Frustraci¨®n y despilfarro
Durante muchos a?os, el crecimiento r¨¢pido y constante de la econom¨ªa cre¨® la ilusi¨®n de que el sistema productivo pod¨ªa absorber cualquier n¨²mero de graduados universitarios. Se crey¨® posible extender ilimitadamente el acceso a la universidad manteniendo la expectativa de que todos los que obtuviesen el t¨ªtulo encontrar¨ªan empleo como profesionales y t¨¦cnicos superiores. Pero la crisis econ¨®mica ha acabado con el gran sue?o universitario de los a?os sesenta. Todas las previsiones indican que hemos entrado en una ¨¦poca de crecimientos mucho m¨¢s lento, cuando no de estancamiento. Y en esas condiciones es inevitable que se produzca un agudo desequilibrio entre la limitada capacidad de absorci¨®n de profesionales y el creciente n¨²mero de titulados superiores que est¨¢n saliendo de las universidades.Los graduados de las ¨²ltimas promociones est¨¢n encontrando grandes dificultades para encontrar empleo. Y desgraciadamente estas dificultades ser¨¢n probablemente mayores en los pr¨®ximos a?os.
En cifras absolutas, el n¨²mero total de desempleados no es -o no es todav¨ªa- muy alto. El examen de las encuestas del INE sobre la poblaci¨®n activa indica que los licenciados ingenieros y arquitectos en paro no llegan a 50.000, y suponen alrededor de un 11% del total de titulados en disposici¨®n de trabajar. Es, pues, bastante inferior a las cifras de 180.000 o 300.000 "licenciados en paro" que se han manejado a veces en entrevistas radiof¨®nicas y art¨ªculos period¨ªsticos.
Pero, aun reducida a sus justas proporciones, esta cifra es bastante preocupante. Hay que tener en cuenta que los datos de desempleo no incluyen a un gran n¨²mero de graduados que s¨®lo tienen trabajos a tiempo parcial, o que est¨¢n subempleados en actividades que no guardan relaci¨®n con los conocimientos adquiridos en la universidad. Y el aumento del subempleo puede reflejar, tanto o m¨¢s expresivamente que el desempleo absoluto, la p¨¦rdida de valor ocupacional de los t¨ªtulos universitarios.
Adem¨¢s, dos tercios del total de titulados superiores desempleados tienen menos de treinta a?os, y ello pone de relieve que el paro est¨¢ afectando a los graduados recientes en un grado mucho mayor de lo que pueden indicar las cifras generales. De hecho, entre los titulados superiores menores de treinta a?os, el porcentaje de desempleo es mucho m¨¢s alto que entre los j¨®venes de la misma edad que no tienen estudios superiores. Y esta situaci¨®n tiende a deteriorarse a¨²n m¨¢s en un futuro inmediato, ya que, como resultado del aumento de estudiantes de los a?os setenta, cada a?o salen de la universidad promociones m¨¢s numerosas. De 11.500 licenciados ingenieros y arquitectos que se grad¨²an en el curso 1969-1970, se pasa a 20.000 en 1974-1975, y a 44.000, en 1979-1980.
Indudablemente, la sociedad tendr¨¢ que esforzarse en buscar v¨ªas que faciliten la absorci¨®n de esta avalancha de nuevos graduados. Pero estas v¨ªas no ser¨¢n f¨¢ciles de encontrar. Y, desde luego, no es razonable pensar que pueden evitarse indefinidamente las consecuencias (el paro de graduados) si no se atacan las causas (el excesivo n¨²mero de estudiantes universitarios en relaci¨®n a la demanda previsible de profesionales).
Al margen de las necesidades
Las causas del desempleo de graduados tienen su origen remoto en la deficiente estructura de la ense?anza media. El curso pasado hab¨ªa 1.100.000 estudiantes en bachillerato, y s¨®lo la mitad (550.000) en las ense?anzas de formaci¨®n profesional. Un aumento de los estudiantes de formaci¨®n profesional, hasta niveles similares al de los dem¨¢s pa¨ªses europeos, responder¨ªa mejor a las necesidades del mercado ocupacional y, al disminuir el n¨²mero de estudiantes de Bachillerato, reducir¨ªa a medio plazo la pl¨¦tora universitaria.A su vez, la estructura de la ense?anza superior presenta unas caracter¨ªsticas no menos aberrantes que la ense?anza media.
El crecimiento de los estudiantes universitarios se ha desarrollado totalmente al margen de las necesidades ocupacionales del pa¨ªs, tanto en lo que se refiere al nivel de los estudios como respecto a la naturaleza de los mismos.
Se da la paradoja de que los estudiantes de facultades y escuelas t¨¦cnicas superiores son casi el triple de los que cursan estudios en las escuelas universitarias (ingenier¨ªas y arquitecturas t¨¦cnicas, estudios empresariales, magisterio, enfermer¨ªa, etc.). Y tanto en uno como en otro nivel, la mayor¨ªa de los estudiantes est¨¢ cursando estudios de dif¨ªciles perspectivas de empleo. En los ¨²ltimos a?os, el n¨²mero de estudiantes de Magisterio ha superado al de todas las dem¨¢s escuelas universitarias juntas. Y en el nivel superior, el crecimiento m¨¢s alto se ha dado en el ¨¢rea tradicionalmente conocida como Filosof¨ªa y Letras. S¨®lo en las facultades de Geograf¨ªa e Historia hay m¨¢s estudiantes que en el conjunto de las escuelas t¨¦cnicas superiores de ingenier¨ªa.
El desempleo de los titulados superiores es una fuente de frustraciones individuales, supone un despilfarro de recursos y puede llegar a ser un factor importante de inestabilidad social. Y como alternativa a este desempleo, s¨®lo cabe que la sociedad acepte y estimule medidas efectivas de reorientaci¨®n e las ense?anzas medias y superiores.
En primer lugar, es indispensable una amplia informaci¨®n a los estudiantes y a las familias sobre las oportunidades reales de empleo que ofrece cada tipo de estudios. Pero la sola informaci¨®n no ser¨¢ suficiente. Habr¨¢ de detenerse la proliferaci¨®n de centros de estudio que conducen a carreras tradicionales y, en cambio, dar un fuerte est¨ªmulo a la formaci¨®n profesional y a ciertas carreras nuevas o escasamente desarrolladas. Y habr¨¢n de adoptarse decisiones que aseguren una redistribuci¨®n de los estudiantes universitarios hacia las carreras de mejores perspectivas ocupacionales, incluyendo, sin duda, inevitables criterios de selectividad.
Despu¨¦s de dos d¨¦cadas de fomento indiscriminado de la educaci¨®n superior, no va a resultar f¨¢cil para la opini¨®n p¨²blica aceptar medidas limitadoras. Pero la sociedad ha de elegir entre dos opciones inexcusables: racionalizar el acceso a las carreras superiores o aceptar un desempleo masivo de graduados.
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