El Atl¨¦tico quiere echar al p¨²blico
El Atl¨¦tico hizo un penoso encuentro ante el R¨¢cing. Los c¨¢ntabros no estuvieron mejor, pero se les not¨® menos, porque su misi¨®n era la de destruir. Entre el Atl¨¦tico actual y el de la pasada campa?a media un abismo. Si el equipo no endereza su rumbo, en la segunda vuelta las gradas del Manzanares estar¨¢n vac¨ªas. Tal y como juegan esta temporada, da la impresi¨®n de que quieren quedarse solos. No se pueden hacer peor las cosas ante un enemigo endeble y escasa mente ambicioso.Resulta inexplicable que algunos de los jugadores que participa ron en el encuentro sean de Primera Divisi¨®n. Al menos da la impresi¨®n de que no son profesionales. Otra explicaci¨®n no tiene. S¨®lo a un aficionado puede disculp¨¢rsele que entregue mal un bal¨®n cuando quien lo va a recibir est¨¢ a tan s¨®lo tres metros de distancia. S¨®lo a un aprendiz puede excus¨¢rsele que centre con potencia, en lugar de templadamente, para que alguien pueda entrar al remate. Solamente a quien no practica m¨¢s que en sus horas de asueto puede permit¨ªrsele que dispare a gol y la mande al segundo anfiteatro.
En el f¨²tbol espa?ol debe implantarse el sistema que siguen los pa¨ªses m¨¢s avanzados en sistemas de entrenamiento. Antes los futbolistas espa?oles carec¨ªan de la debida preparaci¨®n f¨ªsica. Ahora que han conseguido tener una mejor condici¨®n atl¨¦tica han perdido la noci¨®n de lo m¨¢s elemental del f¨²tbol. Y pienso que todo se debe a la escasas horas que le dedican, al ejercicio con el bal¨®n. El domingo, todos cuantos intentaron disparar en carrera mandaron la pelota a las gradas. El domingo no hubo forma de que nadie chutara con cierta intenci¨®n en los tres palos del marco. Al cuarto de hora, Rub¨¦n Cano, con toda la porter¨ªa para ¨¦l, cometi¨® la primera pifia gorda, mayor que la protagonizada por Pedraza a los dos minutos de juego. Marian, que se ha pasado el tiempo protestando porque el entrenador no le inclu¨ªa en las alineaciones, tuvo ocasi¨®n de salir y besar el santo, y le peg¨® una patada a la peana. A cuatro minutos del final tuvieron la gran oportunidad Juanjo y Arteche; se estorbaron y el ¨²ltimo cartucho fue de fogueo.
Marcos se ha convertido en un Mariano Haro. Corre por todo el campo como un poseso, pero ante la meta siempre tiene alguien por delante. Marcos no remata una sola jugada. Rubio, que se ha quedado solo porque Hugo S¨¢nchez anda por Am¨¦rica, ya ha perdido todas sus ansias. Habr¨¢ que traerle de nuevo al manito para que se acuerde de que sabe jugar. Julio Alberto, que exig¨ªa para renovar el contrato el oro, el moro y la Cibeles, estropea todos los avances en que participa. A Juanjo no se sabe para qu¨¦ le ficharon. Marcelino, que corri¨® bien la banda, pero envi¨® las m¨¢s de las veces balones de rugby al centro del ¨¢rea, se lesion¨®. Rub¨¦n Cano no est¨¢ ni para el Madrile?o; se ha hundido ¨¦l solito y no hay forma de que reaccione.
En medio de una marabunta de finos estilistas, s¨®lo Dirceu muestra a ratos c¨®mo debe jugarse al f¨²tbol. Dirceu es el ¨²nico que env¨ªa con precisi¨®n un bal¨®n a cuarenta metros y el ¨²nico que sabe hacer una finta inteligente. Al final tambi¨¦n se contagia del desbarajuste general y se convierte en una sombra. M¨ªnguez se salva de la quema por su ardor y por el ritmo que suele imponer a sus compa?eros de centro de campo. El domingo incluso fall¨® el recurso del remate salvador de Ruiz en un c¨®rner.
El Atl¨¦tico facilito el empate
El R¨¢cing no tuvo grandes complicaciones para mantener el empate. Entre otras cosas, porque los delanteros atl¨¦ticos facilitaron la tarea. Navarro no se gan¨® el sueldo porque no le obligaron a ello. Moncale¨¢n, su colega, ¨²nicamente tuvo que esforzarse en alguna pelota a¨¦rea. Y una de ellas la recogi¨® al estilo del viejo Quique: con una sola mano.
El R¨¢cing estuvo a punto de darle un disgusto al Atl¨¦tico, pero el gol que logr¨® Ver¨®n no pudo contabilizarse porque previamente el ¨¢rbitro se?al¨® un fuera de juego inexistente. En la segunda parte, Ver¨®n y Pedraza marcaron m¨¢s de la cuenta a los defensores rojiblancos y les falt¨® el canto de un duro para obtener el triunfo. Tampoco lo merecieron. Lo ¨²nico ajustado a ley fue el empate.
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