La cr¨ªtica presupuestaria que pas¨® al silencio
En el a?o 1980, el Senado adquiri¨® notoriedad al devolver al Congreso los Presupuestos del Estado para 1981, a ra¨ªz de la ins¨®lita aprobaci¨®n de una enmienda de los senadores socialistas, oponi¨¦ndonos al aumento de los tipos en el impuesto sobre el tr¨¢fico de empresas. Digo ins¨®lita, dada la abrumadora mayor¨ªa de UCD en la C¨¢mara alta. A pesar de ello, en el sal¨®n de sesiones, aquel 20 de diciembre, hab¨ªa presentes m¨¢s senadores socialistas que centristas.En 1981, de nuevo ha sido noticia el paso de los Presupuestos por el Senado, por la guillotina que se ha aplicado a las enmiendas de la oposici¨®n. UCD, en un brusco cambio de actitud en relaci¨®n con la praxis de los a?os anteriores, impidi¨® la admisi¨®n a tr¨¢mite de 39 (de las 147) enmiendas, ampar¨¢ndose en una s¨²bita, dudosa y restrictiva aplicaci¨®n del Reglamento. Cuestiones que se hab¨ªan debatido este a?o en el Pleno del Congreso y, lo que es m¨¢s grave, que se hab¨ªan admitido en el propio Senado el a?o pasado -y anteriores- se han visto calladas ahora. No se nos ha permitido ni tan siquiera defender enmiendas como las que pretend¨ªan rebajar la edad para percibir la ayuda a los ancianos desprotegidos, pasando de los 69 a los 65 a?os, o conceder la jubilaci¨®n a los trabajadores que llevan cuarenta a?os de filiaci¨®n y cotizaci¨®n, cualquiera que sea su edad. Tampoco hemos podido postular la previsi¨®n de un fondo coyuntural de inversi¨®n p¨²blica, por 125 millones de pesetas, para utilizarlo en el caso de no cumplirse la creaci¨®n de empleo comprometida en el ANE. En estas condiciones, como es obvio, el debate fue tenso.
Entresaco sucintamente algunos de los argumentos expuestos en el Pleno del Senado durante el debate del proyecto de ley de Presupuestos Generales del Estado para el a?o 1982.
Por lo que se refiere al paro, en la p¨¢gina 174 del informe econ¨®mico-financiero que acompa?a a los Presupuestos se reconoce que aument¨® en 150.000 personas durante el primer semestre de 1981. Paralelamente se produce el incremento de un punto en la participaci¨®n del excedente de explotaci¨®n en la renta nacional, mientras disminuye la participaci¨®n de las rentas salariales.
A lo largo del a?o pasado se conocieron datos estad¨ªsticos de singular relevancia, facilitados por el Ministerio de Hacienda. En ellos se pon¨ªa de manifiesto que, en 1979, el 81,63% de los rendimientos netos declarados en el impuesto sobre la renta de las personas f¨ªsicas proced¨ªan de los salarios, cuando en 1971, ocho a?os antes, s¨®lo representaban el 67%. Para 1980, Hacienda estima que el porcentaje se ha reducido al 76,53%. El caso es que, v¨ªa imposici¨®n directa m¨¢s v¨ªa consumo (soportando los impuestos indirectos), los que cobran a sueldo aportan el 80% o m¨¢s de los ingresos tributarios.
Durante 1981 se ha suprimido la publicaci¨®n de las listas de los contribuyentes por renta y patrimonio, que tanto pod¨ªa facilitar la lucha contra el fraude. En la misma l¨ªnea est¨¢ el hecho de que ante la negativa de las instituciones financieras a entregar a Hacienda los listados de sus clientes con expresi¨®n de los intereses percibidos, el Gobierno ha tenido que entablar recursos. O sea, que Hacienda conoce la identidad y el n¨²mero del DNI de todos los perceptores de rentas salariales y su cuant¨ªa, pero no conoce ni lo uno ni lo otro de los clientes de los bancos y cajas de ahorro.
Grav¨¢menes sobre peque?os empresarios
Otro tema que tambi¨¦n ha surgido durante 1981 ha sido el de la inseguridad jur¨ªdica originada por la Orden Ministerial de 25 de marzo ¨²ltimo, por la que se modificaban, al alza, los porcentajes de los rendimientos estimados en el r¨¦gimen objetivo singular simplificado que se aplica a los peque?os empresarios y a los agricultores que trabajan su propia tierra. A los pocos meses de dictarse tal orden, se dej¨® en suspenso por otra, hasta el pr¨®ximo primero de enero. Es decir, un parche para que no se aplicara aqu¨¦lla a los resultados del a?o en curso. ?Y ahora qu¨¦? Pienso que veremos aparecer una tercera orden ministerial si se confirma lo que se divulga a nivel gremial.El hecho que plantea este tema no supone que abone tan privilegiado procedimiento evaluatorio lo que pretendo se?alar es que, agotadas las rentas salariales como fuentes de fiscalidad, Hacienda va a dirigir su acci¨®n a recaudar de los peque?os empresarios. ?Por qu¨¦? Porque a los poderosos, ciertamente, les protege un paraguas fiscal. Hay un agujero recaudatorio en el colectivo de la singular simplificada; es obvio y hay que corregirlo.
Pero lo que s¨ª es evidente es que ni tan siquiera se plantea una m¨ªnima acci¨®n contra los grandes defraudadores, y es preocupante que no se tome ninguna medida ante la ca¨ªda de la recaudaci¨®n por el impuesto sobre el tr¨¢fico de empresas, a pesar de las subidas de los tipos; ca¨ªda recaudatoria que origina rentas fiscales, o sea, impuestos cobrados del consumidor por los empresarios, por cuenta de Hacienda, y que no llegan al Tesoro p¨²blico. Una apropiaci¨®n indebida que no se persigue, o que por lo menos no se divulga su persecuci¨®n.
El tema de los peque?os empresarios no es un tema balad¨ª. Basta con resaltar que, a corto plazo, la reducci¨®n del paro depende esencialmente del comportamiento de las empresas peque?as y medianas, o sea, de todas aquellas en las que el equipamiento juega un papel restringido. Estas empresas, y no otras, son las que han de ejercer la funci¨®n de locomotoras creadoras de puestos de trabajo.
Los gastos fiscales vienen de nuevo a favorecer a los poderosos. Para 1982, los est¨ªmulos fiscales presupuestarios ascienden a 555.800 millones de pesetas, rebasando el list¨®n del medio bill¨®n, y ello sin incluir los gastos fiscales derivados de las medidas de pol¨ªtica tributaria contenidas en la ley de Presupuestos para 1982. Para el impuesto de sociedades tales beneficios suponen el 70,5% de las previsiones recaudatorias. Con dichos beneficios se pretende propiciar la inversi¨®n privada. En realidad, empero, los est¨ªmulos fiscales s¨®lo sirven para facilitar la autofinanciaci¨®n, minimizando la carga fiscal. La ¨²nica inversi¨®n privada significativa es la de capital intensivo, ahorradora de puestos de trabajo; inversi¨®n que de todas formas se producir¨ªa, con est¨ªmulos fiscales o sin ellos.
Sobre renta de personas f¨ªsicas
En cuanto a la evoluci¨®n de las desgravaciones por inversiones en el impuesto sobre la renta de las personas f¨ªsicas, lo primero que observamos es la ca¨ªda de la desgravaci¨®n por adquisici¨®n de vivienda propia; por el contrario, los beneficios fiscales por adquisici¨®n de valores mobiliarios aumenta de forma espectacular, doblan de un a?o al otro. Y lo que es m¨¢s significativo, los beneficios de la desgravaci¨®n por compra de vivienda propia, que es la que retrocede, son en un 80,38% familias con ingresos por debajo del mill¨®n de pesetas anuales, mientras que los que ven desgravadas cada vez m¨¢s sus cuotas tributarias son los compradores de valores mobiliarios (deuda p¨²blica, acciones cotizadas en Bolsa, etc¨¦tera), principalmente los que declaran ingresos superiores a los cuatro millones.Si nos preguntamos si hay muchos declarantes de rentas altas, observamos que (seg¨²n el avance de informaci¨®n que facilita el Ministerio de Hacienda para 1980) solamente un 0,6% de sujetos pasivos declaran percibir ingresos superiores a cinco millones de pesetas anuales, mientras que el 81,31% de declarantes son familias que no sobrepasan el mill¨®n de pesetas. Adem¨¢s, los ingresos de los econ¨®micamente d¨¦biles son habas contadas, mientras que la veracidad de los ingresos declarados por los poderosos est¨¢ por comprobar.
Resumiendo:
1. Si se sigue exprimiendo a los que cobran a sueldo, nos colocaremos en tasas negativas de consumo por habitante, como ya empieza a suceder. Y ello contrasta con el incremento de productividad por persona ocupada, del 5,2%. Cifra alta, que conviene divulgar. A veces se olvida que desde 1975 la productividad por persona ha crecido a una tasa anual acumulada del 4%. Si aumenta la productividad m¨¢s que el producto interior bruto (PIB), como es notorio -este a?o rondar¨¢ ¨¦ste en torno al 1% de incremento-, el aumento del paro est¨¢ cantado. A menos que ya hayamos tocado techo con las inversiones ahorradoras de puestos de trabajo. S¨®lo as¨ª el incremento del 3% del producto interior bruto que nos anuncia el Gobierno para 1982 puede proporcionar realmente los 350.000 nuevos puestos de trabajo, a que se refiere el ANE.
2. No se est¨¢ utilizando el potencial de crecimiento de nuestro sector p¨²blico, a pesar de que es el m¨¢s bajo de los pa¨ªses de la OCDE y de que la presi¨®n fiscal es tambi¨¦n la m¨¢s baja, junto con la del Jap¨®n, de dichos pa¨ªses.
3. No se hace nada -o se hace bien poco- para transformar la estructura productiva heredada del pasado, que se conserva intacta, con los mismos h¨¢bitos. La palanca de la empresa p¨²blica est¨¢ falta de ejecutivos con iniciativa, imaginativos y creadores, del tipo de la Renault francesa.
4. Se est¨¢ sacrificando a los trabajadores que tienen empleo para ayudar a los que no lo tienen. As¨ª, mientras a los que disfrutan de posiciones econ¨®micas desahogadas -y a las sociedades- no se les aumenta la presi¨®n fiscal, las rentas familiares se quedan siete puntos por debajo del aumento del impuesto sobre la renta de las personas fisicas.
5. A las v¨ªctimas del s¨ªndrome t¨®xico de la colza desnaturalizada se les conceden prestaciones econ¨®micas sobradamente justificadas, pero paralelamente no se inicia una acci¨®n fiscal, de revisi¨®n de los patrimonios y de las rentas, dirigida hacia los responsables de tan criminal actividad, porque est¨¢ claro que un patrimonio adquirido con beneficios de tal procedencia no era ni tan siquiera declarable; y
6. La inflaci¨®n, cuando los salarios descienden en t¨¦rminos reales, hay que contenerla cerrando el paso a la cartelizaci¨®n, al fraude y a la especulaci¨®n.
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