La obra de Mar¨ªa Blanchard llena las salas del Museo Espa?ol de Arte Contempor¨¢neo
Hoy se inaugura en el Museo Espa?ol de Arte Contempor¨¢neo una exposici¨®n homenaje a la gran pintora santanderina Mar¨ªa Guti¨¦rrez Cueto, conocida para la posteridad como Mar¨ªa Blanchard. Las 115 obras que componen la muestra, muchas de ellas in¨¦ditas entre nosotros, permiten una visi¨®n global de su trayectoria creativa y han sido seleccionadas por Mar¨ªa Jos¨¦ Salazar.
A caballo entre dos ocasiones de celebraci¨®n -el reci¨¦n pasado centenario de su nacimiento, un tanto eclipsado por la aplastante figura de Picasso, y el actual cincuentenario de la muerte- nos llega ahora a Madrid una extensa selecci¨®n de la obra pict¨®rica de la artista. Con ello se hace al fin justicia, desde el terreno oficial, a una de las m¨¢s grandes entre nuestras pintoras, poniendo t¨¦rmino a una situaci¨®n de desafuero que se ha prolongado por m¨¢s de medio siglo.Aunque es verdad que, con las honrosas excepciones llevadas a cabo desde iniciativas fundamentalmente privadas: por Biosca, de Madrid, y Laietana, de Barcelona, en 1976; por Sur, de Santander, en 1977, y m¨¢s recientemente, por el Banco de Santander, la Caja de Ahorros de Zaragoza y la Fundaci¨®n Santillana- tan dilatada es pera, hasta presentar, en el propio pa¨ªs su obra, no fue sino un torpe y ¨²ltimo remedio de los muchos golpes con que la vida forj¨® para la pintora un tr¨¢gico destino.
Circunstancia personal
Es ya un t¨®pico el aludir a la deformaci¨®n f¨ªsica, a la que se vio condenada por un accidente sufrido por la madre durante el per¨ªodo de gestaci¨®n. Pero, ciertamente, dicha deformaci¨®n contribuy¨® a determinar muchas de las circunstancias de su vida y tal vez, por reflejo, de su creaci¨®n. Sin ir m¨¢s lejos, ello debi¨® pesar en la decisi¨®n paterna de alentar sin reservas la vocaci¨®n pict¨®rica de la joven Mar¨ªa como v¨ªa de escape frente a aquellos otros caminos que su condici¨®n la vedaba. Asimismo en el modo compulsivo con que la artista abordar¨ªa el trabajo creativo, olvidando -como narran tantas an¨¦cdotas, hasta el final de su vida- todo cuidado personal, debi¨® de jugar el sentimiento de que la posibilidad de generar belleza la redim¨ªa, en parte, de la prisi¨®n a la que su cuerpo la hab¨ªa condenadoMas no fue el aspecto f¨ªsico la ¨²nica fuente de sus sinsabores. Formada acad¨¦micamente en Madrid con Sotomayor y Emilio Sala, disc¨ªpula durante su primera estancia como becaria en Par¨ªs del entonces famos¨ªsimo Anglada Camarasa y de Van Dongen, Mar¨ªa Blanchard comenz¨® a vislumbrar pronto el ¨¦xito, que habr¨ªa de traducirse oficialmente en una tercera medalla de la exposici¨®n de Bellas Artes en 1908, y otra segunda medalla en 1910. A ello hay que sumar la c¨¢tedra de dibujo de la Escuela Normal de Salamanca ganada en 1916. Pero su propia honestidad frente a la creaci¨®n y frente a unos, presupuestos pedag¨®gicos que no compart¨ªa, la llevar¨¢n a renunciar a tanta seguridad yescoger el entonces arduo camino de la vanguardia.
Esta se concretaba para ella en el grupo cubista, a cuyos componentes hab¨ªa conocido en Par¨ªs y a quienes debi¨® de sentirse unida, am¨¦n de por coincidencia de intereses art¨ªsticos, por compartir, en lo personal, una cierta conciencia de su alteridad, de saber encontrar la belleza en lo que para otros no es sino motivo de risa.
L¨ªneas de evoluci¨®n
La magn¨ªfica exposicion que se presenta en el Museo Espa?ol de Arte Contempor¨¢neo permite seguir paso a paso las l¨ªneas de esta evoluci¨®n. La muestra se abre con una alusi¨®n somera a los a?os de formaci¨®n. Destacan aqu¨ª dos piezas: la Gitana, perteneciente al Museo Municipal de Santander y que fue prueba de aprovechamiento de curso de su primera beca parisiense, y un paisaje que corresponde al per¨ªodo de aprendizaje con Van Dongen. Es de lamentar la ausencia, aunque nos consta que se ha hecho todo lo posible por incluirlo en la exposici¨®n, del lienzo Ninfas encadenando a Sileno, que le vali¨® la segunda medalla de 1910 y fue, por testimonio del mismo poeta, una de las primeras experiencias pict¨®ricas de Federico Garc¨ªa Lorca.La muestra tiene como p¨®rtico de honor La Communiante, una de las obras m¨¢s famosas de la pintora. Esta pieza posee, por sus caracter¨ªsticas y por su historia, un status un tanto especial. Pintada en 1914, justo antes del per¨ªodo cubista, la obra posee rasgos que anuncian cierta semejanza con lo que fue el ¨²ltimo y m¨¢s caracter¨ªstico, per¨ªodo de Mar¨ªa Blanchard. No resulta, pues, extra?o que ¨¦sta lo enviara al Sal¨®n de los Independientes de 1920, como para anunciar ese definitivo golpe de tim¨®n que se iniciaba.
El per¨ªodo cubista se halla aqu¨ª convenientemente representado por un total de 63 obras, que nos describen la vinculaci¨®n de estilo entre la pintora y aquellos a quienes m¨¢s unida estuvo, afectiva y profesionalmente, dentro de la familia cubista: Juan Gris, Lothe ... Mas, junto a esas vinculaciones formales, muchos de estos lienzos, entre los que podr¨ªamos citar a modo de ejemplo una Naturaleza muerta de 1916, o esa deliciosa Nature morte aux journaux, confirman que nos encontramos ante el pincel femenino m¨¢s vigoroso que dio el cubismo.
Uno de los momentos m¨¢s interesantes de esta exposici¨®n viene dado por aquellos bodegones que la pintora acometi¨® entre el final de su cubismo estricto y el inicio de su ¨²ltima etapa pict¨®rica. Parece darse, en algunos de ¨¦stos, una cierta relectura de C¨¦zanne, como si Mar¨ªa Blanchard quisiera buscar en quien fue antesala de la revoluci¨®n cubista una puerta que se acomodara 'mejor, sin olvidar la lecci¨®n aprendida, a su propia sensibilidad. Y ciertamente, tal como dec¨ªa Manuel Arce en su magn¨ªfico an¨¢lisis biogr¨¢fico dedicado a la pintora: "Saberse libre de los rigores cubistas -despu¨¦s de varios a?os de total sometimiento a ellos- supuso para Mar¨ªa encontrarse definitivamente a s¨ª misma como creadora".
El denso per¨ªodo final de figuraci¨®n poscubista, al que esta exposici¨®n le concede en justicia la mitad de su espacio, es tambi¨¦n el m¨¢s conocido, personal y fruct¨ªfero de la pintora. Se conservan aqu¨ª muchos dejes de su disciplina anterior, tanto en el tratamiento del espacio como en la soluci¨®n angular de los vol¨²menes o en esos brillos cristalinos que le son tan caracter¨ªsticos.
El n¨²mero de obras capitales que de este per¨ªodo se han reunido en la exposici¨®n hace imposible su completa enumeraci¨®n. Citemos tan solo: Lenfant et la glace, Femme allong¨¦e, dejeuner, La bretona, La conveleciente, Maternidad, L'ivrogne, El cartero...
Babelia
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