¨¦tico.
La econom¨ªa polaca ha llegado al punto en que est¨¢ por sus obligaciones con el Comecon. Cierto que las huelgas y el descenso de productividad han podido agravar la coyuntura, pero la base es que toda su, econom¨ªa exterior est¨¢ satelizada, y la interior, forzada por ello. La dependencia del Pacto de Varsovia -es decir, de Mosc¨²- es un atentado contra su nacionalismo; un nacionalismo hist¨®rico que en lugar de desaparecer se ha exacerbado con la dependencia, como la religi¨®n cat¨®lica se ha exacerbado con el ate¨ªsmo oficial del partido. Si en el tema religioso Jaruzelski puede ceder -es posible que haya algunos cat¨®licos en el nuevo Gobierno-, sobre la permanencia en el Comecon y en el Pacto de Varsovia no puede. Walesa se encontrar¨ªa entonces comprometido, a pesar de las reservas que presente ante el cambio. Por tanto, es de temer que la oposici¨®n dura crezca dentro de Solidaridad y dentro del pa¨ªs. Si hay nuevas huelgas y nuevas detenciones, si hay conflictos agudos con los radicales, y Walesa adopta una actitud escapista, agostar¨ªa su influencia. Pero si, por el contrario, asume las reivindicaciones extremistas, todo pacto con el poder ser¨¢ imposible.
Hay que esperar que una mayor¨ªa del pueblo polaco comprenda d¨®nde est¨¢n los l¨ªmites de lo.posible en esta gran aventura que est¨¢ viviendo desde hace un a?o. Por su parte, parece igualmente esperable que Walesa sea tan h¨¢bil en adelante como lo ha sido en el pasado, y obtenga de la situaci¨®n nuevos progresos, nuevos,beneficios. La Iglesia, adem¨¢s, por la fuerza que irradia desde el Vaticano hasta el clero que participa en el movimiento pol¨ªtico, tiene mucha importancia en el desarrollo de los acontecimientos inmediatos.
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