No hay arreglo
El enfrentarniento entre Raimundo Saporta, presidente del Comit¨¦ del Mundial-82, y Pablo Porta, presidente de la Federaci¨®n Espa?ola de F¨²tbol, es m¨¢s que p¨²blico y notorio. El pasado viernes se reunieron a cenar con Jo¨¢o Havelange, presidente de la FIFA, para intentar llegar a un acuerdo. Havelange coloc¨® un parche sor Virginia.
Las querellas entre Porta y Saporta comenzaron el mismo d¨ªa en que P¨ªo Cabanillas le ofreci¨® al ex presidente del Madrid la direcci¨®n del Mundial. Ese d¨ªa ces¨® aquel hombre de paja llamado Jos¨¦ Angel Zalba, que estaba destinado a ser un mandao. El Mundial no pod¨ªa ser una organizaci¨®n federativa; era una cuesti¨®n de Estado.
Saporta ha asumido el protagonismo casi absoluto del campeonato que, en teor¨ªa, organiza la Federaci¨®n por delegaci¨®n de la FIFA. Hay problemas de celos. Porta no se resigna a ser uno m¨¢s. Saporta no quiere dejarle tocar bola.
Saporta est¨¢ convencido de que habr¨¢ 1.000 raillones de pesetas de beneficios, producto de la explotaci¨®n de recursos estrictamente estatales. Esos dineros ¨²nicamente pueden revertir al Estado y en ning¨²n caso pueden compartirse con la FIFA ni con los clubes de f¨²tbol. Porta quiere los beneficios para su gente. Ayer, Saporta, desde el Comit¨¦, y Porta, desde la Federaci¨®n, hicieron manifestaciones contradictorias. La guerra est¨¢ declarada.
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