Las Fuerzas Armadas y el pueblo
Las Fuerzas Armadas, brazo armado del pueblo, tienen la necesaria y noble misi¨®n de defender los m¨¢s altos intereses del mismo.Espa?a est¨¢ encarnada por los seres que la habitan. Por los hombres, mujeres, ni?os y viejos, vivos y contempor¨¢neos, hijos de una trayectoria hist¨®rica y padres del futuro de las nuevas generaciones. Son ellos quienes le dan la vida.
Est¨¢ representada tambi¨¦n por el maravilloso entorno f¨ªsico que nos acoge. Por una naturaleza, a veces demasiado cansada y agredida, que hemos heredado y que, tal como la dejemos, ser¨¢ heredada por nuestros hijos. Por ella ech¨® a correr y corre la vida de nuestros pueblos.
Y el Estado, que surge del pueblo, es el sistema de relaciones que regulan todo el conjunto de normas de convivencia entre nosotros. Un sistema basado en la legalidad, democr¨¢ticamente constituida entre todos, y supremamente expresada en la Constituci¨®n. La salvaguarda del orden constitucional significa estar al servicio de lodo aquello que representa, y esforzarse por elevar cada vez m¨¢s la nobleza y el nivel humano de tal servicio.
La l¨®gica, el sentido com¨²n y la propia Constituci¨®n nos remiten al pueblo soberano corno destinatario del m¨¢ximo respeto y atenciones. Por tanto, los m¨¢s altos intereses de Espa?a ser¨¢n aquellos que se correspondan con los m¨¢s altos intereses de aquellos que la encarnan: el pueblo; garantizar su soberan¨ªa, independencia y libertad, sus justas y democr¨¢ticas relaciones de convivencia, y el progreso que permita una vida m¨¢s plena y feliz, en un entorno bien cuidado y un territorio bien defendido, es la noble misi¨®n del Ej¨¦rcito.
Y esta labor, de tan sagrada, es inviolable e innegociable. Por eso el pueblo necesita que su Ej¨¦rcito se constituya en brazo armado. Aquel que debe garantizar que nada sea agredido. Aquel que tiene las armas porque su propia funci¨®n exige que sea con las armas que se ejerza la defensa. Por lo alto de los valores que custodia.
El Ej¨¦rcito, brazo armado del pueblo
Por eso el Ej¨¦rcito es el brazo armado del pueblo. Un brazo que se riega con la sangre y las gentes del pueblo. De un pueblo que da a su brazo armado la raz¨®n de su legitimidad y la fuerza que le otorga el tambi¨¦n leg¨ªtimo y digno deseo de ser lo m¨¢s libres y felices que sea posible ser.
Este pueblo debe saber dar lo mejor para aquellos que defienden con sacrificio lo que es m¨¢s importante y vital. Este pueblo necesita que sus soldados sean los mejores, los m¨¢s respetados, los m¨¢s queridos, los m¨¢s cultos, los m¨¢s preparados, los m¨¢s insobornables, los m¨¢s serenos, los m¨¢s humanos, los m¨¢s justos y los m¨¢s valientes.
Este pueblo debe desear que las Fuerzas Armadas cumplan su m¨¢s alta funci¨®n y sus m¨¢s nobles ambiciones, ejerciendo con dignidad y presencia su leg¨ªtima misi¨®n. Aquella que los convierte en los m¨¢s admirados y los menos temidos. Porque el miedo de un pueblo a su Ej¨¦rcito ser¨ªa la prueba del peor de los pecados.
En los pa¨ªses en los que esta desgracia sucede, en aquellos en que un Ej¨¦rcito se separa de su cuerpo para servirse a s¨ª mismo, la misma expresi¨®n de Ej¨¦rcito pierde su legitimidad. Porque cuando el brazo armado del pueblo se separa y va por su cuenta pierde la cabeza y con ella la raz¨®n, del mismo modo que pierde el cuerpo y, con el, la fuerza. En los pa¨ªses en que esto es un sue?o absurdo, el Ej¨¦rcito es consciente de que nunca nadie ser¨¢ capaz de quererle y agradecerle mejor que su propio pueblo. Sabe que nunca merecer¨¢ la pena convertirse en guardaespaldas de intereses privados, ni en soporte armado de bander¨ªas pol¨ªticas, ni en madelmans de se?ores con chistera que nunca dan la cara. Porque aquellos que tientan con tales fines van a la suya, y acaban siempre ampar¨¢ndose y escondi¨¦ndose detr¨¢s de un Ej¨¦rcito del que hacen escarnio, porque pretenden utilizarlo para sus afanes de lucro y de poder personal e ileg¨ªtimo. Son gente olvidadiza, a la que no importa convertir el noble brazo que blande una espada de justicia en el instrumento que ejecuta una acci¨®n contra la legitimidad y contra el pueblo por encargo de terceros. Y eso s¨ª que es llenarse de deshonra y de desprestigio.
El pueblo necesita encontrarse, hablar y compartir m¨¢s con sus Fuerzas Armadas. Y las Fuerzas Armadas necesitan salir m¨¢s al encuentro de su pueblo, apoyarlo, defenderlo y llenarse de gloria, de honra y del placer incalculable de sentirse amadas por los suyos y de sentirse sanamente imprescindibles, ¨ªntimamente llenas de leg¨ªtimo orgullo. Sabiendo siempre que el pueblo es agradecido de verdad y que nunca olvida.
El pueblo y el Ej¨¦rcito deben sentirse parte de un todo ¨²nico. La gente y sus soldados deben ir de la mano. Como un todo, son quienes garantizan la l¨ªcita pervivencia, y es de bien nacidos que cada parte desee para la otra lo mejor. Y de inteligentes..., porque s¨®lo juntos y bien enraizados podr¨¢n alcanzar la meta de vivir de la mejor manera que sea posible, en paz, en libertad, con progreso y sin mala conciencia, felices. Y siempre arrop¨¢ndose de legitimidad constitucional, siguiendo la ley al pie de la letra, velando por ella y haciendo sentir su peso frente a quienes quisieran vulnerarla.
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