El viejo y el nuevo corporativismo
En el Estado espa?ol (como en Portugal) se cambi¨® a mediados de la d¨¦cada de 1970 de un sistema pol¨ªtico corporativista a un sistema pluralista, parlamentario, precisamente cuando en pa¨ªses europeos hab¨ªa un debate sobre el "nuevo corporativismo". De una situaci¨®n con otros una c¨¢mara corporativa y sin partidos pol¨ªticos se pas¨® a un sistema con partidos pol¨ªticos que compiten en elecciones parlamentarias. De la asociaci¨®n obligatoria en corporaciones profesionales (los "sindicatos verticales" espa?oles) se pas¨® a una situaci¨®n de libertad de participaci¨®n en los diversos sindicatos obreros y en las distintas asociaciones empresariales.
Los t¨¦rminos "Estado corporativo", "econom¨ªa corporativa" y "corporativismo" se han utilizado en el debate reciente m¨¢s como t¨¦rminos insultantes que elogiosos, y no s¨®lo en el lenguaje period¨ªstico, sino tambi¨¦n en contribuciones acad¨¦micas (Schmitter, 1974; Winkler, 1976; Salvati, 1979), y no s¨®lo desde la izquierda, sino tambi¨¦n (en el Reino Unido) desde la derecha, en el per¨ªodo que precedi¨® al desafortunado experimento de neoliberalismo econ¨®mico de Thatcher. As¨ª, por ejemplo, Cotler (1972, 1975) trat¨® con bastante ¨¦xito de menoscabar el r¨¦gimen militar en Per¨² acusando a los generales de estar intentando construir un Estado corporativo, y yo describ¨ª en las p¨¢ginas de Cuadernos de Ruedo Ib¨¦rico (1977) y trat¨¦ de menoscabar los Pactos de la Moncloa, mostr¨¢ndolo como ejemplo del nuevo corporativismo.Ha habido casos, sin embargo, en que el t¨¦rmino ha sido usado recientemente con una connotaci¨®n positiva, al menos para pa¨ªses ,"ib¨¦rico-latinos" (Wiarda, 1974; Pike, 1974). Otro ejemplo fue el editorial del International Herald Tribune (de 21 de junio de 1977, una semana despu¨¦s de las primeras elecciones parlamentarias en Espa?a) titulado "Socialismo, nuevo estilo", donde se hac¨ªa un elogio de la social-democracia alemana por sus intentos de crear "un nuevo tipo de Estado corporativo", en modo alguno fascista, pero basado aparentemente en la cooperaci¨®n entre sindicatos y empresas bajo cierto control estatal, y donde se elogiaba tambi¨¦n los esfuerzos del Partido Laborista brit¨¢nico (a¨²n bajo Callaghan y a¨²n en el Gobierno) en la misma direcci¨®n.
Aunque creo que ning¨²n diario ingl¨¦s, ni incluso alem¨¢n, se hubiera atrevido a usar un t¨¦rmino como "Estado corporativo" con tanta inocencia, la cuesti¨®n interesante es si, aparte de ser elogioso o insultante, es o no una descripci¨®n adecuada, de valor anal¨ªtico.
Deber¨ªa argumentarse que el t¨¦rmino adecuado para un Estado parlamentario como Alemania Occidental o el Reino Unido no puede ser "Estado corporativo", puesto que no existen c¨¢maras corporativas basadas en la representaci¨®n ocupacional o profesional. Hubiera sido obviamente err¨®neo decir que la socialdemocracia alemana o inglesa se mov¨ªan en direcci¨®n a "Estados corporativos" sin parlamentos.
La cooperaci¨®n entre los sindicatos y los empresarios bajo los auspicios del Estado para preservar los m¨¢rgenes de benefici¨® (conocida como "pacto social" en el Reino Unido, como konzertierte Aktion en Alemania) podr¨ªa ser descrita m¨¢s bien como una "estructura corporativa" en el sistema pol¨ªtico-econ¨®mico general (Lehmbruch, 1979; Panitsch, 1979-81).
Doble sentido
El t¨ªtulo de un reciente simposio pod¨ªa ser as¨ª: "El corporativismo en democracias liberales", en el cual un art¨ªculo sobre el Estado espa?ol posfranquista (a¨²n teniendo en cuenta el papel del Ej¨¦rcito seg¨²n el art¨ªculo 8 de la Constituci¨®n y fuera de ese art¨ªculo) hubiera sido mucho m¨¢s oportuno que un art¨ªculo sobre el Estado espa?ol franquista. Queda claro, pues, que la palabra "corporativismo" y sus derivados y compuestos se han us,ado en dos sentidos distintos, que uno puede encontrar ya en Manoilesco y tambi¨¦n, por ejemplo, lo cual viene m¨¢s a prop¨®sito para entender las tentaciones corporativistas de la socialdemocracia, en los comentarios de Otto Bauer (1933-34) a la enc¨ªclica Quadragessimo Anno.
Realidades e ideolog¨ªas
Es importante, sin embargo, distinguir entre realidades e ideolog¨ªas. As¨ª, mientras en el franquismo se, supon¨ªa que el sistema pol¨ªtico-econ¨®mico funcionaba seg¨²n los principios armoniosos de la ideolog¨ªa corporativista, de hecho no sucedi¨® de esta manera. Ser¨ªa una burla hablar de "conciliaci¨®n de clases" bajo el franquismo. Adem¨¢s, en su ¨²ltima ¨¦poca, el franquismo se caracteriz¨® por la negociaci¨®n directa en las f¨¢bricas de aumentos de salarios, por los aumentos "lineales" y no proporcionales, etc¨¦tera. Por el contrario, en el sistema pol¨ªtico-econ¨®mico posfranquista se est¨¢n desarrollando "estructuras corporativas" aunque ninguno de sus pol¨ªticos, l¨ªderes empresariales o sindicales, se llama a s¨ª mismo partidario del corporativismo.
Cabr¨ªa, por tanto, un debate bajo el t¨ªtulo "La vieja ideolog¨ªa y la nueva realidad corporativista en el Estado espa?ol", especialmente tras los ¨¢cuerdos tripartitos del 5 de junio, que fijan l¨ªmites superiores a los aumentos (proporcionales) de salarios, con la intenci¨®n de hacer mejorar as¨ª las expectativas de beneficios y los beneficios y de aumentar el empleo -una pol¨ªtica que alguien ha llamado "socialismo en una sola clase", pues su intenci¨®n no es disminuir los ingresos de la propiedad, sino aumentarlos, mientras se reparte entre m¨¢s la parte que toca a los ingresos del trabajo.
Espa?a no es un caso aislado
Que Espa?a no es un caso aislado (aunque sea un caso especialmente llamativo en estos momentos) lo pone de manifiesto el que tambi¨¦n se est¨¦ hablando de un 'leurocorporatismo" (Panitsch, 1981), una manifestaci¨®n del cual ser¨ªa el "eurocomunismo". Me cuesta entender por qu¨¦ no hay un debate similar en Espa?a al que ha habido y hay en el Reino Unido, Alemania e Italia sobre esta cuesti¨®n. Usamos vocabulario importado ("pacto social", "concertaci¨®n", "austeridad", "solidaridad nacional") y en cambio no importamos el debate. ?Es tal vez un debate demasiado fuerte?
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