Econom¨ªa pol¨ªtica de la pol¨ªtica econ¨®mica
En esencia, la alternativa conservadora en pol¨ªtica econ¨®mica tiene como caracter¨ªstica fundamental la utilizaci¨®n de mecanismos de transferencia, mecanismos que act¨²an preferentemente sobre el patr¨®n de distribuci¨®n de la renta, intentando con ello conseguir, en definitiva, el mantenimiento y la rentabilizaci¨®n del aparato productivo existente.Tal orientaci¨®n de la pol¨ªtica econ¨®mica hallar¨ªa su apoyo en aquellos sectores productivos y sociales que previesen p¨¦rdidas posicionales en un proceso de cambio o modernizaci¨®n del aparato productivo, apreciaci¨®n subjetiva que no necesariamente tiene que coincidir con los resultados de una previsi¨®n racional. Los medios de pol¨ªtica econ¨®mica defendidos desde esta perspectiva ser¨ªan, como hemos indicado, los puros mecanismos de transferencia, que van desde reducciones en los salarios reales, pasan por la demanda de capital en condiciones preferentes y acaban por recurrir al presupuesto p¨²blico, tanto mediante bonificaciones fiscales como a trav¨¦s de subvenciones.
Esta l¨ªnea de pol¨ªtica econ¨®mica posibilita, probablemente, menores niveles de paro a corto plazo, en la medida en que consiga funcionar plenamente de acuerdo con su l¨®gica interna. Por el contrario, como es obvio, ofrece m¨¢s bajos niveles de vida y, en buena medida, mayor distanciamiento de los mercados internacionales y, en particular, de la CEE, dado que con esta pol¨ªtica, si bien el aparato productivo existente se rentabiliza, la v¨ªa utilizada para ello no permite situarlo en los niveles de eficacia y competitividad necesarios para operar libremente en los mercados internacionales.
El centro reformista
La otra alternativa, que hemos denominado progresista, cambia respecto de la conservadora los datos por variables, y viceversa. Aunque, naturalmente, cabe concebirla con dosis variables, seg¨²n las posturas, de mercado-sector p¨²blico, es claro que supone introducir, desde la posici¨®n actual de partida, mayores grados de libertad econ¨®mica. Podr¨ªa afirmarse que en esta alternativa el objetivo consiste en mantener y mejorar los niveles de vida de la poblaci¨®n y, por tanto, los de eficacia y competitividad del aparato productivo, aunque para ello sea necesario alterar su estructura presente y, por consiguiente, la distribuci¨®n del poder econ¨®mico y social. Esta pol¨ªtica renunciar¨ªa, como es obvio, a plantear una batalla unidireccional sobre los salarios y, desde luego, aceptar¨ªa los precios de mercado del capital, olvidando igualmente el recurso constante al presupuesto del Estado.
Aunque es evidente que entre ambas alternativas la izquierda pol¨ªtica ser¨ªa m¨¢s favorable a esta ¨²ltima, no es de este sector de donde tal pol¨ªtica deriva su fuerza y presencia en la sociedad. La alternativa progresista suele defenderse desde los sectores m¨¢s din¨¢micos del propio aparato. productivo, animadores de una mayor presencia del mercado, y tambi¨¦n desde buena parte de la inversi¨®n extranjera, acostumbrada a operar en mercados internacionales. En este sentido, pues, la inversi¨®n extranjera puede jugar un papel dinamizador positivo, dependiendo de que el marco institucional que se dise?e, y naturalmente la propia pol¨ªtica econ¨®mica, as¨ª lo exija.
Naturalmente, ambos modelos de pol¨ªtica econ¨®mica conducen hacia direcciones distintas. As¨ª, mientras el modelo conservador no introduce traumas o, al menos, minimiza los traumas sobre el aparato productivo, y presenta ventajas sobre el empleo a corto plazo, aumentar¨¢, en cambio, la tensi¨®n derecha-izquierda y, decididamente, nos alejar¨¢ de nuestra integraci¨®n en los mercados europeos. Por el contrario, el planteamiento progresista posibilita nuestra aproximaci¨®n a Europa y permite mayores niveles de bienestar, pero exige cambios, lo cual aumenta la tensi¨®n dentro de la propia derecha espa?ola.
Por referencia a esta alternativa b¨¢sica, la situaci¨®n presente bien cabr¨ªa calificarla de indecisa, indecisi¨®n que deriva de un ,cierto equilibrio de fuerzas entre los sectores que, sean conscientes o no, defienden una u otra alternativa.
Sectores, enti¨¦ndase bien, dentro del espectro de la derecha, puesto que la izquierda, y muy en particular las fuerzas sindicales, est¨¢n asistiendo simplemente en calidad de espectadores, como prueba la evoluci¨®n reciente y las expectativas decrecientes de los niveles de precios. No se trata pues, ni mucho menos, de un enfrentamiento entre modelos alternativos de sociedad, sino de problemas internos al propio aparato productivo, los que se sit¨²an tras la clave de la indecisi¨®n e inestabilidad actual.
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