El Mozart de Peter Maag
Si tuvi¨¦ramos que definir con una sola palabra el arte de Peter Maag, dir¨ªamos antes de, nada que es natural. Esto comienza a ser algo extraordinario en la direcci¨®n orquestal. Maag posee esa espontaneidad de los viejos maestros -muchos de los cuales ha tenido tan cerca a lo largo de su vida- que permite que la personalidad de un int¨¦rprete se manifieste totalmente en sus versiones o, lo que es lo mismo, que sus versiones sean realmente personales. As¨ª,. un concierto como el que comentamos es como una bocanada de aire fresco para el oyente.Sin duda la m¨²sica de Mozart es algo tan familiar para Maag que se mueve en ella con la naturalidad de lo que se conoce desde la infancia; por eso sus versiones no necesitan esforzarse por estar en estilo, por ser ortodoxas; todo esto se da por descontado. Es m¨¢s, el Mozart de Maag no necesita ni siquiera ser profundo y trascendente -ya lo es a m¨²sica por s¨ª misma, sin necesidad de subrayarlo.
Mozart: Sinfon¨ªa n¨²mero 39 y R¨¦quiem
Orquesta y Coro de la R TVE.Carmen Bustamante (soprano); Mar¨ªa Arag¨®n (mezzo-soprano), Manuel Cid (tenor), Alfonso Echevarr¨ªa (bajo), Anselmo Serna (¨®rgano). Director: Peter Maag. Teatro Real, D¨ªas 31 y 1.
Todas estas cualidades est¨¢n presentes en el quehacer de Peter Maag incluso cuando los resultados no sean ¨®ptimos, como no lo fueron en la Sinfon¨ªa n¨²mero 39, a la que se le notaron los ensayos perdidos, ya normalmente insuficientes. Con todo, la versi¨®n -incluso a medio hacer- pose¨ªa el inter¨¦s de la m¨²sica que se est¨¢ haciendo en el momento del concierto, capaz de presentarnos la obra desde escorzos nuevos.
Las cosas fueron mucho mejor en el R¨¦quiem, en el que Maag consigue lo m¨¢s dif¨ªcil: mantener vivo el inter¨¦s del oyente a pesar de la monoton¨ªa estructual de la obra. Para ello Maag aprovecha al m¨¢ximo todos los contrastes posibles; evita la espectacularidad grandilocuente y busca al m¨¢ximo la expresividad, que en algunos -momentos -como el Dies Irae- se acerca a un expresionismo completamente ret¨®rico en el sentido de que la m¨²sica depende enteramente del texto, al que da sentido pleno. As¨ª el Mozart de Peter Maag surge directo, vivificado por una fuerte ag¨®gica -a la que el director no teme como temen los puristas-, y, sobre todo, humano. Versi¨®n, pues, interesant¨ªsima, en la que Maag cont¨® con un cuarteto solista que mantuvo un buen nivel general, en el que cabe destacar la buena l¨ªnea de Carmen Bustamante, o la exaltaci¨®n -muy acorde con la versi¨®n de Maag- de Manuel Cid en el Mora Stupebit.
Babelia
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