La victoria de Ronald Reagan en la venta de cinco aviones radar a Arabia Saud¨ª refuerza la imagen del presidente norteamericano
La victoria del presidente norteamericano Ronald Reagan, conseguida tras un laborioso trabajo de persuaci¨®n personal que concluye con la aceptaci¨®n por el Senado (con 52 votos a favor y 48 en contra) de la venta de material militar a Arabia Saud¨ª, es interpretada en todos los medios pol¨ªticos estadounidenses como un refuerzo de la imagen y habilidad del presidente de EE UU.
"Hoy creo que hemos visto una actuaci¨®n magn¨ªfica del Senado", afirm¨® Ronald Reagan momentos despu¨¦s de producirse el disputado voto que, finalmente, dio la raz¨®n a las tesis del presidente: hay que suministrar el material militar comprado por los saud¨ªes, por valor de 8.500 millones de d¨®lares, teniendo en cuenta los intereses globales de Estados Unidos y Occidente en la rica zona petrolera del golfo P¨¦rsico, dejando aparte la l¨®gica inquietud que provoca en Israel el refuerzo del potencial b¨¦lico saud¨ª.Los cinco aviones de espionaje electr¨®nico que tendr¨¢ Arabia Saud¨ª cubren un radio de acci¨®n de unos quinientos kil¨®metros, considerablemente superior a los radares convencionales instalados en el suelo, y sus ordenadores son capaces de detectar simult¨¢neamente el vuelo de unos cuatrocientos aviones enemigos, o cualquier otro movimiento de tropas. Su precio unitario es de unos 150 millones de d¨®lares.
Desde la guerra entre Irak e Ir¨¢n, en septiembre de 1980, EE UU tiene cuatro AWACS controlando los movimientos en la zona del golfo P¨¦rsico. Envi¨® otros dos AWACS a Egipto, tras el asesinato de Sadat, que se espera regresen a EE UU este fin de semana.
La venta a Riad de estos modernos aviones, de los que el Ej¨¦rcito de EE UU tiene en funcionamiento o pedidos 34 ejemplares, ha provocado gran inquietud en Israel, ante el temor de que puedan ser utilizados para controles no s¨®lo en el ¨¢rea del Golfo, sino tambi¨¦n en la regi¨®n cercana a las fronteras hebreas. Esto podr¨ªa impedir en la pr¨¢ctica cualquier operaci¨®n sorpresa del estilo de la llevada a cabo por la aviaci¨®n israel¨ª, cuando destruy¨® la central nuclear iraqu¨ª.
Calmar a Israel
Tel Aviv teme tambi¨¦n que el suministro, junto con el cupo de 8.500 millones de d¨®lares en armas, de nuevos misiles y dep¨®sitos de combustible complementario para los sesenta cazabombarderos F-15 que ya posee Arabia Saud¨ª, incrementen su radio de acci¨®n, pudiendo llegar a cubrir objetivos en territorio jud¨ªo.Conocida la decisi¨®n del Senado norteamericano, el presidente Ronald Reagan envi¨® un telegrama al primer ministro israel¨ª, Menahem Beguin, especificando las modalidades del "acuerdo de seguridad" entre EE UU y Arabia Saud¨ª para la utilizaci¨®n de los AWACS.
El texto, id¨¦ntico al facilitado al Senado, expone el control norteamericano en los principales aspectos tecnol¨®gicos, acceso a la informaci¨®n, operaciones de vuelo, a que queda sometida la venta de los AWACS, que no ser¨¢n operacionales hasta verano de 1985.
Con evidente ¨¢nimo de tranquilizar a Tel Aviv, Reagan especific¨® en su telegrama a Beguin la firme disposici¨®n de EE UU de "ayudar a Israel a mantener su ventaja militar y tecnol¨®gica". Opini¨®n corroborada por los principales consejeros del presidente. Edwin Meesse habl¨® tranquilizadoramente ante la asamblea jud¨ªo-norteamericana en San Francisco, y Richard Allen, consejero de Seguridad, dijo que "puede haber venta adicional de armas" a Israel.
A nivel de pol¨ªtica interior, la victoria de Ronald Reagan recuerda a la opini¨®n p¨²blica norteamericana que su presidente tiene controlado el Senado y puede ejercer una pol¨ªtica eficaz sin demasiadas trabas partidistas.
En pol¨ªtica exterior, Reagan muestra tambi¨¦n que cuenta con la suficiente destreza pol¨ªtica para llevar a t¨¦rmino sus planes y proyectos seduciendo al Senado, como ocurri¨® en el caso de los AWACS. En esta ocasi¨®n ha hecho decenas de llamadas personales, ha mantenido 48 reuniones privadas en la Casa Blanca y hay quien dice que tambi¨¦n ha prometido futuros favores pol¨ªticos.
M¨¦todos eficaces, pero discutidos por algunos miembros del Senado como peligrosos para la democracia, por la presi¨®n presidencial sobre representantes de la C¨¢mara y senadores.
En cualquier caso, Ronald Reagan gan¨® brillantemente su primera gran batalla pol¨ªtica frente al Congreso.
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