La LAU, en el camino de la eternidad
EN EL ACTO de inauguraci¨®n del curso acad¨¦mico en la Universidad Complutense, el ministro de Educaci¨®n se comprometi¨® a que la controvertida y demorada ley de Autonom¨ªa Universitaria terminara su larga marcha y emprendiera su tramo final hasta el Bolet¨ªn Oficial del Estado. Sin embargo, el frenazo dado por los l¨ªderes de la plataforma moderada al calendario legislativo, mediante la f¨®rmula de aplazar el comienzo de los trabajos de la Comisi¨®n de Educaci¨®n del Congreso, deja a Juan Antonio Ortega en el desairado papel de ser desautorizado por sus propios correligionarios.Como se recordar¨¢, el proyecto inicial de Gonz¨¢lez Seara, dictaminado por la Comisi¨®n a finales de diciembre de 1980 y pendiente s¨®lo de discusi¨®n en el Pleno de la C¨¢mara baja, fue sorprendentemente devuelto a la fase previa de ponencia, para rehacer todo el camino desde el principio, tras el ascenso a la Presidencia del Gobierno de Leopoldo Calvo Sotelo. La labor de esta segunda ponencia se orient¨® a recortar algunos aspectos innovadores del primitivo texto, a fin de conceder alguna satisfacci¨®n a los sectores conservadores de UCD; descontentos por el tratamiento dado a las universidades de la Iglesia, deseosos de que esos centros privados superiores sean financiados con el dinero de todos los contribuyentes y defensores a ultranza de la figura del catedr¨¢tico-funcionario, del imperio del escalaf¨®n y del centralismo manejado desde el Ministerio de Educaci¨®n.
Las protestas dentro del PSOE contra esas alteraciones, pactadas por la c¨²pula del Grupo Parlamentario Socialista, fueron parcialmente acalladas mediante el procedimiento de atribuir a erratas mecanogr¨¢ficas las supresiones o modificaciones m¨¢s escandalosas. El resultado final de todas esas transacciones de pasillo, con fe de erratas incluida, es un proyecto emasculado, tal vez aceptable por los socialistas en funci¨®n de la teor¨ªa del mal menor y del respeto a los acuerdos pactados entre Juan Antonio Ortega y Gregorio Peces-Barba, pero dif¨ªcilmente digerible para las minor¨ªas catalana y vasca, que representan en las Cortes Generales a los partidos que ejercen el poder ejecutivo en ambas comunidades aut¨®nomas.
El frenazo de los moderados s¨®lo se entiende al recordar que la LAU tiene car¨¢cter org¨¢nico y exige la mayor¨ªa absoluta de las C¨¢maras para ser aprobada. Para que el actual proyecto saliera adelante resultar¨ªa necesario, as¨ª pues, que el mermado Grupo Parlamentario Centrista no s¨®lo mantuviera su disciplina interna, sino que lograra adem¨¢s el refuerzo de una veintena larga de diputados. El camino m¨¢s seguro ser¨ªa respetar el actual proyecto pactado -en ponencia y en erratas- con el PSOE, que apenas cubre los m¨ªnimos de una reforma universitaria de v¨ªa estrecha, y aceptar tal vez alguna rectificaci¨®n en los puntos m¨¢s ofensivos para los socialistas. Para desbordar al PSOE, que contar¨ªa con el respaldo del PCE, el Gobierno podr¨ªa echar mano de Coalici¨®n Democr¨¢tica, pero no de las minor¨ªas catalana y vasca, dado que este proyecto de autonom¨ªa universitaria no respeta suficientemente la autonom¨ªa territorial en cuestiones de educaci¨®n superior prevista en los estatutos de Sau y de Guernica. Y si los moderados se excedieran en los recortes a un proyecto ya mutilado, el Grupo Parlamentario Centrista probablemente no podr¨ªa imponer la disciplina de voto -como ocurri¨® con el Estatuto de Centros Docentes- a los diputados socialdem¨®cratas que han pedido la baja en UCD o que, a¨²n ligados todav¨ªa a esas siglas, no podr¨ªan pasar por la verg¨¹enza de dar su sost¨¦n a un texto que desvirtuara hasta la caricatura y privara del m¨¢s m¨ªnimo aliento reformista al proyecto inicial de Gonz¨¢lez Seara.
Los llamados moderados, sin embargo, han dado ya sobradas muestras de su insaciable apetito de poder y de su exaltaci¨®n cuando quedan en minor¨ªa. No parece posible, dada la distribuci¨®n de las fuerzas en el Congreso, que los impulsores de la gran derecha pudieran conseguir votos suficientes, dentro y fuera de UCD, para imponer por mayor¨ªa absoluta una LAU que sacrificara el sector p¨²blico en provecho de los centros de la Iglesia y que convirtiera la autonom¨ªa universitaria en una burda simulaci¨®n. A la vez, los moderados seguramente recelan de que el Gobierno negocie con el PSOE o las minor¨ªas nacionalistas un nuevo acuerdo sobre la LAU que aleje a¨²n m¨¢s el texto de sus pretensiones. Incapaz de ganar y temerosa de recibir una derrota todav¨ªa mayor, la plataforma moderada parece optar por el obstruccionismo, en un primer momento, y por la retirada del proyecto por el Gobierno, despu¨¦s.
Comienza as¨ª, una vez realizada la purga de los suaristas dentro del aparato de UCD, la gran batalla entre las diferentes fracciones centristas para conseguir las mayores cuotas de poder dentro del Estado e inclinar en su favor al presidente del Gobierno. La feroz campa?a contra Adolfo Su¨¢rez, a quien se trata de expulsar no s¨®lo de UCD, sino de la vida p¨²blica, hab¨ªa unido provisionalmente, en una imp¨ªa alianza, a tendencias y fracciones que comienzan ya a desenvainar y afilar sus cuchillos para una nueva org¨ªa de canibalismo pol¨ªtico. Tal vez el frenazo a la LAU, no sea sino el interludio de esta nueva ¨®pera.
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