Don Juan Carlos: "La voluntad de los Ej¨¦rcitos no puede ser otra que la de la naci¨®n"
El rey Juan Carlos cerr¨® el acto solemne de la conmemoraci¨®n de la Pascua Militar, celebrado en el palacio Real de Madrid, con un importante discurso dirigido a los representantes de la milicia y de las fuerzas de Seguridad del Estado, ?no s¨®lo como Rey, sino tambi¨¦n en el papel de Jefe supremo de las Fuerzas Armadas?. El discurso, cuyo texto ¨ªntegro ofrecemos a continuaci¨®n, comienza en t¨¦rminos de felicitaci¨®n y agradecimiento al conjunto de las fuerzas all¨ª representadas, para pasar a continuaci¨®n a analizar profundamente el momento pol¨ªtico militar. El Rey finaliz¨® invitando a la confianza en el sistema democr¨¢tico.
Queridos compa?eros:Hay ocasiones en que los acontecimientos que se han producido o se est¨¢n produciendo parecen poner un matiz delicado y dif¨ªcil en el ambiente de un acto tan tradicional como el que hoy celebramos.
Un acto que debiera caracterizarse tan s¨®lo por la alegr¨ªa y la satisfacci¨®n que supone el hecho de encontrarnos reunidos los representantes de las Fuerzas Armadas y de seguridad del Estado, como continuaci¨®n de una costumbre arraigada en la milicia, para escuchar la felicitaci¨®n de vuestro Rey, dentro de una atm¨®sfera distendida, de compa?erismo y de camarader¨ªa.
Y lo cierto es que nada puede impedirme esta alegr¨ªa y esta satisfacci¨®n, porque os aseguro que prevalecen y prevalecer¨¢n siempre sobre cualquier otro sentimiento, sobre cualquier inquietud o sobre cualquier situaci¨®n supuestamente complicada.
Pero tal vez, aparte de mi felicitaci¨®n en esta pascua militar, esper¨¦is de m¨ª alguna manifestaci¨®n concreta sobre temas que nos afectan, efectuada no s¨®lo como Rey, sino tambi¨¦n en mi papel de jefe supremo de las Fuerzas Armadas, que la Constituci¨®n me confiere y que tanto me honra.
Y no quisiera defraudar la posible expectaci¨®n existente. Si el valor puede demostrarse en muchos sentidos y de muchas maneras, yo desear¨ªa hoy, tener presente esa definici¨®n de que el valor consiste en buscar la verdad y decirla.
Porque lo delicado y lo dif¨ªcil se convierte en normal y pierde su carga de previsi¨®n y de incomodidad cuando se tiene la decisi¨®n de pensar alto, de sentir hondo y de hablar claro de lo que se piensa y de lo que se siente.
Gratitud a las Fuerzas Armadas
De esta forma quiero hoy dirigirme a vosotros.En primer t¨¦rmino para expresar mi gratitud m¨¢s sincera hacia el conjunto de las fuerzas que represent¨¢is.
Os doy las gracias por la lealtad con que os hab¨¦is comportado en momentos decisivos del a?o que acaba de terminar y por la disciplina con que est¨¢is asistiendo al profundo y necesario proceso de transformaci¨®n de nuestra sociedad, de nuestra organizaci¨®n pol¨ªtica, del sistema general del Estado en el que esas fuerzas est¨¢n incluidas y al que deben acomodarse ineludiblemente.
Os doy las gracias tambi¨¦n por vuestro sacrificio y por vuestra serenidad, pues hab¨¦is sufrido en la propia carne los zarpazos del terrorismo criminal y soportado a veces la incomprensi¨®n, la atenci¨®n exagerada o el desenfoque sensacionalista de vuestra realidad.
Para nadie es f¨¢cil asimilar los cambios que constituyen una conmoci¨®n evidente en un estado de cosas que ha de adaptarse a otro diferente exigido por los tiempos que vivimos y por la voluntad mayoritaria del pueblo espa?ol.
Dificultad de adaptaci¨®n
Pero esa dificultad de adaptaci¨®n no afecta tan s¨®lo a las Fuerzas Armadas y a las de seguridad, sino tambi¨¦n a muchos otros sectores de nuestra sociedad. Importantes sectores con destacadas y distintas influencias en la vida del pa¨ªs y que no siempre saben conservar el equilibrio, mantener la prudencia ni graduar el ejercicio de la libertad.Es natural, a veces, que el contraste entre el pasado y el presente origine tensiones, produzca excesos o cause sorpresas, que han de ir limit¨¢ndose y normaliz¨¢ndose con el transcurso de los a?os.
En este deseo ciframos nuestra esperanza.
Para que se realice es preciso dar a cada instituci¨®n, a cada grupo, a cada sector, el tratamiento adecuado. Y cada uno de ellos, a su vez, ha de aprender tambi¨¦n a conceder a los dem¨¢s el tratamiento que necesitan y que se les debe.
Momentos de irritaci¨®n y des¨¢nimo
Si se viven momentos de irritaci¨®n, de molestia o de des¨¢nimo, no es v¨¢lido ocultar la cabeza bajo el ala y tratar de desconocer lo que sucede. Al contrario, hay que buscar sus causas y encontrar los remedios. Es preciso analizar antecedentes hist¨®ricos, descubrir psicolog¨ªas, profundizar en sentimientos y en maneras de ser.Nuestras Fuerzas Armadas forman un bloque s¨®lido y un¨¢nime en su manera de pensar sobre los temas fundamentales, aun cuando pueda haber matices distintos y opiniones diversas en cuanto a la forma de expresar esos pensamientos o de juzgar otras materias secundarias. Porque si los ej¨¦rcitos pueden poseer un pensamiento propio, su voluntad no puede ser otra que la de la naci¨®n.
Y la coincidencia presenta un car¨¢cter de generalidad indudable, sin que se pueda establecer una l¨ªnea divisoria entre los distintos grados, entre las distintas generaciones, entre los que ostentan acciones guerreras en sus hojas de servicios y aquellos a quienes se concede la suposici¨®n fundada de su entrega, de su sacrificio y de su valor.
A los veteranos y a los j¨®venes les une una comunidad de sentimientos y de ilusiones.
No olvidar la guerra civil
No se puede olvidar -y quiero decirlo claramente, aunque estemos ya muy alejados de la lucha que enfrent¨® a dos Espa?as, de sus antecedentes y de sus consecuencias- que en esa guerra civil, tr¨¢gica y dolorosa, pero plenamente real, las Fuerzas Armadas, que no obtuvieron beneficios notables despu¨¦s de la victoria, sirvieron a su patria durante muchos a?os con esp¨ªritu de sacrificio, con lealtad y disciplina. Y esas Fuerzas Armadas estaban acostumbradas -eso s¨ª- al mayor respeto, a la m¨¢sdestacada consideraci¨®n, a la protecci¨®n de su dignidad por los sectores oficiales y por todos los dem¨¢s sectores de la naci¨®n.La imprescindible libertad de expresi¨®n; cierto revanchismo en los juicios y en las opiniones; los obligados cambios en los m¨¦todos de tratamiento p¨²blico de los temas militares; la imposici¨®n del silencio a los que desempe?an esta honrosa profesi¨®n; hasta el despego de quienes pudieran estar temerosos de que se les impute una adhesi¨®n al pasado, han tenido que causar gran sorpresa e impresi¨®n en los hombres que forman los ej¨¦rcitos de Espa?a.
Y no s¨®lo en quienes tomaron parte en la contienda, sino tambi¨¦n en las generaciones posteriores que se han incorporado a las filas de aqu¨¦llos, con los mismos ideales, respetada por los conciudadanos a los que han de servir, unida por el compa?erismo y cimentada en la disciplina, con la elevada misi¨®n de defender a su patria a costa del mayor de los sacrificios, si les fuera exigido.
Necesidad de integrarse en la organizaci¨®n pol¨ªtica
Todos debemos estar orgullosos de nuestras Fuerzas Armadas: el Rey, como su jefe supremo; el Gobierno y las dem¨¢s instituciones de la naci¨®n que cuentan con ellas para la defensa de la soberan¨ªa e independencia de Espa?a, de su integridad territorial y del ordenamiento constitucional; el pueblo del que los componentes de las Fuerzas Armadas proceden, en el cual est¨¢n integrados y alque deben servir.Y las Fuerzas Armadas han de esforzarse siempre en ser merecedoras de ese orgullo nacional, a la vez que lo sienten ellas mismas por estar al servicio de una naci¨®n cuya historia constituye una sucesi¨®n interminable de acontecimientos gloriosos.
Mas, al mismo tiempo. que se les pide una entrega leal Y disciplinada, es preciso guardarles toda la consideraci¨®n que merecen y respetar la alta misi¨®n quemuestra Constituci¨®n les encomienda, sin establecer sobre ellas una particularidad especial en el trato en¨¦rgico de sus actos err¨®neos, en el comentario descalificador de sus acciones o en la sanci¨®n r¨¢pida, que no por ello es m¨¢s severa o ejemplar.
La disciplina debe exigirse tanto m¨¢s a quien mayor obligaci¨®n tiene de observarla e imponerla. Pero es ta exigencia no puede olvidar nunca ni la justicia ni la generafidad en un rigor y en una autoridad que ha de abarcar a la naci¨®n en su conjunto.
Los militares espa?oles los soldados espa?oles, siguen manteniendo el esp¨ªritu de aquellos antepasados suyos que, a decir del poeta, ?todo lo sufren en cualquier asalto; s¨®lo no sufren,que le hablen alto?.
Y los ej¨¦rcitos constituyen la instituci¨®n sobre la que, en ¨²ltimo t¨¦rmino, descansa la seguridad de la naci¨®n.
Por eso, en mi papel de ¨¢rbitro y moderador del funcionamiento regular de las instituciones, yo pido, de un lado, a los militares de los tres Ej¨¦rcitos y de las fuerzas de seguridad, que hoy represent¨¢is los aqu¨ª reunidos, que os percat¨¦is de la importante misi¨®n que os corresponde, as¨ª como de la necesidad de integrarse en la organizaci¨®n pol¨ªtica que se ha dado el pueblo espa?ol y que precisamente, deb¨¦is defender.
Se ha dicho que el mejor profeta del mundo es el pasado. Todo el respeto, pues, para el pasado que forma parte de nuestra historia y del que tantas experiencias se pueden deducir. Pero toda la entrega tambi¨¦n a la legalidad vigente, que os cofiresponde mantener.
Al mismo tiempo, de otro lado, es necesario que, de acuerdo con el texto, y sobre todo con el esp¨ªritu queel art¨ªculo 176 de las Reales Ordenanzas, los componentes de las Fuerzas Armadas sean protegidos por la ley contra amenazas, violencias, ultrajes o difamaciones que tengan por causa u origen su condici¨®n o actividad militar.
El Estado ha de velar en todo momento por los intereses de las Fuerzas Armadas, por su prestigio y por su fama, porque se trata de la instituci¨®n que te sirve con absoluta devoci¨®n y porque ha de compensar las limitaciones que las leyes establecen para el ejercicio de sus propias acciones reivindicativas.
El poder es la capacidad de obtener obediencia. Pero la obediencia no siempre se obtiene por la fuerza, sino por la autoridad.
Las calumnias sobre el 23-F
A trav¨¦s del a?o que hace poco ha terminado hemos tenido ejemplos de fuerza qae no quiero, ni eludir en este d¨ªa, ni tampoco insistir en su recuerdo para aumentar una preocupaci¨®n ya existentey a todas luces perjudicial.Pero no puedo ignorar -aunque quisiera hacerlo- las campa?as que se han desatado, los panfletos y las hojas repartidas profusamente entre los militares, la planificaci¨®n de unas versiones de los hechos ocurridos, con las que se ha pretendido intoxicar y desorientar a las Fuerzas Armadas, con la mentira como lema, la confusi¨®n como m¨¦todo y la afrenta como objetivo.
Nadie habr¨¢ podido escuchar de m¨ª la menor protesta ni descubrir el m¨¢s insignificante esfuerzo por defenderme de unas calumnias que merecen tan s¨®lo el m¨¢s rotundo de los desprecios.
Nadie habr¨¢ podido dudar de mi serenidad y de mi prudencia, porque pensaba, y pienso, que no debo descender a rebatir falsedades ni justificar conductas.
Pero permitidme que hoy, en esta Pascua nuestra, cuando estoy hablando a queridos compa?eros de armas en un tono de confianza y de sinceridad, deje una breve pero profunda constancia tanto de mi dolor por los lamentables procedimientos que algunos utilizan como del agradecimiento hacia cuantos han sabido rechazar la propaganda insidiosa y mendaz.
Una vez m¨¢s, repito que conf¨ªo ciegamente en que la verdad se abra paso por encima de todo y resplandezca para iluminar hasta: los m¨¢s rec¨®nditos entresijos de unos acontecimientos que de manera tan directa afectaron a la vida espa?ola, y concretamente a las Fuerzas Armadas, en el a?o 1981.
De este tema en s¨ª, repito, es del que quisiera abstenerme de hablar con detalle, porque creo que ya se ha comentado con exceso y se ha dado publicidad a muchos extremos que no pueden ser favorables ni oportunos cuando est¨¢ pendiente la actuaci¨®n de la justicia militar; en la que ciframos toda nuestra confianza.
Lo que s¨ª parece n ecesario es evitar la obsesi¨®n en el recuerdo, la reiteraci¨®n en los comentarios sobre el tema, la dificultad de vivir sin dejarse influir por un episodio que, aun siendo importante y significativo, no puede ni afectar a todas las Fuerzas Armadas -como no sea para acreditar la lealtad de su conjunto- ni condicionar nuestro presente y nuestro futuro.
Petici¨®n de comprensi¨®n
Un a?o m¨¢s os pido reflexi¨®n, os pido sinceridad, os pido comprensi¨®n. Os pido teng¨¢is siempre, presente que la disciplina verdadera no se limita a los gestos externos, a las expresiones formularias, a las actitudes de superficial subordinaci¨®n y acatamiento.La verdadera disciplina no es la del que calla siempre, pero no se convence nunca, sino la de quien conserva en su ¨¢nimo la necesidad interior de cumplir la orden recibida, aunque contradiga su propio criterio.
Es preciso exponer respetuosa y reglamentariamente sentimientos y opiniones con decisi¨®n y con claridad.
Pienso que en estos momentos que vivimos es necesario, con m¨¢s intensidad que nunca, mantener una comunicaci¨®n permanente dentro de los Ej¨¦rcitos y que esta corriente informativa circule en un doble sentido: desde los superiores a los inferiores, para informarles, proporcionarles aclaraciones y directrices, transmitirles impresiones y consignas y recabar sus sentimientos. Y desde los inferiores a los superiores, para poner de manifiesto, ordenada y subordinamente, sus inquietudes, sus dudas y su manera de pensar, sin abandonar jam¨¢s el conducto regular ni tratar de producir la impresi¨®n de que aqu¨¦llos no se sienien adecuadamente representados y defendidos por ¨¦stos.
Esta doble trayectoria debe contribuir a mantener y robustecer la uni¨®n de todos los componentes de las Fuerzas Armadas sobre la base de una sinceridad compatible con la m¨¢s estricta disciplina.
Y a su vez, los m¨¢s altos mandos de los Ej¨¦rcitos y de las fuerzas de seguridad deben exponer con la m¨¢xima franqueza, orientada al bien de estas instituciones y, en definitiva, de Espa?a, sus propios sentimientos, y los sentimientos de cuantos est¨¢n a sus ¨®rdenes, a las autoridades que tienen a su cargo la pol¨ªtica militar y la gobernaci¨®n del pa¨ªs.
Consejo a la autoridad pol¨ªtica
Nadie duda de que a esas autoridades del Estado corresponde la direcci¨®n pol¨ªtica, dentro de la cual est¨¢n incluidas como un factor m¨¢s -un importante factor, desde luego- las Fuerzas Armadas. Pero esas autoridades saben que para tomar las decisiones oportunas y eficaces en materia de defensa y en materia militar nada es mejor que escuchar la opini¨®n, el criterio y el asesoramiento de quienes por su profesi¨®n, por su experiencia y por ,la misi¨®n que tienen encomendada est¨¢n en condiciones de proporcionar, con lealtad y sinceridad, las informaciones pertinentes.Yo quisiera que nos enfrent¨¢ramos al a?o nuevo con esperanza y sin recelos, firmes e inconmovibles en nuestra unidad.
Reconozcamos los aspectos positivos que pueden descubrirse en la resoluci¨®n de algunos problemas nacionales, como el terrorismo, la inseguridad ciudadana, el ordenamiento auton¨®mico, el panorama de la econom¨ªa o los conflictos sociales.
Confianza en el sistema democr¨¢tico
Confiemos en el perfeccionamiento sucesivo del sistema democr¨¢tico que se ha dadoel pueblo espa?ol y observemos siempre el mandato de la mayor¨ªa, porque el respeto al derecho ajeno es la paz.Que nuestras virtudes militares est¨¦n en todo momento llenas de contenido, y que el honor, la palabra, la verdad, el compa?erismo, el sacrificio y la abnegaci¨®n, la dignidad y el amor a la patria no constituyan conceptos vac¨ªos, sino que se pongan siempre de manifiesto en las acciones de todos.
Que el patriotismo no se considere como exclusiva de algunos ni que nadie pretenda erigirse en salvador del resto de sus compatriotas contra la voluntad de ¨¦stos, libremente expresada.
Porque el patriotismo no es hijo del amor propio, sino -como dec¨ªa Jovellanos- ?el noble y generoso sentimiento que estimula al hombre a desear con ardor y a buscar con eficacia el bien y la felicidad de su patria tanto como la de su misma familia; que le obliga a sacrificar no pocas veces su propio inter¨¦s al inter¨¦s com¨²n; que uni¨¦ndole estrechamente a sus conciudadanos e interes¨¢n doles en su suerte, le aflige y le conturba en los males p¨²blicos y le llena de gozo en la com¨²n felicidad?.
Yo estoy seguro de vuestro patriotismo y en ¨¦l conf¨ªo pata bien de Espa?a.
Y quiera Dios que en este d¨ªa de la Pascua Militar, que en el a?o que ahora comienza, vosotros y vuestras familias, los que hoy est¨¢is aqu¨ª presentes y cuantos sirven a la patria en toda la geograf¨ªa espa?ola disfrut¨¦is de la paz y de la felicidad que de todo coraz¨®n os deseo.
Y ahora gritar conmigo: ?Viva Espa?a! ?.
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